MISA PARA INICIAR EL CAPÍTULO GENERAL

Nuestro Instituto Catequista Dolores Sopeña abre hoy en Azpeitia, localidad natal de san Ignacio de Loyola y su festividad, su vigésimo primero Capítulo General con una eucaristía  presidida por Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián y muy próximo a las Catequistas.

La Comunidad se reunirá en torno a la Capilla de nuestra Casa en Loyola, junto al sepulcro de Dolores Sopeña, donde reposan sus restos desde 1923, después de que fueran inhumados desde el camposanto de Nuestra Señora de La Almudena de Madrid, en 1918.

Inspiradas por su espíritu y su Carisma y por el patrón del Instituto Catequista, san Ignacio de Loyola, quince catequistas capitulares, por elección y por derecho, abrirán el proceso con la intención de “Renacer a una vida nueva en espíritu de esperanza” (cf.2Cor 5,17).

El Capítulo General marcará las directrices para el próximo sexenio y elegirá a la Superiora General y a su Consejo.

Ha estado precedido por un trabajo pre capitular, que reunió a las Catequistas en El Espinar (Segovia), y por los Ejercicios Espirituales, dirigidos en esta ocasión por el jesuita Gilberto Freire, rector del Colegio Pio Latino en Roma (Italia).

Las Catequistas Sopeña somos una congregación religiosa de derecho pontificio que, desde 1901, constituye el Instituto Catequista Dolores Sopeña. Tenemos una espiritualidad cristocéntrica, eucarística, mariana e ignaciana. Vivimos un nuevo estilo de consagración religiosa basada en la presencia en medio del mundo y nos dedicamos a la promoción humana y a la evangelización de la familia trabajadora, especialmente en los sectores más alejados de la Iglesia.

Somos “mujeres para los demás”. Nuestra misión es dar a conocer a Dios como Padre y trabajar para crear condiciones mejores que permitan que todos vivamos con la dignidad de hijos de Dios y como hermanos. Nuestra consagración plena y nuestro estilo de vida sencillo, nos permite movernos y llegar a cualquier parte del mundo.

 

LIDERAZGO DE LA MUJER EN LA IGLESIA

La revista Vida Nueva abordaba recientemente en sus páginas el asunto de la presencia, posición y responsabilidad de las mujeres en la Iglesia.

A través de una entrevista a la recién nombrada presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), Jolanta Kafka, se reflexiona sobre un tema complejo sobre el que existen muchísimas diferencias de enfoque.

Con sus respuestas, Jolanta Kafka, representante de una entidad que acoge a más de 450.000 religiosas de todo el mundo, viene a decir que en el camino de lograr una mayor inclusión de la mujer en los puestos de decisión “se está yendo lento, pero se está caminando. Hay un camino. Seríamos injustas diciendo que no se ve ningún signo. Sí, se ven signos de un camino. Hay que ser conscientes de que los procesos no dependen solo de Roma, sino del mundo entero. Los ritmos en la Iglesia y en la vida religiosa son diferentes en los diversos lugares. El modo de incluir a todos es respetar”.

En su editorial, algo más osado, Vida Nueva expone ideas como que “la Iglesia y la sociedad necesitan hoy más que nunca a estas mujeres proféticas empoderadas, contemplativas en la acción, que desde la fidelidad creativa caminen junto y detrás de los últimos, pero también delante”.

La revista, asimismo, ha querido contar con la aportación de las Catequistas Sopeña.

Miryam Ávila, superiora general de nuestro Instituto Catequista Dolores Sopeña, y Dolores –Lola- Quesada, juniora y recién titulada en Teología por la Universidad de Comillas, coinciden en que, sin cargos, las mujeres, las religiosas, han tenido que asumir desde siempre un papel de liderazgo al frente de escuelas, hospitales, cooperativas… en todo el mundo.

También sintonizan en subrayar que liderazgo siempre entendido como servicio.

Bien es verdad que el papel de la mujer hoy en la Vida Consagrada es objeto de impulso desde los medios de comunicación, pero las religiosas casi siempre “hemos tenido que llevar la delantera, arriesgando”. “Que hoy se nos visibilice, ayuda”, precisa Lola Quesada.

El tan manido empoderamiento femenino lo heredaron las Catequistas Sopeña directamente de su fundadora, de su inspiración, puesto que siempre apostó por la formación de las mujeres como forma de tomar las riendas de sus vidas y de las de sus familias.

Esa mirada profética de Dolores Sopeña se traduce actualmente en la importancia que hoy en día le damos en el Instituto Catequista a la formación de las junioras.

Según explica Miryam Ávila, “en la Congregación buscamos que la joven se prepare teológicamente y se especialice en una carrera civil”. A quienes llegan al Instituto sin estudios universitarios se les aconseja prepararse en áreas como administración de empresas o recursos humanos, que nos serán tremendamente útiles en el ámbito de nuestra principal obra apostólica, que es la Fundación Dolores Sopeña.

En su caso es ingeniera industrial, mientras que Lola Quesada es pedagoga.

Puedes ver el contenido completo de la revista aquí.

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