SER DOCENTES CRISTIANOS

Aquel que encuentra su vocación en la vida, la misión que Dios ha dejado en nuestro corazón, puede sentirse verdaderamente agradecido y afortunado.

Esos son los sentimientos de Lola y Lourdes, dos hermanas, Laicas Sopeña y docentes en los dos Centros Sopeña en Sevilla, quienes sienten esa alegría de quién está en el lugar correcto, en ese pequeño lugar en el mundo que Dios creó para cada uno de nosotros.

Ellas se sienten llamadas a ser fermento, junto a las Catequistas Sopeña y otros laicos, en una sociedad muy, muy necesitada de escuchar sobre la Buena Noticia.

Y en su caso, como docentes y de forma testimonial, para llevar esa Palabra de Dios y la construcción de su Reino, a las aulas, donde decenas de oídos y corazones jóvenes, quizás, aún no lo conocen.

Así nos lo cuentan en este artículo para la revista ICONO, que dejamos completo por aquí.

LA VOCACIÓN DEL LAICO

Los laicos, una vocación llamada a anunciar la alegría de la fe a toda la sociedad y en especial a los más necesitados.

Descubriendo nuestra vocación

Todos/as tenemos una misión en la vida, algo que hacer, algo que decir, algo que ser. Sabíamos que el Señor tenía un plan para nosotras, para la vida de cada persona, una vocación y nos inquietaba descubrirla. En nuestro proceso de búsqueda, participábamos en grupos de fe, voluntariados y, gracias a una colaboración, conocimos la obra Sopeña en Sevilla; al entrar en contacto con la comunidad de Catequistas Sopeña y sus centros, recibimos una acogida especial, llena de confianza, cariño, cercanía, donde el testimonio de vida se hacía realidad. Conocimos centros abiertos, llenos de vida, alegría, donde nos acompañaron en nuestro discernimiento y formación en valores de fraternidad, servicio y compromiso, “el amor debe ser práctico, con obras”. (D. R. Sopeña, MGM, p. 56).

Es en este clima de familia de los Centros Sopeña, donde nos enamoramos de la Obra de Dolores, nuestra fundadora, donde experimentamos un encuentro personal con Jesús, con su vida, su compromiso y testimonio como expresión del amor del Padre. Sabiendo siempre que Él «nos primerea”, nos encuentra y nos llama (Evangelii gaudium, 24). Allí nos hizo sentir su llamada, encontramos y descubrimos nuestra verdadera vocación, sentimos la llamada a ser laicos comprometidos, allí encontramos la oportunidad de trabajar por un mundo más justo y humano, desde nuestra labor cómo docentes cristianas. “La Misión fundamental del laico es actuar desde las propias instancias de la sociedad, siendo su compromiso fundamental, ser fermento y transformar esa realidad desde la Buena Noticia del Reino” (Evangelii gaudium, 31).

Instrumentos en Manos de Dios

La misión del laico

Fuimos sintiendo que nuestra misión está en comprometernos en el mundo y desde el mundo, desplegando nuestras capacidades en la vida familiar, social y profesional. Cómo Laicos Sopeña, somos corresponsables en llevar los valores cristianos al corazón de la sociedad. Poco a poco, descubrimos nuestras vidas como llamada, la vida de unos laicos y unas catequistas, convocadas a dar a conocer a Jesús a aquellos que no lo conocen, “Ganar almas a granel, buscar almas sin tregua ni descanso” (D.R. Sopeña Tesoro, 175).

Así hemos crecido en misión compartida, nacida del don gratuito de una vocación, de la experiencia que hemos tenido de sentirnos amados y enviados. Ambas vocaciones, catequistas y laicos, nos complementamos, compartiendo carisma, espiritualidad y misión, comprometidos juntos con la Iglesia en un proyecto evangelizador. Sentimos la Misión cómo propuesta común, tarea para todos/as, nos convoca, nos lleva a un modo de actuar en comunión, es reflejo de afectos, de confianza, sentido de pertenencia, de familia, es punto de encuentro, de camino conjunto que el Señor nos ha confiado.

En medio del mundo

Hoy, después de más de 30 años de pertenecer a esta familia, somos felices con nuestra vocación y damos gracias al Señor. Los Laicos Sopeña estamos llamados a responder con creatividad a las nuevas necesidades sociales, para dar respuesta a los desafíos del mundo actual. Trabajamos para favorecer la dignidad de la persona, la promoción y luchar por una mayor equidad e inclusión social, con un modo de hacer propio de nuestro carisma: saliendo al encuentro del otro, dando testimonio de amor cristiano, reconociendo a las personas cómo terreno sagrado, ganándoles el corazón.

Laicas Docentes

Podríamos compartir muchos momentos de encuentro con el Señor en tantos rostros que pasan por nuestras vidas, en el acompañamiento de esos procesos de crecimiento y de descubrir vocaciones que nuestra labor nos brinda. Encuentros transformadores que se manifiestan en las caras de felicidad del alumnado, después de una convivencia, de un encuentro juvenil, de una campaña, de un trabajo en clase, de una charla con ellos. Inquietudes que les movilizan, les hacen crecer, participar del miércoles de ceniza, de catequesis, ayudar en el banco de alimentos…. Emociones vividas cuándo se acercan y te dicen: no estoy bautizado, no he recibido mi Primera Comunión, puedes ayudarme. Tardes de gozo en la Sta. Iglesia Catedral cuando reciben el Sacramento de la Confirmación. Alegría al verlos graduarse y al encontrarlos un tiempo después cuando te dicen: ¡cuánto me acuerdo de los consejos que nos disteis! ¡cuánto me ha ayudado en la vida lo que recibí de vosotros! Huellas difíciles de borrar en sus vidas, porque han sido encuentros transformadores con el Señor.

La Iglesia hoy sigue teniendo la misma misión que el Señor nos encomendó: “Id por el mundo y proclamad el Evangelio” (Mc. 16). Esa misión es un llamamiento a todos los bautizados. «Hoy más que nunca se necesita un dinamismo misionero que lleve sal y luz al mundo» (Evangelii gaudium, 81).

Hoy más que nunca necesitamos laicos que brillen con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad. “No os desaniméis, seguir sembrando y Dios hará el resto” (D.R. Sopeña Tesoro, 869).

LA MUERTE SE NOS OLVIDA

Cuando nos acercamos al otoño de nuestra vida y la muerte aparece en el horizonte, aunque la hayamos tenido presente, aunque creamos en Jesús y en la Resurrección, tendemos a olvidar ese momento inevitable.

En un artículo para la revista ICONO, Ángela Franco, Laica Sopeña en Bogotá (Colombia) nos recuerda que debemos estar preparados para el transcurrir del tiempo y, si no escondemos la Luz que nos alimenta, podemos recuperar su consuelo.

En su opinión, “pensar en la muerte no es más que traer a La Divinidad a nuestras vidas, traer el Silencio, el Amor y la Luz”.

De nuevo, en el inicio de este mes de noviembre, que comienza con los Santos y los Difuntos, evoca las palabras de nuestra fundadora, la Beata Dolores Sopeña, que en el momento de su agonía expresó: “Qué hermoso es irse al Cielo sonriendo”, satisfecha por el deber cumplido.

Por aquí os dejamos el artículo completo.

LA SABIDURÍA DE LA HOJA QUE CAE

Ha pasado el tiempo, llega el otoño y un viento leve provoca que desciendas de las ramas. Tú no protestas, lo dejas ser en ti y a ti en él… Caes… Es hora.

Los seres humanos nos debatimos entre lo humano y lo divino. No como Jesús, ni más faltaba, como los seres humanísimos que somos, que tienden a lo divino.

La inexorabilidad del paso del tiempo, aunque somos seres del tiempo, nos deja siempre pasmados. En general, casi nadie está preparado para su transcurrir, tenga su dimensión espiritual desarrollada o no. El nocaut (knock-out) de la realidad, a nosotros, grandes luchadores, nos toma por sorpresa y creemos perder no solo un round, sino la pelea completa de nuestras vidas. Sin embargo, ciertamente, conocemos la verdad.

La Verdad a voces

La voz de nuestro Padre es silente, la voz del Hijo es amorosa y la voz del Espíritu Santo es resplandeciente. El Silencio es socavado por el ruidal de este mundo, es aplastado con tanta intensidad que vivimos abrumados por el tránsito, ahogados por el excesivo contacto con la gente, reventados por el estrés del trabajo, derruidos por las multitareas que decidimos aceptar a diario, angustiados por conseguir el último iPhone. El Amor se confunde con los celos, con el dominio y el control sobre el otro; con nuestro deseo permanente de ser especiales dejando a los demás en segundo, tercero o en ningún plano; con los barrotes que enjaulan y no con las llaves que liberan. La Luz la escondemos bajo la cama y allí la mantenemos postergada, no hace parte de nuestras vidas, porque se nos olvida que la felicidad del otro es la mía; que la oscuridad se puede multiplicar, pero que una llamita la hará desaparecer en un instante; porque pasamos por alto el poder de Aquel que nos consuela, de Aquel que dispone nuestra mente para la Verdad.

la luz de la muerte

Las cachetadas de la realidad

Una de esas bofetadas que nos llega de fuera, de la implacable realidad, es la muerte. Creamos en Jesús y en la Resurrección o no, la olvidamos. Nos llega la enfermedad y nuestro vocabulario cambia: “ya no soy como antes”, “ya me tienen que hacer todo”, “ya no puedo caminar”, “tengo que tomar quince píldoras diferentes” (todo esto es obvio), “ya no me voy a pintar las canas” (¡qué bien!). Esto es esperable si nos quejamos algún tiempo, mientras aceptamos nuestra nueva condición, pero no tanto si nuestro pan de cada día es la desesperanza.

Cuando alguien de nuestros afectos muere, el diccionario se va robusteciendo: “¿por qué tuvo que sufrir tanto?” (¿cómo?), “¿por qué murió si no estaba enfermo y tan de repente?” (¿al fin qué?), “¿qué he hecho yo para merecer este castigo?” (¿es un castigo?), “no voy a ser el mismo de antes” (claro que no, serás diferente, más rico en experiencias y en el amor de Dios, porque Él habrá actuado en ti).

Acerquémonos a la muerte sin miedo… con amor

Pensar en la muerte no es más que traer a La Divinidad a nuestras vidas, traer el Silencio, el Amor y la Luz a mi día a día y al día a día de los demás. ¿Y cómo podemos hacerlo?

En el silencio de un acompañamiento está Dios; en el amor que le brindo a mi hermano por medio de una sonrisa, una palabra, una acción, está Jesús entre nosotros; en la Luz que llevo donde hay miedo, oscuridad y desasosiego está el Espíritu Santo. Conozcamos nuestra misión como católicos y llevémosla a cabo con rigor y ternura.

La Beata Dolores Sopeña lo afirmaba inigualablemente en el momento de su agonía: “Qué hermoso es irse al Cielo sonriendo” y lo decía porque la albergaba la alegría del deber cumplido.

Estar al lado del enfermo, del anciano y del que sufre es estar al lado de Dios, que está en ellos. Saber que ellos son prioridad cuando están en esas condiciones y edades nos ayuda a acercarnos en la distancia, por medio de la oración constante; o por medio de nuestros cuerpos, de nuestros pies que buscan, nuestras manos que tocan, nuestro corazón que ama, si esto nos es posible.

Dejarse caer en las manos Dios…

Añorar una buena muerte no es pedir no enfermar, no sufrir, no envejecer… Tampoco se trata de rogar por morir dormido, de un ataque cardiaco o de muertes similares. Añorar y pedir una buena muerte consiste en estar rodeados, sean cuales sean las circunstancias, de Jesús, María y José. Con eso, tenemos de sobra.

 

Oh José Bendito, tú que expiraste en el abrazo amoroso
de Jesús y María:

Cuando el sello de la muerte se cierne sobre mi vida,
ven en mi auxilio junto con Jesús y María.

Obtenme este solaz para que en esa hora pueda morir
con sus santos brazos a mi alrededor.

Jesús, María y José, les encomiendo mi ser, viviente y agonizante, en sus santos brazos.

Amén.

 

La muerte es un paso que nos conduce a los brazos de Dios; esa es la certeza, ese es el consuelo, esa es la Persona y esos son los Brazos en los que me refugiaré cuando llegue la hora.

EUCARISTÍA: ALIMENTO DE VIDA INTERIOR Y ENTREGA

La eucaristía es para nosotras, misioneras en medio del mundo, el centro de nuestra vida, el alimento de nuestra vida interior y nuestra entrega incondicional.

La eucarística es, además, una de las notas características de nuestra espiritualidad, junto a la Cristocéntrica, Mariana e Ignaciana.

La participación en la misa nutre cada día nuestra vida, sostiene nuestra acción y nuestra entrega incondicional a los demás, a los usuarios de nuestra principal obra apostólica, la Fundación Dolores Sopeña, y de nuestras misiones.

Las Catequistas Sopeña encontramos en la eucaristía y en los tiempos diarios de adoración la fuerza y silencio que nos permite llevar la palabra y el Reino de Dios en medio del mundo, en el ruidoso y a veces vertiginoso trasiego de la vida.

Estrictamente la espiritualidad cristiana es solamente una, sin embargo, en la Iglesia existen diversas escuelas y propuestas espirituales, en cuyo origen suelen estar personas que vivieron una determinada y completa experiencia de Dios que luego quisieron transmitir a sus seguidores.

La de Dolores Sopeña nos ha dejado un “modo concreto de vivir el ser cristiano”.

Se trata de un estilo de vida particular, configurado por el seguimiento de Jesús, tal y como lo hizo en su tiempo la Beata Dolores Sopeña (1848-1918). Para ella, la misa ocupa un lugar especialmente privilegiado, al que le otorga mucha importancia, y que es particularmente relevante en su espiritualidad.

De esta forma, la Eucaristía es un momento cumbre de la experiencia cristiana al expresar y concretar la unión con Cristo, entre los miembros que participan y con todos los hombres y mujeres (cf.LG 11).

A veces, cuando nos volcamos en el apostolado, cuando nuestro día a día está lleno de actividades, se corre el riesgo de descuidar el momento privilegiado de oración delante de Dios, que nos espera en el Sagrario.

Eucaristía Vélez

Pero Dolores Sopeña siempre entendió y así lo transmitió a sus hijas, las Catequistas Sopeña, que “La fortaleza que se recibe al pie del Sagrario no se parece a nada”. Y por ello, ahí pasaba largos ratos de sus activas jornadas.

Está claro que es su alimento, su fuerza y su motor, podríamos decir que el centro de su vida, más allá de su labor en favor de las personas más desfavorecidas socioeconómicamente, de las más alejadas de Cristo y de su Iglesia.

También el Papa Francisco ha incidido en multitud de ocasiones en la relación que tiene la Eucaristía con nuestra vida.

«Quien celebra la Eucaristía, no lo hace porque sea mejor que los demás, sino porque se reconoce necesitado de la misericordia de Dios».

“La Eucaristía no es un mero recuerdo de algunos dichos y hechos de Jesús. Es obra y don de Cristo que sale a nuestro encuentro y nos alimenta con su Palabra y su vida”

De igual manera, pero, con otras palabras, San Juan Pablo II nos dice que: “Todos los cristianos tenemos en la Eucaristía el alimento para nuestro camino. En ella el Señor nos comunica su propia vida y por ella Él nos pone en comunión con Dios y en comunión con todos nosotros”.

Las Catequistas Sopeña, a través de la Liturgia Eucarística, encontramos un destello de luz, la fortaleza que necesitamos en momentos de flaqueza y el consuelo en momentos de tristeza.  Es el estímulo y motor de nuestras vidas, que nos motiva a construir un mundo mejor, donde el amor fraterno se hace presente.

EN EL ECUADOR DEL SEXENIO

Alcanzado el ecuador del sexenio, desde el último Capítulo General del Instituto Catequista Dolores Sopeña, en el que Miryam Ávila fue reelegida como Superiora de la institución, retomamos una entrevista publicada en la revista Ecclesia.

En un número dedicado especialmente a los laicos, una de las fuerzas fundamentales del Carisma Sopeña, junto al de las propias Catequistas.

No en vano, Miryam Ávila hace hincapié en que la propia Dolores Sopeña, fundadora del Instituto siempre se hizo acompañar de seglares, especialmente mujeres creyentes que, desde su fe, se sumaron a la evangelización y el apostolado de la palabra y el amor de Dios.

Ahora, a mitad del sexenio de este segundo mandato, las Catequistas Sopeña, trabajando en más de ocho países del mundo, siguen con la evangelización en los lugares más remotos, no solo físicamente, si no en lo social y en lo espiritual.

En las periferias a las que tanto se refiere también el Papa Francisco.

Es un desafío que se adoptó bajo el velo de la Misión Compartida, algo que no es una novedad para las Catequistas Sopeña.

Su principal obra apostólica, la Fundación Dolores Sopeña, es donde se revela verdaderamente el trabajo de los que formamos la Familia Sopeña al completo.

Ese trabajo se centra en cada persona, en cada hombre y mujer, principalmente de familias trabajadoras, que por diversas circunstancias no han tenido la oportunidad de formarse, en su más amplio sentido, y de conocer a Dios.

Entonces, en la época de la fundadora, y ahora, esos hombres y mujeres son miembros de familias con dificultades, que han tenido menos oportunidades y que, de alguna manera, se han sentido o se sienten excluidos de una sociedad que no se lo pone fácil.

Mitad de sexenio

Esa es la misión que sigue viva en tantos espacios de acción Sopeña en el mundo.

En la citada entrevista, Miryam Ávila se refiere también al “ser” de las Catequistas. “Somos, antes que nada, mujeres que nos hemos sentido miradas y amadas por Dios y que hemos respondido a la llamada de seguir a Jesús, de darlo a conocer, de hacerlo visible y palpable en un mundo en el que Dios parece el gran ausente”, reconoce con esperanza.

“Para quien no nos conozca, vivimos nuestra consagración total a Dios en medio del mundo, entre la gente más vulnerable, en traje seglar y sin ningún signo religioso externo”, explica Miryam a las potenciales Catequistas que, como reconoce reflexiva, “caen gota a gota”.

Ahora, Miryam Ávila con su Consejo General harán revisión de los objetivos fijados al inicio del sexenio bajo el lema “Renacer a una vida nueva en espíritu de esperanza” (cf. 2 Cor 5,17).

Por un lado, la necesidad de seguir en la acogida y dignificación de las personas más vulnerables y en situaciones o riesgo de exclusión; y por otro, la de dar a conocer a Dios y formar en la fe.

“Esta última línea, trascendental, se convierta en fuego en nuestro corazón, como fue el gran deseo de Dolores”, expresa Miryam Ávila.

 

EMOCIÓN DE SENTIRSE ACOMPAÑADOS POR DIOS

De igual forma que simplificamos nuestro estado de ánimo o la reacción a un mensaje con los nuevos emoticonos -esas caritas de las redes sociales, que creemos que expresan mejor que nosotros cada emoción- reducimos el significado de algo tan grande y complejo como la alegría.

Mane Arenas, Catequista Sopeña en la Comunidad de Bogotá, nos comparte en un artículo para la revista ICONO, que lo que significa la alegría, en referencia a lo que sentimos ante acontecimientos, personas o lugares concretos, se queda inmensamente corto ante la alegría de quien se siente amado y acompañado siempre por Dios.

Y nos invita a todos los creyentes a poner de manifiesto esa alegría, ahora sí, permanente, de quien experimenta desde el corazón la presencia de Dios en nuestra vida, a pesar de las dificultades.

Por aquí os dejamos el artículo completo.

 UNA ALEGRÍA INAGOTABLE

Hoy en día hemos simplificado la comunicación de las emociones, sobre todo aquellas que tienen que ver con expresiones de alegría o satisfacción, encontrándonos con una variedad de emoticones cada vez más originales y simpáticos.

En mensajes cortos, con pocas palabras y más representaciones, compartimos aquello que podemos estar sintiendo en el momento. Las imágenes se han convertido en traductoras de un mundo complejo como es el de las emociones, sin llegar a descubrir si comunicamos verdaderamente lo que nos mueve por dentro.

La palabra alegría fácilmente nos puede llevar a simplificar el término, reduciéndolo a acontecimientos, personas o lugares concretos; seguramente contenga todo eso, pero nos quedamos cortos, porque implica mucho más, sobre todo, si nos referimos a la alegría que proviene de Dios, aquella que brota casi espontáneamente en el corazón de quien se siente amado, sostenido y acompañado durante su vida.

Emoción Alegría1

 

Los creyentes de hoy, tenemos como tarea manifestar con nuestra vida, la alegría que nos provoca la presencia de Dios en ella… un Dios que se ha acercado a nuestra historia, haciéndose uno como nosotros, para experimentar también la alegría, más que como una emoción, como un estado permanente y contagioso, en el que vivía.

Y a eso estamos llamados quienes creemos en la Buena Noticia, no como un mensaje recibido, sino como un estilo de vida que toca y trastoca, todos sus ámbitos.

Sobrellevar las dificultades

Esto no quiere decir ausente de momentos difíciles porque, suelen creer algunos, que el creyente, solo por el hecho de profesar una fe, no debería tener problemas… eso no es así, las dificultades aparecen, los conflictos muchas veces abruman y la debilidad se manifiesta continuamente. Lo que nos diferencia y le da un plus, por decirlo de alguna manera, es la forma de sobrellevar esas circunstancias, por la fe y la confianza que colocamos en aquel que nos ha salvado, aquella que nos permite caminar agradecidos en un mundo no siempre alegre.

Bien lo dijo el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelli Gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

Por lo tanto, ¿de dónde brota entonces esa alegría?… pues del encuentro con aquel que da sentido a la existencia, un encuentro cargado de realidad, en donde Jesús se acerca, conoce, toca y transforma la vida de aquel que esté dispuesto a dejarse modelar por él.

Así lo pueden confirmar quienes han vivido la experiencia de Ejercicios Espirituales, pues en el camino que recorren descubren el paso de Dios en sus vidas, en los detalles y la delicadeza con que este se manifiesta. Es la oportunidad de llenarse, no solo de paz, sino sobre todo de una alegría desbordante, que te lleva a contagiar a otros a vivir esta experiencia.

Dios en lo cotidiano

Del mismo modo, si estamos atentos en lo cotidiano, seguramente descubrimos las miles de formas que tiene Dios para comunicarse; transformándose en las mejores palabras, un paisaje con sonidos naturales, la risa de un bebe por la mañana, el saludo del anciano que pasea por el parque, la caricia de la madre, el crujir de las hojas secas que pisas en otoño… todo esto no es más que expresiones sencillas, donde en la vida de cada ser humano, se va encarnando la alegría de Dios.

Alegría emoción2

Otro espacio fundamental para experimentar alegría, son las acciones donde nos entregamos por entero a una misión, donde dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo para que otros puedan tener una mejor calidad de vida, donde la retribución muchas veces no es monetaria, sino que se traduce en un ¡GRACIAS! muy sentido.

Quienes acuden a los centros de formación; tanto colaboradores como alumnos, comparten con sencillez el ambiente cálido y acogedor que alegra el corazón de quien se siente amado y respetado en dicho lugar.

Y cómo será de importante la alegría para las Catequistas Sopeña que justamente lo vivimos como un valor dentro de la vida comunitaria, pues ya lo decía nuestra Fundadora Dolores Sopeña “Me gustan mucho los espíritus alegres” …

Quienes son enviados por Dios a una misión, agradecidos por la elección, ponen al servicio de los demás, los dones y talentos recibidos para que el Señor los multiplique diariamente y llegue de esta manera, a más personas que necesitan colorear sus vidas con esta alegría inagotable que proviene de vivir el Evangelio en plenitud.

Ahora que está tan de moda la palabra contagio, contagiemos de esa alegría evangélica, que nunca se agota y que siempre se renueva; pintemos con más colores el lienzo que cada mañana se coloca a nuestra disposición al comenzar una nueva jornada, alegrando un poco más el pedacito de mundo que a cada uno se nos encomienda.

 

DEISSY INICIA EL POSTULANTADO EN LA COMUNIDAD DE BOGOTÁ

El pasado domingo 28 de agosto la joven aspirante Deissy Salcedo recibió la Plegaria a las Postulantes que nuestra Comunidad de Bogotá le cantó, como inicio del proceso de Postulantado en nuestro Instituto.

La Plegaria a las Postulantes es una invocación a la Virgen María para que acoja a esta nueva hija bajo su manto y, en ella, las Catequistas Sopeña expresan sus deseos de incorporar a esta nueva integrante a la Comunidad.

Deissy comunidad Bogotá

“El Postulantado es la preparación inicial a la Vida Consagrada. Durante el, la postulante va conociendo la vida espiritual y apostólica del Instituto a través de sus Constituciones, al mismo tiempo que este puede adquirir un conocimiento más completo de su intención, de su idoneidad para la vida religiosa y de sus aptitudes para nuestra especial vocación” (líneas de formación Sopeña).

Las Catequistas Sopeña agradecemos a Dios este nuevo paso que Deissy comienza a dar y le encomendamos todo su caminar.

Hoy en día, el reto de servir a la fe implica una formación profunda y experiencial.

Una formación progresiva de servicio a nuestros semejantes y de disponibilidad completa para la Misión desde nuestro Carisma, el Carisma Sopeña.

Se trata de un itinerario formativo paulatino y progresivo, acompañando nuestra relación con Dios, la convivencia en la Comunidad y la entrega al servicio de nuestra Misión.

Superada la primera etapa, la del Aspirantado, la etapa del Postulantado que inicia Deissy ahora en Bogotá se prolongará durante un periodo de seis meses en los que recibirá el apoyo necesario para continuar con su discernimiento vocacional.

En las cinco etapas de la formación que recibimos las Catequistas Sopeña, a continuación, vendría la etapa del Noviciado –una de las etapas clave-, la etapa del Juniorado y la Tercera Probación –se toma la decisión final de la consagración religiosa-.

Comunidad de Bogotá

EVANGELIO CONTRA LA GUERRA

El Evangelio, creído y vivido, es un arma de vida, de fraternidad y de futuro, mucho más fuerte y potente que todas las armas destructoras que, desgraciadamente, usamos a diario en el mundo.

El Papa Francisco insiste siempre y en su carta Fratelli Tutti nos muestra decenas de razones y caminos, herramientas y motivaciones para ser solidarios, practicar la fraternidad con los cercanos y los lejanos y hacer verdadero el amor.

Nos lo cuenta así, María Jesús González, Catequista Sopeña, ahora en Loyola, muy cerca siempre de Dolores, en un artículo compartido en la revista ICONO de los Redentoristas.

Precisamente, toma como referencia el ideal de fraternidad de Dolores Sopeña, y afirma dándonos esperanza que el Reino de Dios sigue en construcción y que, en estos tiempos de conflictos bélicos y de grandes distanciamientos sociales, “solo la fraternidad hará el milagro”.

Por aquí tenéis el artículo completo sobre la fuerza del Evangelio.

LA FRATERNIDAD HARÁ EL MILAGRO

¿Cómo podemos describir la situación que estamos viviendo en Europa y sus repercusiones mundiales? ¡La guerra en Ucrania! La explosión de una maldad inimaginable en nuestro siglo.

Nos faltan las palabras, nos aturde lo incomprensible. Contemplamos atónitos las imágenes de destrucción y muerte, sufrimientos humanos enormes, miles de vidas destrozadas, migraciones masivas, adultos sin rumbo, niños asustados, hombres jóvenes defendiendo la patria con sus vidas… y brotan en nuestro corazón, la indignación, la compasión, la solidaridad, la tristeza y una especie de miedo, sospechando que estamos ante una situación peligrosa, desconocida, en alto grado imprevisible.

La lucha entre el bien el mal comenzó a existir muy pronto y, de una forma u otra, aflora siempre. El mal habita en el corazón del hombre, del ser humano (también el nuestro) dañado profundamente por el pecado original y tiene muchas caras; la peor de todas es el egoísmo y la soberbia que le lleva a no reconocer a su Creador y a no respetar ni amar a sus semejantes. Aunque es cierto que el interior solo lo conoce Dios, nosotros conocemos “el árbol por sus frutos” y éstos si los vemos y sufrimos.

Lo que sale del corazón

Jesús dijo que lo que realmente daña al ser humano es lo que sale del corazón… Las bombas, los misiles destructores, “explotan” antes en el corazón de los que traman la guerra… Su responsabilidad es tremenda, pero, aunque parezca raro, son los primeros destruidos y dignos de compasión. Es la degeneración total, el monstruo. La historia los pondrá en su lugar.

Afortunadamente, en medio de este panorama desolador, hay gestos que parecen pequeños, insignificantes como gotas en este inmenso mar de violencia y odio: La familia ucraniana que recibe a un soldado ruso perdido y hambriento; le da de comer y le facilita una llamada a su madre para decirle que está vivo. Y el grupo de vecinos que espontáneamente ayuda a un paracaidista ruso, enredado en unos cables al descender… y ¿qué decir de los numerosos voluntarios e iniciativas de acogida y ayuda a los millones de refugiados?

Es loable y decisiva la ayuda internacional, el envío de armas, el apoyo moral. Hay que hacerlo. Es condenable la invasión de un país soberano… es legítima la defensa de su territorio y, sobre todo, de las personas y su patrimonio material, cultural y espiritual; pero la lucha armada es una solución a medias. Habrá vencedores y vencidos y se repetirá la historia en cualquier momento. No parece que la mayor parte de los seres humanos somos capaces de respetarnos profundamente y lograr un entendimiento duradero.

Los organismos internacionales, ciertamente son un logro, pero a la hora de la verdad, resultan frágiles y poco eficaces.

El mandamiento del amor

Lo dramático es que muchos de los que creemos en Jesucristo y conocemos su encargo principal, el mandamiento del amor, no siempre lo ponemos en práctica. ¿Dónde nos queda “el amar también a los enemigos!, ¿dónde queda si te piden la capa, entrega también el manto? ¿Será solo para ámbitos privados o “próximos” y no para que alcance a toda la Humanidad?

No. No es lo mismo “lo personal” que lo “público o social”, pero del corazón sale todo y debe haber una forma de combinarlo y dar pasos hacia la paz. Por ejemplo: dejar de fabricar armas. El Papa Francisco no tiene miedo a repetir esta petición y en su carta Fratelli Tutti podemos encontrar pautas preciosas y motivaciones para vivir la solidaridad, la fraternidad, el amor a todo nivel.

El Evangelio, creído, saboreado y vivido tiene en si un potencial más eficaz que todas las armas del mundo.

Una guerra “al revés”

Pero… es otra locura, es una guerra “al revés…” con victoria segura a largo plazo y los seres humanos, en general, no parece que estamos cerca de este planteamiento. El Reino de Dios solo ha comenzado, pero todavía no llega.

Sin embargo, ¡ha comenzado! Si, está entre nosotros, crece en silencio y está más vivo de lo que parece. Conocemos testimonios que demuestran que esta locura es posible y hace feliz. La Iglesia Católica en las beatificaciones y canonizaciones nos presenta algunos, ideales ya realizados que estimulan y atraen.  Vidas variadísimas, todas han vivido en alto grado la fe, la esperanza y el amor. Sobre todo, el amor.

El pasado 15 de mayo tuvo lugar la canonización de Carlos de Foucauld. La revista Vida Nueva de esa semana, al comienzo del Pliego le reconoce como “hermano universal”. Desde el desierto y “en contacto” con otros; un contacto estrecho y respetuoso con los que eran diferentes, con todos. Merece la pena leer todo el Pliego.

Como hija de Dolores Sopeña, descubrí en el nuevo santo un aspecto que coincide con ella.  Sus caminos son diferentes; pero ambos buscan y proponen el ideal de fraternidad. “Hacer de todos los hombres una sola familia en Cristo Jesús” era el ideal de Dolores. Y esto en unos tiempos de grandes distanciamientos sociales. Solo la fraternidad hará el milagro.

También hay una coincidencia en el modo de hacerlo: la relación directa con la gente.  Es el mejor medio para disolver las distancias, la indiferencia y hasta el “odio”. Acercarse, escuchar, mirar a los ojos, respetar profundamente… esperar. Dolores siempre desea “llegar al corazón”, y amar incondicionalmente. Nada prepara mejor el camino para “dar a conocer a un Dios tres veces santo y mil veces Padre…” y llegar así a vivir como hermanos.

 

VOTOS PERPETUOS DE LOLA

El pasado 25 de junio, Dolores Yamile Quesada Fonseca, a quien toda la Familia Sopeña conoce como Lola, profesó sus votos perpetuos en la Capilla de La Anunciación en la Parroquia Cristo Rey, arropada por familiares, amigos y Catequistas Sopeña, en una ceremonia presidida por el arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Dionisio García Ibáñez.

“Tú mi fuente”, fueron las palabras representadas en la decoración del templo, como la inspiración de su vocación y experiencia de entrega al Señor, y el fortalecimiento del Instituto Catequista Dolores Sopeña y su Carisma.

Este paso es el punto de llegada de un prolongado camino de formación de diez años, durante el cual la Catequista Sopeña conoce la congregación e interioriza su espiritualidad y misión.

La ceremonia celebra su incorporación definitiva a la Institución y al amor y fidelidad a Dios y el servicio a su Iglesia.

Su servicio, el de las Catequistas Sopeña, misioneras en medio del mundo, será hacía los más desfavorecidos, ayudándoles a vivir con la dignidad que les corresponde y dándoles a conocer a Dios, con el fin último y deseo de la fundadora Dolores Sopeña, la fraternidad entre todas las personas: “Hacer de todos los hombres una sola familia en Cristo Jesús”.

En el tiempo anterior a su consagración definitiva, las Catequistas Sopeña ya han tenido una esmerada preparación religiosa y civil, que responde al desafío que supone hoy servir a la fe y a la Iglesia, y una intensa experiencia apostólica enfocada en la promoción y evangelización de familias trabajadoras en los países del mundo, donde el Instituto Catequista tiene presencia activa.

Durante la homilía, Monseñor Dionisio habló de la esperanza que un momento así deja en nuestra Iglesia y reflexionó acerca de que, a pesar de las dificultades, “con el tiempo hemos llegado hasta aquí cuando una hija de este barrio, esta noche, proclama sus votos perpetuos ante todos nosotros.  Es la acción de la Gracia de Dios actuando en su pueblo».

Votos Perpetuos en Cuba

El sacerdote polaco Darío Pawłoski, que atiende esta Comunidad de La Anunciación y que ofició también junto al arzobispo de Santiago de Cuba, le deseó “mucha fuerza en su nuevo viaje de vida y que Dios y la Virgen de la Caridad del Cobre –patrona de Cuba- la protejan siempre”.

El Padre Darío señaló satisfecho que “la capilla nunca estuvo tan copada de hermanos. Seguramente porque quisieron acompañar a su vecina, amiga y hermana de misión de Guamá”.

Al día siguiente de la ceremonia, en varios camiones, algunos transformados en buses, buena parte de las personas que participaron en ella viajaron hasta la Casa Misión de Uvero para celebrar la fiesta patronal del Sagrado Corazón de Jesús.

Allá se concentraron hermanos de más de 30 poblados dónde la Iglesia católica presta servicio a través de los hermanos de La Salle y las Catequesis Sopeña, ambas congregaciones con grupos de laicos misioneros.

Gran fiesta de fe y de compromiso, la del Sí definitivo de Lola, en estos parajes dónde Dios le fue conquistando el corazón y estás personas sencillas también fueron recibiendo el amor y el servicio de Lola.

Guamá para Lola es también una fuente que la llena de alegría.

Votos Perpetuos anillo

EL EVANGELIO TAMBIÉN EN LO DIGITAL

Los nuevos tiempos, de vertiginosos avances tecnológicos y diferencias abismales entre generaciones, quizás hagan más difícil el acceso universal al mensaje del Evangelio.

Así se lo cuestiona y nos lo traslada Javier Castellanos Reyes, Laico Sopeña en Quito (Ecuador) en un artículo de la revista ICONO, de los Padres Redentoristas.

Javier nos emplaza a preguntarnos si, como cristianos, creemos que nuestros mensajes están llegando a unos pocos o a todos los segmentos de la población.

Además, nos invita a huir de estructuras rígidas, incluso en nosotros mismos, y convertirnos en personas flexibles y acomodarnos como misioneros en este entorno actual, que deja de ser real cien por cien, para convivir con lo virtual.

Orientemos nuestro esfuerzo para dar a conocer a Dios y el Evangelio en esta era digital y no permanecer ajenos ni aislados, ganemos los corazones de las personas como hacia Dolores Sopeña en esta nueva realidad, nos dice.

Podéis leer por aquí el artículo completo.

MISIONEROS EN EL MUNDO ACTUAL

Las estructuras rígidas tienden a quebrarse, es necesario ser flexibles y desarrollar el sentido de la adaptación y transformación. Hasta hace pocos años nuestra cosmovisión se desarrollaba en un entorno cien por cien real, ahora se habla de una realidad virtual que recién la estamos conociendo y entendiendo, es estratégico entender el signo de los tiempos para lograr ser Misioneros en el Mundo Actual.

La Revolución Digital   

Han existido muchas revoluciones culturales, sociales, políticas, económicas, que han modificado directamente las condiciones de nuestro entorno; sin embargo, los inicios de este siglo están siendo marcados por una ruptura en todos los ámbitos de nuestra vida que provienen de la denominada “revolución digital”.

Esta revolución ha traído nuevos conceptos que es necesario conocerlos, entenderlos para aplicarlos en nuestro campo de Misión, a continuación, los detallaremos de forma breve para tener unas premisas de a qué hoy nos enfrentamos.

¿Cuáles son las Generaciones?   

Los segmentos de edades son importantes al momento de comunicarnos con las personas que lo conforman; los resumiremos a continuación:

  • Las generaciones que son nativas en los lenguajes digitales de los dispositivos electrónicos; como son Millenials o generación Y, Zoomers o generación Z, generación Alfa que involucran a todos los nacidos entre 1981 al 2020, se caracterizan por relacionarse socialmente a través de los dispositivos móviles y las denominadas redes sociales. Inclusive, esta comunicación es desestructurada, es decir, no necesariamente se basa en una conversación o una publicación formal con una determinada estructura y un mensaje claro. Por el contrario, son mensajes con fotos de momentos que se van capturando, videos cortos que duran segundos, que transmiten estados de ánimo o sentimientos del momento, textos cortos denominados “chats”; todo esto nos hace concluir que, ahora, la comunicación es instantánea, corta, desestructurada, con un enfoque creativo, novedoso.
  • La generación Baby Boomers que nacieron entre 1946 a 1964 en su mayoría les ha costado bastante adaptarse a las nuevas tecnologías, son nativos del mundo físico como la lectura en medios impresos y, como una novedad, la televisión.
  • La Generación X, nacidos entre 1965 y 1980, son una generación híbrida, que ha tenido que adaptarse a la era digital, quizá no a la misma velocidad, han desarrollado la capacidad de ser flexibles a la transformación.

evangelio digital

Con este conocimiento de las generaciones, les dejo una inquietud, ¿Nuestro mensaje está llegando a todas las generaciones o tal vez se ha quedado en determinados segmentos de la población?

¿Qué significa el “Big Data”?

El concepto de información también ha cambiado. A la información estructurada, validada, de carácter científico, almacenada, procesada y visualizada casi en su mayoría en medios impresos físicos, hasta finales del siglo pasado, se consideraba información.

Actualmente, la mayor parte de la información se genera y almacena en cada uno de los dispositivos móviles, computadores, cámaras de seguridad, sensores de movimientos, entre otros, generándose cada día millones de “bytes” de información que pueden ser imágenes, tablas de datos, mensajes, vídeos, audios; es decir, absolutamente todo lo que se captura en estos dispositivos se convierte en información; quizá aquí cabe una reflexión, ¿es capaz el ser humano de asimilar tal cantidad de información? ¿Le sirve para su progreso y evolución? Como Misioneros, ¿estamos aprovechando esta gran cantidad de información?

¿Qué es el Marco de Trabajo Ágil?

La velocidad de la era digital demanda que la Humanidad tenga la capacidad de adaptación constante, los cambios ahora son más periódicos y con mayor ruptura, por aquello en el mundo empresarial se han desarrollado nuevos esquemas de trabajo, uno de ellos es el marco de trabajo ágil, pretende unir equipos multidisciplinarios que procesen, construyan e implementen proyectos en pilotos (prueba / error) en el corto plazo.

Aquí es necesario plantear otra reflexión, como Misioneros estamos enfocados en un marco de trabajo ágil o nos hemos quedado en un marco de trabajo tradicional, seguramente esto impactará al momento de evidenciar nuestros resultados.

 Nuestra Misión debe orientar nuestro propósito de vida

 La Tecnología deber ser siempre un medio y no un fin. En algunos casos la tecnología nos ha distanciado, ya no conversamos con la persona que tenemos a nuestro lado, han perdido sentido las cenas familiares como un medio para compartir, todos pasamos encerrados en este mundo virtual de la información digital, de las redes sociales, en lugar de humanizarnos estamos tomando un camino de deshumanizarnos.

 Por aquello es importante entender y asimilar cuál es el mundo actual, su naturaleza y complejidad; posteriormente, orientar nuestro esfuerzo para anunciar el Evangelio que nunca dejará de ser Universal, en esta nueva era digital.

Es importante y necesario que nuestras Comunidades, nuestras Instituciones, se unan a la transformación que nos plantea esta nueva era, para no quedarnos aislados de este nuevo signo de los tiempos, ganar los corazones de las personas para extender el Reino siendo flexibles, creativos, con el pensamiento abierto y desestructurado, aplicando las nuevas tendencias, seguramente nos serán de gran ayuda en nuestro rol Misionero en Medio del Mundo Actual.

 

 

UN ACOMPAÑAMIENTO MUTUO

La Comunidad de Catequistas Sopeña en Sevilla viene trabajando y haciendo acompañamiento en barrios de Sevilla desde hace más de cinco años.

Se trata de una evangelización al estilo Sopeña, materializada desde la salida al encuentro, de buscar y hallar al otro, al hermano o hermana que tiene necesidades básicas importantes que cubrir, pero también un deseo acuciante y firme de encuentro con Dios.

En estos barrios hay muchas personas, inmigrantes latinos, que participan comprometidos en la vida de las parroquias.

En el camino con ellos, las Catequistas Sopeña constatamos que “entre evangelización y promoción humana existen efectivamente lazos muy fuertes, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos” (Cf. EN 31).

Para nosotras, es un acto de fe trabajar por mejorar las condiciones socio económicas de muchos hermanos que dejan atrás un hogar, una familia y su lugar en el mundo para ofrecer lo mejor a los suyos.

Así nos comparten su experiencia Lolo y Sandra, en un artículo de la Revista ICONO. A lo largo del texto, también nos recuerdan que es una labor de acompañamiento mutuo.

De un lado las personas migrantes que se sienten “importantes, útiles y aceptadas” y pueden acceder a nuevos horizontes y oportunidades y, por otro, nosotras que, acompañadas de sacerdotes y laicos, “encontramos en ellos el rostro de nuestro Señor a quien hemos ofrecido la vida en el servicio a los demás”.

Por aquí os dejamos reproducido en su totalidad el artículo:

UNA EXPERIENCIA EN SALIDA

Hace ya cinco cursos que estamos prestando servicios pastorales en las parroquias Nuestra Señora de la Candelaria y Blanca Paloma, enclavadas en los llamados “tres barrios” de Sevilla.  Barrios reconocidos entre los siete más pobres de España; marcados no solo por el desempleo, sino también por el tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, deserción escolar, inmigración…

Es un don de Dios poder acercarnos y acompañar la vida de tantas hermanas y hermanos nuestros que buscan y encuentran a Dios en medio de sus vidas agitadas, endebles, precarias e inciertas. Nos sobrecoge toda la bondad y gratuidad que descubrimos día a día en tantos gestos sencillos y sin pretensiones que entre ellos se ofrecen, en palabras del Papa Francisco “el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor” (F.T 81).

Sacerdotes, laicos y consagrados somos testigos de muchas historias personales y grupales de reencuentro, crecimiento, transformación, promoción y, por qué no, de “redención”. 

Como no responder a la invitación que del Señor hemos recibido para colaborar en el desarrollo de cada persona y de toda la Comunidad.

Acompañamiento en Sevilla

Salir al encuentro

Desde nuestra vocación Sopeña vivimos este servicio de evangelización como un “salir al encuentro”. Para nosotras esto supone una espiritualidad de permanente éxodo, de ponernos en camino para ir al encuentro del otro, dando testimonio de amor cristiano en las necesidades y esperanzas de nuestros hermanos, y preparar así el camino al Evangelio.

No podemos esperar que llamen a nuestra puerta, es urgente que salgamos nosotras al encuentro en sus casas, en la parroquia, en las calles, plazas… y allí donde ellos se juegan la vida.

Los inmigrantes latinos son quienes se acercan a la parroquia buscando apoyo en la Comunidad eclesial para seguir viviendo su fe; ofrecen servicios en la liturgia, hacen voluntariado en el coro y en catequesis.   Son acompañados y asistidos por Caritas y otras instituciones en la búsqueda de vivienda, colegio para los niños, trabajo… La parroquia es un lugar de reencuentro, como si llegaran a su casa; se sienten acogidos, importantes, útiles y aceptados; celebran y expresan su fe con naturalidad y familiaridad.

Caminando junto a ellos es que constatamos que, “entre evangelización y promoción humana existen efectivamente lazos muy fuertes, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos” (Cf. EN 31).

Es un deber social y un acto de caridad acompañar a las personas que sufren; es un imperativo de fe hacer todo lo posible para modificar las condiciones sociales de tantos hermanos que dejan casa, familia y patria para buscar la oportunidad de mejores condiciones de vida.

Acompañar la inserción de inmigrantes es una historia larga y dura. Verlos llegar con “nada” genera un círculo de ayuda, contención y acompañamiento. La falta de documentación y la necesidad de buscar sustento les hace trabajar largas jornadas y en “cualquier cosa”, dejando en casa a los niños solos o al cuidado de vecinos o de hermanos mayores, adolescentes en muchos casos.

Duele en el alma la falta de oportunidades para los jóvenes que se desmotivan y buscan refugio y fuerza en la droga y el alcohol. Tantas veces nos preguntamos ¿Cómo ayudarles a visualizar horizontes claros? ¿Cómo crear oportunidades reales que les hagan soñar futuros ciertos?

Nuestro servicio no está exento de la tentación del “paternalismo y dependencia”. Discernimiento comunitario y criterios claros nos ayudan a reconducir el servicio al Evangelio, promoviendo actitudes de crecimiento, autonomía, voluntad y constancia. Juntos aprendemos a reflexionar, a sacar conclusiones, a intuir por donde pasa Dios iluminando nuestras vidas.

Acompañamiento a alumnos

Acompañar o, mejor dicho, acompañarnos en el camino de buscar y encontrar a Dios presente en el hermano, en los acontecimientos, en los gozos y alegrías diarias, en la salud y en la enfermedad, en la fracción del pan, es un servicio en el que crecemos todos, ellos y nosotras. Ellos descubren oportunidades, apoyos, horizontes de vida nuevos. Nosotras… encontramos en ellos el rostro de nuestro Señor a quien hemos ofrecido la vida en el servicio a los demás.

Laicos y consagrados al servicio de la evangelización y la promoción

Creemos por experiencia que el evangelio ofrece una fuerza liberadora y promotora de desarrollo integral; ayuda a reconocer y respetar la dignidad de cada persona; despierta a la solidaridad, al compromiso y al servicio de los demás.

Este servicio lo prestamos compartiendo horas de voluntariado, oración y formación con laicos generosos, comprometidos y dedicados a la causa de la evangelización y promoción en el seno de la comunidad eclesial.

Lariza Barreto y Santiago Orozco pertenecen al grupo de jóvenes de la parroquia. Se prepararon para los sacramentos y actualmente cursan un Ciclo de Grado Medio en Gestión Administrativa.