JOVENES SOPEÑA GUAYAQUIL SIEMPRE ACTIVAS

Las Jóvenes Sopeña de Guayaquil (Ecuador) no han dejado en ningún momento su actividad y, a pesar de los inconvenientes de la pandemia, han querido mantener el contacto y seguir adelante aprovechando las oportunidades de las nuevas tecnologías.

Así que, arriesgando en el nuevo mundo de lo virtual, decidieron realizar el Campamento Sopeña, con el que una vez más involucraron a niños y niñas de varias ciudades de la costa ecuatoriana.

Además de las Catequistas Sopeña de Guayaquil, Mariela Rodas y María Elena García, ocho jóvenes misioneras: Arelys, Nadia, Giuliana, Cristina, Hellen, Daniela Lesly y Niurka; llegaron a más de 26 niños de distintas edades.

Durante el campamento virtual, igual que en otras ocasiones, los participantes hicieron un camino de acercamiento a Jesús y en compañía de Dolores Sopeña, con actividades de encuentro y oración y otras físicas como bailes, manualidades y recetas.

Las jóvenes y las Catequistas Sopeña se encargaron de conducir y animar las reuniones que tuvieron lugar los domingos.

Tanto para los niños acompañados como para las Jóvenes Sopeña el Campamento ha supuesto una experiencia de crecimiento y ocio, una de las bases de apostolado de las Catequistas Sopeña, tanto en las misiones como en los espacios de acción repartidos por todo el mundo.

Durante ese periodo, también tuvo lugar la celebración de renovación de 15 Jóvenes Sopeña, “Caminantes en misión”, en la Capilla de Santa Teresa del Niño Jesús de la Comunidad de Catequistas en Guayaquil.

Las jóvenes dieron el sí, movidas por el Espíritu Santo, a vivir de cerca y con compromiso el Carisma Sopeña.

Parte del encuentro y del trabajo que realizaron lo plasmaron en este alegre vídeo .

 

 

FE ANTE LA ADVERSIDAD

Este inicio de año y en estos momentos de pandemia, Dolores Sopeña nos ha querido dejar un mensaje lleno de esperanza: “Mi tiempo tampoco fue fácil, pero me moví por el tesoro que Dios me había regalado: una gran fe”.

También hubo aliento y amor en sus últimos momentos, antes de su Ida al Cielo, hace ahora 103 años, para decirnos que “…Desde el cielo os bendeciré siempre y desde allí os ayudaré más…”.

Y así es como debemos sentir siempre su cercanía, con fe, más ahora en los que atravesamos dificultades y adversidades y en los que ella también nos reta a estar más cerca de Dios y de nuestros hermanos.

Con motivo de la conmemoración de su muerte, el 10 de enero de 1918, nos deja esta reveladora carta que reproducimos a continuación:

Soy Dolores.

Os bendigo y os ayudo desde el cielo, como prometí. Hoy quiero recordar con vosotros una de mis convicciones más profundas.

Estáis en una situación difícil. Tampoco mi tiempo fue fácil. Yo me moví a partir del “tesoro que Dios me había regalado”: Una gran fe. Desde ahí comprendí que Dios es AMOR y confié ciegamente en Él. Desde ahí descubrí las claves secretas del corazón humano.  Si. Todo se juega en el fondo de cada corazón.

¿Te has fijado en los ojos de las personas que encuentras? TODAS tienen un brillo especial, es su dignidad, es la huella y el reflejo de Dios mismo. No importa lo demás, ni su apariencia exterior, ni su raza, ni siquiera si es creyente o no. Dios me susurraba en mi interior: “esa persona es hija mía, salió de mis manos, como tú. La amo, la amo mucho, aunque, quizá ella lo ignore. Si alguien supiera decírselo, la haría muy feliz”.

Estas ideas se posesionaron de mí y me dediqué con todas mis fuerzas a dar a conocer a ese Dios: Un Dios bueno, un PADRE, Padre de TODOS. ¡Qué verdad escondida!

 “Hacer de todos los hombres una familia en Cristo Jesús”, es la frase que ha llegado hasta vosotros, con toda la ilusión y la dificultad que encierra.

Estáis en un tiempo excepcionalmente crucial para TODOS y todos somos parte de la solución. Es una gran oportunidad para sentirnos hermanos.

Mirar al otro, sea el que sea, con ojos profundos, los que descubren el reflejo de Dios en cada uno y en nosotros mismos.

De ahí el despertar de la solidaridad y de tantos heroísmos y servicios cumplidos con eficacia y humanidad. De ahí que nuestros propios gestos de amor generoso nos reconforten tanto, porque coinciden con lo mejor de nosotros mismos…

 Una vez más, la solución es el amor mutuo, “la globalización de la fraternidad”, frase que usáis algunas veces y se parece a lo que yo sentí hace más de un siglo.

No lo olvidéis jamás. Los seres humanos somos TODOS HERMANOS. Dejaos llevar por esta verdad. El Padre de todos os ayudará.

Os envío nuevamente mi bendición desde el cielo

Dolores”

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