SOY CATEQUISTA SOPEÑA Y OBVIO QUE…

Las Catequistas Sopeña somos religiosas que vivimos un nuevo estilo de consagración religiosa, basado en estar presentes y llevar a cabo nuestra misión en medio del mundo.

Nos dedicamos a la promoción humana y a la evangelización de las familias trabajadoras.

No llevamos hábito y vamos vestidas de calle porque creemos que así podemos acercarnos mejor a las personas más alejadas de Dios y de la Iglesia.

La consagración plena y nuestro estilo de vida sencillo, nos permite movernos y llegar a cualquier parte del mundo.

Somos mujeres con vocación misionera formadas para “vivir a la intemperie”, allí donde estén los hombres y mujeres a quiénes hay que salir al encuentro, allí donde hay que anunciar el Evangelio.

No somos Catequistas Sopeña porque impartamos Catequesis, sino porque entendemos la fe como un proceso continuo en cada una de las personas, y a eso dedicamos nuestra vida.

Escuchamos a la Dios en el silencio de la oración para luego poder escuchar en el día a día de las personas con las que nos relacionamos, de las que salimos a su encuentro.

La oración es nuestro motor espiritual. A diario dedicamos momentos de silencio, de reflexión, de adoración eucarística, para agradecer, para pedir a Dios, para experimentar el amor de Dios y comunicarle nuestro amor.

Nuestra congregación es la institucionalización del carisma de Dolores Sopeña, que hunde sus raíces en la espiritualidad ignaciana, basada en el servicio humanitario a las clases más desfavorecidas.

En los Centros Sopeña repartidos por todo el mundo a través de la Fundación Dolores Sopeña, nuestra principal obra apostólica, ofrecemos oportunidades de superación a todas las personas a través de una formación integral e individualizada.

¿Quieres conocernos mejor? ¿crees que tu vocación puede encontrar su lugar entre nosotras?

 

 

 

 

SEGUIMOS CAMINO HACIA LA SANTIFICACIÓN

A punto de cumplirse el vigésimo primer aniversario de la Beatificación en Roma de Dolores Sopeña, celebrada por San Juan Pablo II el 23 de marzo de 2003, las y los continuadores de su Carisma seguimos en el camino que nos lleva hacia su santificación.

¿Sabes lo que es un proceso de canonización y qué hitos implica?

Para resolver estas y otras dudas y curiosidades, hace ya cuatro años  estrenamos la web Canonización de Dolores Sopeña, con el objetivo de impulsar y mantener viva la Causa y aglutinar en un sitio toda la información que sobre el proceso se fuera produciendo.

Hoy en día es un sitio web con multitud de visitas, que manifiestan una creciente y gozosa necesidad de saber y de ampliar información y muchas solicitudes de reliquias, de intercesión, ofrendas y, en definitiva, de acercamiento al Carisma y conocimiento de la espiritualidad y vida de la Beata.

La web muestra a Dolores Sopeña, modelo y referente de una vida plenamente generosa con el prójimo, entregada a Jesús y comprometida con Cristo. Una inspiración para quienes a día de hoy llevamos adelante la misión compartida que ella con mucho esfuerzo construyó.

Tanto el Instituto Catequista Dolores Sopeña como el Centro Directivo de la Causa de Canonización se unieron para homenajear de esta manera a una mujer excepcional que, a finales del siglo XIX y durante los primeros años del siglo XX, creó su Congregación religiosa y las semillas de lo que será su principal obra apostólica, la Fundación que lleva su nombre.

Pero mucho antes, dedica parte de su juventud a crear asociaciones y escuelas donde se alfabetiza y se enseña el Catecismo en Puerto Rico primero, luego en Cuba y finalmente en España.

Su intensa y diversa actividad misionera da como fruto, además, en 1892, la Asociación de Apostolado Seglar, origen del Movimiento de Laicos Sopeña.

Es la fundación del Instituto Religioso lo que viene a sostener espiritualmente a la asociación laical.

El proceso de Canonización tiene hoy en Roma, pendiente de estudio, un presunto milagro atribuido a la intercesión de Dolores Sopeña, y se inició en 1928 por el entonces obispo de Madrid. El camino de su santificación continúa adelante.

Los Centros y Escuelas de la Fundación Dolores Sopeña en todo el mundo celebran con distintos actos de homenaje esta hermosa fecha, principalmente centrados en exaltar los valores cristianos contenidos en el Carisma Sopeña.

CON ELLA COMENZÓ TODO

La Beata Dolores Sopeña fue esa clase de mujeres, iluminadas por Dios que, a su vez, inspiran a quienes les rodean.

Hoy Catequistas Sopeña, laicos y laicas, alumnos y alumnas, donantes, admiradores… y miles de personas más que han podido conocerla, mantienen más vivo que nunca el legado de una mujer excepcional.

Dolores Sopeña nació un 30 de diciembre en 1948 en un pueblo de Almería, Vélez Rubio, en el que aún se conserva intacta su casa natal.

Desde bien niña enfrentó dificultades para llevar a cabo lo que, estaba segura, era su fortaleza y su misión.

Con una firme y sólida confianza en Dios, sus ojos enfermos pudieron mirar y ver a quién sufría carencias e injusticias a su alrededor.

Pero también supo mirar y motivar a aquellas personas que, viviendo con abundancia y comodidad, tenían sensibilidad social e inquietud apostólica.

No fue una labor fácil, pero su tenacidad logró la creación del hoy Instituto Catequista Dolores Sopeña y la formalización de la Fundación Dolores Sopeña, la principal obra apostólica extendida por buena parte del mundo.

Hoy 10 de enero, conmemoramos como Día de Dolores Sopeña, el día de su fallecimiento, que ocurrió en Madrid en 1918.

ella comenzó

Como cada año, esta fecha y otras importantes en su biografía, los que nos enamoramos un día de su Carisma honramos su muerte celebrando la vida que nos dejó.

Se la honra, por tanto, en los Centros Sopeña y en las Misiones repartidas por Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España e Italia.

Miles de personas que han pasado por ellos la conocen y saben de su historia emocionante. Saben, porque lo viven, que su empeño mejoró las condiciones de vida de familias trabajadoras que pudieron formarse.

Su visión humanizadora del Evangelio hizo que su lucha se encaminara a ofrecer oportunidades, centrándose en el mundo del trabajo, para que más personas vivieran con dignidad.

¿Quieres saber más de su apasionante biografía?

UN DON QUE SE RECIBE Y SE COMPARTE

Vivir la fe como como un don que se recibe y se comparte con amor al prójimo fue la herencia que recibió Nuria Barrasa, Laica Sopeña, de su familia.

Esas experiencias vividas hicieron que su fe fuera creciendo día a día y revelaron su vocación, que lleva a cabo hoy, como profesora, en el Centro Sopeña de Sevilla.

Ella cree que el regalo de la fe es un don, un bien para compartir y transmitir. Además, en un artículo para la revista ICONO, Nuria Barrasa nos cuenta la importancia del aprendizaje como agente evangelizador en la tarea educativa. Esa formación que ella tiene la suerte de recibir la vuelve a reencontrar con Dios a través de las personas que la rodean.

Puedes leer completo aquí este interesante artículo:

LA FE ES UN REGALO QUE HAY QUE CUIDAR

Tuve la suerte de nacer en una familia que me enseñó desde muy pequeña que Dios se hace presente en todos los momentos de nuestras vidas y que me dio la herencia más importante que se le puede dar a una niña, unos valores que me fundamentan y me sostienen y que intento transmitir a los que me rodean.

A día de hoy, tengo la certeza de que, si optas por seguir a Dios y vivir desde su propuesta, la vida tiene sentido con mayúsculas.

De una fe de niña a una fe de joven

Afirmaba Benedicto XVI que la fe crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Esto lo pude descubrir gracias a las Hijas de la Caridad en mi infancia y adolescencia. Todas las experiencias de servicio que compartí con ellas (acciones con colectivos desfavorecidos, colaboraciones en comedores sociales, acompañamiento a niños sin hogar, colonias de verano con niños sin recursos…) me llevaron a encontrar a Dios en el otro y a recibir muchísimo más de lo que yo podía dar. Estas experiencias, junto con los momentos de oración, convivencias, escuelas de formación de catequistas y la participación en la Jornada Mundial de la Juventud en Roma, hicieron que mi fe de niña fuera convirtiéndose en una fe de joven, decidida a encontrar la vocación a la que fui llamada.

Llamada a evangelizar

Mi proyecto de vida apostólica que se hace realidad hoy en la familia Sopeña, donde puedo acompañar cada año a personas que vienen buscando una titulación profesional, y que, gracias a la labor de toda una Comunidad educativa, encuentran su vocación. Una Comunidad en camino que, a través de su labor pastoral, llega a jóvenes y adultos que nunca han tenido la oportunidad de conocer a Dios.

Para llevar a cabo esta misión, no puedo dejar de mencionar la importancia de estar en continuo aprendizaje, desaprendiendo para aprender, siendo consciente de la relevancia de la formación del agente evangelizador en la tarea educativa. Cada curso nos enfrentamos a nuevos retos a los que dar respuesta y debemos prepararnos para el precioso desafío de acompañar personas desde su realidad.

el don de compartir la fe

Formación que impulsa a la acción

Quiero compartir desde estas líneas, lo afortunada que fui el curso pasado de poder recibir una formación de Escuelas Católicas en la Universidad de Loyola.  En ella he vuelto a reafirmar mi fe y a sentir que estoy donde Dios quiere que esté.

Tratamos muchos temas fundamentales para un liderazgo educativo que me han interpelado y me han llenado de proyectos e ilusiones. Al igual que me pasaba cuando era adolescente, los ponentes y los compañeros han vuelto a ser para mí un encuentro con Dios a través del otro.  Tengo la certeza de que Dios me habla a través de las personas que me rodean.

Laicos y religiosos de diversos carismas hemos compartido vida en esta formación y hemos creado redes de colaboración fraterna entre nosotros.

Creo cada vez con más firmeza que la Escuela Católica debe estar unida y debemos tejer redes con parroquias, asociaciones religiosas, hermandades… que nos lleven a transmitir el evangelio con nuevas metodologías que se adapten a nuestro mundo actual. Debemos ser capaces de crear espacios de encuentro para niños, jóvenes y adultos donde puedan tener experiencia de Dios.

Debemos ser contadores de historias que lleguen al corazón de cada uno de ellos igual que lo hicieron nuestros predecesores con nosotros.

Como dice el Papa Francisco una comunidad cristiana debe acoger a las personas tal como son, como Dios las ve, con la mirada del amor”. Porque “Dios ve nuestros límites, es verdad, y nos ayuda a sobrellevarlos; pero Dios mira sobre todo al corazón, y ve a cada persona en su plenitud”.

La fe en comunidad

Y para ello es fundamental tener momentos de oración, de encuentro personal, de silencio, porque solos no podemos. Nosotros no somos la misión, sino que llevamos a cabo la misión de Dios y para ello debemos ponerle a Él en el centro.

Es importante tener una comunidad de fe que te impulse y que camine contigo. Como los primeros cristianos que vivían con alegría y sencillez de corazón.

El evangelio siempre debe ser la fuente y la Eucaristía compartida nuestro lugar de encuentro con Dios y con nuestros hermanos.

¿TÚ TAMBIÉN QUIERES SER DOLORES?

Las Catequistas Sopeña lo somos porque un día, de alguna y variada manera, conocimos a Dolores, nuestra fundadora, y nos enamoramos de su Carisma, de su espiritualidad, de su forma comprometida y valiente de estar en el mundo y estar para los que convivieron con ella.

En muchos casos, se trató de un auténtico flechazo de amor a Dios y comunión con la forma en que Dolores Sopeña, mujer adelantada a su tiempo, descubrió el modo de dar a conocer a Dios a todas aquellas personas alejadas por desconocimiento, malas experiencias o prejuicios.

Su sensibilidad a las problemáticas sociales de finales del siglo XIX se plasmó en la promoción humana, el anuncio de Jesucristo y la construcción de un mundo fraterno, como las formas honestas y creíbles de vivir y hacer vivir el Evangelio.

En la publicación Las Catequistas Sopeña nos cuentan, se ponen de manifiesto los rasgos de nuestro Carisma y los elementos esenciales de este estilo de consagración a Dios.

Una a una, expresamos cómo recibimos la inspiración con la que Dios nos llamó, cómo vivimos la oración, nuestra respuesta apostólica en la actualidad o la experiencia de vivir en Comunidad.

La personalidad de la fundadora del Instituto Catequista, la Beata Dolores Sopeña, es el motivo de muchos de los acercamientos a la institución, constituida en 1901.

Te animamos a leerlo y conocernos un poco más.

En el vídeo Yo soy Dolores, que también te invitamos a ver es evidente la convicción y la felicidad en nuestras vidas.

Una confianza que ya aprendimos de Dolores Sopeña, quien aseguró que “Nos arrojamos en sus amorosos brazos, y entonces todo lo podemos y somos conducidas adonde no podíamos imaginar, y hace Apóstoles y Fundadores y todo cuanto le place, porque Él lo es todo y lo puede todo”.

Y tú ¿también quieres ser como la Beata Dolores Sopeña? ¿Quieres continuar con la Misión que hace más de un siglo ella comenzó? ¿Quieres darle un sentido a tu vida a través de la consagración a Dios y la vocación de servir a los demás?

¡Conócenos!

HACER DE TODOS UNA SOLA FAMILIA

Como decía San Juan XXIII, en la Humanidad, en la familia humana y contando con todas las diferencias posibles, “es mucho más fuerte lo que nos une que lo que nos separa”.

Nos conviene entender cuanto antes y no olvidar esta verdad que nos recordaba el Papa y que nos rememora también Ángela Franco, Laica Sopeña en Bogotá (Colombia), en un artículo para la revista ICONO de los Padres Redentoristas.

También se materializa en uno de los sueños de nuestra fundadora, la Beata Dolores Sopeña, sobre “hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús” porque todos, sin duda, somos hijos del mismo Dios, del mismo Padre Celestial, que es el objetivo y fin de nuestro caminar. Es camino, verdad y vida.

Solo hemos de querer conocernos y conocerlo a Él, tener esa posibilidad, para poder amarlos, especialmente a los más débiles y vulnerables.

Puedes leer el artículo completo a continuación:

LA FAMILIA HUMANA

La familia humana crece cada vez más y, como dicen las madres, ningún hijo es igual a otro, del mismo modo que ninguno de los dedos de la mano se parece. Sin embargo, no importa la variedad, extrañeza y desconocimiento que podamos tener sobre nuestros hermanos, pues nuestro Padre Celestial sabe cuántos cabellos tiene cada uno, sus necesidades, sueños, pesares.

La persona humana

Las definiciones a menudo son odiosas, porque dejan por fuera aquello que no se ajusta a ellas. En este sentido, el concepto de persona no ha sido la excepción. Se ha llegado a reducir a la persona a su racionalidad, a su capacidad de discernir, reflexionar, tomar decisiones y nada más. Entonces, ¿los fetos, niños, ancianos e individuos con capacidades diferentes no son personas, no merecen nuestra protección?

Por otro lado, se ha trasegado al intentar comprender este vocablo, que nos refundimos en lo mental, emocional, social, espiritual y en otras tantas dimensiones que quieren dar cuenta de quiénes somos y de lo que somos capaces de hacer y… adivinen… enredamos la pita pensando en múltiples elucubraciones, nos extraviamos y perdemos de vista a la persona de carne y hueso que está frente a nosotros.

Yo, particularmente, adopto la definición que nos ha aportado el Cristianismo, que es la siguiente:  Uno, la persona superior o Trinidad o Persona Divina; dos, la persona humana; y tres, las infrahumanas, es decir, los animales. Por otro lado, a nosotros, como personas humanas que somos, que ostentamos la razón, se le suma la libertad que nos es intrínseca y el espíritu. Este último, el espíritu, es el que nos acerca a la divinidad, nos diferencia de los animales y nos otorga la identidad: ser hijos de Dios. La dignidad humana es esta y la poseen todas las personas, sin distingo alguno.

Asimismo, esto implica que todas las personas humanas, absolutamente todas, son sujetos de derecho y protección. Por ello, se han marcado especificidades con relación a los derechos humanos para incluir a muchos grupos poblacionales en sus diferencias, con el fin de que el derecho a la igualdad se mantenga.

La pulverización de la persona humana

En los tiempos de Adán y Eva, la desnudez era signo de inocencia, bondad y transparencia. Sin embargo, cuando entra la tentación, la desobediencia, la mentira y el pecado, la inocencia, la bondad y la transparencia tuvieron que cubrirse porque se tornaron pecaminosas. ¿Y qué hicieron Adán y Eva? Se cubrieron; tejieron vestidos de hojas de parra y velaron sus cuerpos al igual que sus personas.

En los tiempos actuales, pareciera que Jesucristo no hubiera venido a devolvernos esas virtudes primeras, pues continuamos tapados, cubiertos, velados y nos vestimos con diversos y muy diferentes materiales, tan extraños unos de otros que nos desconocemos y rechazamos. En lugar de la igualdad, parece que reina la diferencia en pensamientos, sentimientos, acciones, ideas, identidades, ideologías, creencias.

Familia Sopeña

La construcción de guetos pulula y no la hermandad. Las diferencias emergen, en lugar de la igualdad. El rechazo de unos grupos a otros ha producido bullying, acosos, violencias, guerras porque no se peinan igual ni oyen la misma música ni tienen la misma identidad sexual, la misma condición económica, social, el mismo color o sexo, la misma ideología, la misma creencia religiosa o política; o, simplemente, porque unos se creen con más derecho que los otros.

El Papa Bueno, San Juan XXIII, ya nos había alertado sobre una gran necesidad, qué bueno atender a esta verdad: “Es mucho más fuerte lo que nos une que lo que nos separa”.

Hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús

Uno de los sueños de la Beata Dolores Sopeña es “hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús”.

  • Esta palabra entra en coherencia con la Iglesia Católica Universal, abierta para todos.
  • Una sola familia. No dos ni tres ni cuatro, una sola familia cuya unión se fundamenta en que todos sus miembros son hijos del mismo Padre Celestial.
  • En Cristo Jesús. La familia humana se une en torno a Cristo Jesús, nuestro redentor. Con él, todo tiene un norte. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Dolores insiste en que “las personas no se aman porque no se conocen”. En estos tiempos en los que la familia humana está creciendo en miembros nuevos, dejémonos guiar por Dolores y empecemos a conocer a nuestros hermanos para aprender a amarlos. Igualmente, como nos dice la Beata, tengamos en la mira a los más vulnerables, a los hermanos que necesitan más que igualdad porque están enfermos, desempleados, encarcelados, desamparados, solitarios, abandonados, indefensos, en peligro o en riesgo de ser explotados, abusados. Jesús nos necesita para amar y cuidar de todos los miembros de la familia humana.

LAICOS Y CATEQUISTAS HACEMOS CAMINO EN BARCELONA

Laicos y Catequistas Sopeña retomamos este fin de semana próximo en Barcelona el XXXIII Encuentro Peregrinación siguiendo los pasos de Dolores Sopeña en la capital catalana, en el Monasterio de Santa María de Montserrat, abadía benedictina situada en la montaña de Montserrat, y la Cueva de Manresa, en la ciudad cuna de la orden jesuita.

Nuestra fundadora, a su vez, siguió a principios del siglo XX, concretamente en 1905 y 1906, los pasos de Ignacio de Loyola, quien marcó en ella una intensa espiritualidad ignaciana, con la intención inicial de realizar los Ejercicios Espirituales.

Los caminos, los senderos, los pasos que nos precedieron y los que nos sucederán, serán elementos en torno a los que girará este encuentro de la Familia Sopeña, que es consciente de la grandeza de una misión compartida desde dos compromisos vocacionales diferentes.

Nos reuniremos más de 150 personas con el objetivo también de compartir la alegría misma del encuentro, la comunión y la oración, así como gustar y sentir la novedad del Carisma Sopeña y visitar lugares significativos para Dolores Sopeña: Barcelona (1905), Montserrat (1906) y Manresa (1906), donde nos alimentaremos también de sus fuentes de inspiración.

Los frutos de este encuentro fraternal los iremos viendo y contando próximamente. Podéis seguir pendientes de nuestros perfiles institucionales en las redes sociales y en esta misma web.

Encuentro Barcelona

EL LIDERAZGO DESDE EL EVANGELIO

Lejos del mundo empresarial y del profesional, Javier Castellanos Reyes, Laico Sopeña en Quito (Ecuador) nos comparte otras formas de liderazgo, más cercanas a ese gran líder que fue Jesús hace más de 2000 años.

Desde su experiencia, plasmada en un artículo para la revista ICONO, él conoció allá por su adolescencia y como miembro de los Jóvenes Sopeña en Ecuador una forma de guiar, de ser líder, muy empática y cercana, que llevada a cabo por las Catequistas Sopeña.

Era y es una forma de acompañar y de mostrarse como líder desde el Evangelio y, desde luego, impregnado del Carisma Sopeña, “potenciando los dones que teníamos cada una de las personas que nos encontrábamos allí y en ese momento”, explica Javier Castellanos.

Puedes leer aquí el artículo:

 

LIDERAZGO EN EL MUNDO ACTUAL

En tu empresa, organización, institución, tú eres ¿jefe o líder?; qué necesita el mundo actual ¿jefes o líderes?; quizá antes no nos cuestionábamos esta disyuntiva, simplemente en las empresas había jefes y empleados. También ha ocurrido que en diferentes épocas han existido notables personajes que han liderado grandes transformaciones en el mundo, pensemos que hace más de 2.000 años existió un ejemplo que guardaba todas las características de un auténtico líder. Su nombre era Jesús.

 ¿Jefe o Líder?   

 Hasta finales del siglo XX las estructuras organizacionales tenían un enfoque vertical de administrar las empresas; es decir, existían mandos jerárquicos, mandos intermedios y manos operativos como por ejemplo una clásica estructura: Director, Gerente, Sub Gerente, Jefe Regional, Jefe de Zona, Jefe de Sucursal, Jefe de Departamento, Operarios; estas estructuras eran poco flexibles a los cambios; y, principalmente, derivaban en procesos altamente burocráticos que cargaban de ineficiencias a las industrias. En este entorno organizacional de enfoque de administración vertical el papel del jefe se enmarcaba en asignar una tarea a un empleado y vigilar que sus órdenes se cumplan estrictamente.

Una consecuencia directa era que el talento humano no era reconocido como la pieza clave de las instituciones; por lo tanto, no se tenía una cultura de promover el desarrollo del colaborador, potenciando sus habilidades y conocimientos, inclusive motivando la parte creativa que aporte a la innovación, lo que en la actualidad es el factor de crecimiento cualitativo en las empresas.

Nuevos estilos de liderazgo

Los nuevos desafíos de innovación tecnológica, de productos, de servicios, entre otros, han derivado en que el clásico rol de “jefe” esté siendo sustituido por el rol de “líder”; el cual ya no basa su potencial únicamente en sus conocimientos, sino que además debe tener inteligencia emocional, creatividad, pensamiento estratégico; y un conocimiento claro de la misión y la visión de la empresa.

Antes se pensaba que los altos directivos debían estar completamente alejados de los pequeños detalles; y que, únicamente debían permanecer inspirados en lo alto de la montaña, planificando la estrategia y recibiendo retroalimentación de la alta gerencia; nada más alejado de la realidad, se ha demostrado que los grandes líderes empresariales son aquellos que conocen y comprenden la integridad del negocio, a su gente y a su entorno. Por lo tanto, se reconoce que juegan un rol importante para que las cosas se ejecuten, se lleguen a realizar.

Adicionalmente, ahora se han acentuado los ambientes colaborativos en el que las estructurales empresariales están cambiando de una relación vertical a una relación más horizontal, los equipos ya no se forman por silos de conocimiento o expertos en algún tema, sino por equipos multidisciplinarios expertos en diferentes áreas del conocimiento; y, además, con un alto potencial para desarrollar sus habilidades blandas de innovación y creatividad.

Sembrando el liderazgo cristiano

 Recuerdo en mi adolescencia cuando estaba en el grupo juvenil y, claro, como en toda organización, nombrábamos a nuestro coordinador, pero además estaban los colaboradores adultos laicos que ayudaban en la formación de los jóvenes adolescentes; y, también recuerdo con mucho cariño que estaba la Catequista Sopeña, quien lideraba las sesiones y actividades en general que hacíamos los grupos juveniles.

Liderazgo de Jesús

Empecé a notar en estos grupos juveniles algunos rasgos que se evidenciaban de manera natural, sin recurrir tanto a la teoría empresarial que, años después, me tocaría aprender. Me permito comentarles alguno de estos rasgos.

A nuestra Catequista Sopeña nunca la observé dando órdenes, por el contrario, nos guiaba para formarnos y conocernos a nosotros mismos, nos cuestionaba si los valores negativos que nos ofrecía la sociedad realmente valían la pena apostar por ellos, creo que con todo esto trataba de mostrarnos las enseñanzas del evangelio.

Sin duda, lo que más nos impactó fue su ejemplo, su testimonio de vida, un fuego que quedó en nuestros corazones, pensábamos que Jesús también debió haber sido una persona de ejemplo, de guiar, de mostrar el camino, de hablar con asertividad sin herir a nadie, potenciando los dones que tenían cada uno de sus discípulos, el tipo de liderazgo que Él les estaba dejando tenían que replicarlo en cada Comunidad a la que fueran por todo el mundo.

También recuerdo con mucha nostalgia nuestros encuentros juveniles, estos espacios fueron una oportunidad de aprender cómo se llevaba la coordinación en otras ciudades, y mi sorpresa fue que era muy similar, es decir, este liderazgo en el fondo estaba acompañado de una Carisma de una forma de vivir en Comunidad, el Carisma de la Comunidad Sopeña.

Liderazgo y cambio

La época actual es de constantes cambios, por aquello de los nuevos estilos de liderazgo empresarial; y, particularmente el liderazgo cristiano debe también ser ágil y adecuarse a estos cambios.

Tenemos que llegar a más jóvenes que, ante la necesidad de alguien que guíe su vida, muchas de las veces caen en manos de las pandillas juveniles donde ciertamente se ejerce un liderazgo negativo lleno de antivalores. También en las empresas los adultos son guiados por falsos líderes, por el camino fácil de la corrupción; nosotros quienes hemos tenido la valiosa oportunidad de recibir la mentoría de grandes líderes cristianos y líderes empresariales tenemos la obligación de ser los embajadores del cambio en el mundo del trabajo, en nuestros barrios, en nuestra Comunidad, buenos líderes cristianos en el mundo actual.

 

JÓVENES, ESPERANZA DE UNA IGLESIA VIVA

El Papa Francisco, en un viaje a Bahréin en noviembre del año pasado, nos recordó que necesitamos a los jóvenes. La sociedad necesita de su alegría y su pizca de locura, de su creatividad, su valentía y sus sueños.

Coincide en esto Alfonso Muruve, sacerdote en los Centros Sopeña Sevilla, tal y como nos cuenta en el artículo para la revista ICONO y que reproducimos a continuación.

Acostumbrado desde hace veintiséis años a trabajar, junto a las Catequistas Sopeña, con jóvenes que reciben formación integral en los dos Centros Sopeña de Sevilla, considera que acompañar a la juventud no es solo necesario, sino que es mucho más. Es oportunidad y reto.

“Tenemos que hacer que alumnas y alumnos sientan que son la esperanza de un mundo mejor y de una Iglesia viva”, apunta Alfonso Muruve en su texto.

ACOMPAÑAR A JÓVENES: OPORTUNIDAD Y RETO

Son veintiséis los años que llevo en la docencia en el centro de formación de la Fundación Dolores Sopeña en Sevilla (cosa que agradezco enormemente) y creo que acompañar a los jóvenes, no solo es necesario, sino una oportunidad y un reto.

Empiezo por lo positivo que se descubre en la juventud, que a diferencia de otras épocas no siempre se resalta, ya que en muchas ocasiones nos quedamos con los comentarios y noticias que afean a la juventud actual.

alfonso con  jóvenes

Los jóvenes con los que me encuentro en el aula son creativos, sinceros y abiertos a una palabra y a reflexiones de las que están ausentes. Los alumnos que llegan a nuestro Centro Sopeña para formarse profesionalmente, en su mayoría, han decidido estudiar el ciclo en el que están, lo que muestra un interés por lo que estudian y un cambio en sus vidas, que les favorece crecer no sólo académicamente, sino también madurar.

Destaco con palabras del Papa Francisco que a “los jóvenes, los necesitamos, necesitamos su creatividad, sus sueños y su valentía, su simpatía y sus sonrisas, su alegría contagiosa y también esa pizca de locura que saben llevar a cada situación, y que ayuda a salir del sopor de la rutina y de los esquemas repetitivos en los que a veces encasillamos la vida”. (Viaje apostólico a Bahréin, 5 /11/2022)

Acompañar como oportunidad.

Así entiendo el acompañar a nuestros jóvenes hoy. Una oportunidad. Nuestro Centro Sopeña, quiere y trabaja por carisma e ideario, no sólo formar académicamente, profesionalmente, sino humanamente a nuestro alumnado. Una formación humana que haga que nuestros alumnos y alumnas sientan que “son la esperanza de una sociedad mejor, de una Iglesia más viva”, que “son el presente y el futuro”. Que “no tengan miedo de su juventud, que no dejen que sus fragilidades los paralicen, que no se resignen a la idea de ‘que de todas formas no podemos hacer nada’. Todo el mundo puede y debe hacer su parte.” (Papa Francisco a los jóvenes italianos, 18 de abril de 2022).

Acompañar desde el carisma Sopeña es ayudar y colaborar a que los jóvenes sepan despertar lo bueno que tienen, sus dones y cualidades. Que descubran su vocación y den consistencia a sus vidas. Acompañar es ofrecerles un hombro en el que apoyarse en sus situaciones difíciles y una mano amiga para subrayar lo bueno. Significa salir al encuentro de sus personas y situaciones, para que sientan cercana nuestra presencia.

Alfonso aula jóvenes

Acompañar es la oportunidad de enriquecerse con la creatividad y alegría, que los jóvenes expresan.

En el día a día de mi presencia en el aula, se descubren situaciones muy difíciles que están viviendo los jóvenes, situaciones familiares que les desbordan. Críticas sociales que les van minando su esperanza. La situación laboral que esperan no es muy favorable y todo esto hace que haya decepciones y frustraciones en muchos de nuestros jóvenes. Esto y otras situaciones hacen urgente el acompañar personas y procesos.

Acompañar como reto.

Todo reto es apasionante y nos invita a buscar las herramientas necesarias para poder conseguir lo que se plantea.

Estar con jóvenes es un continuo reto ya que en la etapa educativa en la que se encuentran no están, en su mayoría, con una personalidad definida. Esto nos reta a buscar la manera más adecuada para que se les ofrezca un camino con argumentos.

Es un reto acompañar, ante la gran indiferencia que encontramos en muchos jóvenes. Parece que todo les da igual y es difícil despertar interés en aquello que ha de ser fundamento en sus vidas, personal, social y laboralmente.

Es un reto acompañar ante la falta de esperanza que se respira en la sociedad. En nuestro caso, como ya citaba anteriormente se sitúan ante un mundo laboral difícil y unas condiciones de vida complicadas.

Es un reto acompañar desde su lenguaje verbal, no siempre educado y con dificultad en la expresión, que no es fácil de entender y de compartir. No sólo desde lo académico, sino sobre todo desde un lenguaje con el que han de afrontar el mundo laboral y su presencia social.

Es un reto acompañar, desde la presencia permanente de las redes sociales que informan, pero que a la vez deforman. Unas redes sociales que distraen de lo fundamental y que sustituyen a un lenguaje presencial. Unas redes sociales que hacen del aprendizaje un pegar y copiar y no llevan a una reflexión personal.

Es un reto acompañar desde la inmediatez que no genera espacios de reflexión y contraste en las decisiones y formas de vida. Todo para el momento y en el momento. Es urgente lo innecesario y se pospone lo necesario en el plano personal y social.

Oportunidad y reto, actitudes y disposición positiva que acompañan mi presencia en el aula, para colaborar en la construcción de buenas personas y buenos profesionales con el perfil Sopeña.

LA FELICIDAD DE CONFIAR EN DIOS

La felicidad parece convertirse por momentos y épocas en el bien más preciado, en el tesoro más codiciado, pero la realidad y el día a día de la sociedad nos empujan, en opinión de Servando Hermosa, laico Sopeña y docente y director académico de Infantil y Primaria en el Colegio Sopeña de Badajoz, hacia un estado de bienestar ficticio, que tiene más que ver con el tener que con el ser.

Preguntando a sus alumnos, niños pequeños, acerca de cuándo y por qué se sienten felices e invitándoles a colaborar en la elaboración de un decálogo para alcanzar ese codiciado estado de satisfacción, Servando ha observado que “la verdadera felicidad es aquella que no tiene un valor económico y sí rebosa de empatía, confianza en Dios y pensar en los demás”.

Y así nos lo transmite en este artículo para la revista ICONO de los Padres Redentoristas que queremos que leáis también vosotros. Porque las Catequistas Sopeña sabemos que los niños tienen mucho que enseñarnos sobre la confianza en Dios.

SER FELICES, ¿UNA MISIÓN IMPOSIBLE?

¿Es posible ser feliz en estos tiempos que vivimos? Ser felices parece que se ha convertido en esa gran carrera por conquistar, al igual que un día sucedió con la llegada a la Luna.

 Tras estas fiestas navideñas, llenas de empachos, consumismo, celebraciones, Black Fridays, rebajas…y retomando la normalidad del curso escolar se me ocurrió preguntar a mi alumnado si había sido feliz durante este tiempo de vacaciones. Me sorprendió la gran variedad de respuestas: unos habían sido muy felices porque vieron a sus abuelos y primos; otros no porque SS.MM de Oriente no habían traído todo aquello que pidieron en sus cartas; otros, que les habían parecido muy cortas las vacaciones; otros habían estado muy tristes porque no habían podido ir al pueblo a ver a sus amigos…

En ese momento, me vino a la mente un post de Mario A. Puig que publicaba en redes sociales recientemente: “La empatía no solo nos ayuda a conectar mejor con otras personas, sino que además tiene un impacto positivo en nuestra salud”. Añadía a esa frase que cuando buscamos empatizar con los demás, liberamos oxitocina en la sangre, esta hormona tiene una función protectora del corazón y además potencia el sistema inmune.

¿Habría liberado esa hormona mi alumnado? ¿Eran conocedores de su existencia? ¿Buscaban ser felices? Casualidades de la vida, el nuevo tema nos tenía guardado un reto de esos que podían ayudar a conseguir esa ansiada felicidad: “Escribe un decálogo para ser felices”.

El secreto de la felicidad o Lo que Dios quiere.

Como en cada unidad, busqué, preparé y diseñé una situación de aprendizaje que promoviera la consecución de esos objetivos curriculares planteados en el área de Lengua y, como dicen que los teléfonos nos escuchan, me saltó un reel de un perfil relacionado con la religión, donde el Padre Jorge Loring daba las claves de la felicidad: “El secreto de la felicidad es hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”.

¿Qué quería Dios para nosotros? Un mensaje claro, sencillo y simple: que fuéramos felices. En ocasiones nos refugiamos y acudimos a Él, nos empeñamos en pedirle lo que creemos que necesitamos o pensamos que es lo mejor para nosotros, sin dejar que Dios haga lo que convenga o crea que es lo mejor para nosotros.

Loring, daba más claves en su discurso: “Pide lo que crees que conviene, pero si Dios no lo hace, tan contento como si te hubiera hecho caso pues si ahora quiero lo que Dios hace, de esta forma salgo ganando siempre”.

Dios con los niños

Cuánto cuesta abandonarnos al Señor, confiar en su voluntad, nos empeñamos en pedirle deseos, anhelo, pedimos por familiares o amigos enfermos, por el fin de una guerra cruel y sin sentido, donde no habrá ganadores, nos cegamos en el profundo convencimiento de que eso o aquello nos hará mejores o más felices… Las palabras de Jorge resonaron en mi interior varios días hasta que fui comprendiendo su mensaje ¿lograría hacer que mis alumnos/as también lo entendieran?

Decálogo para ser felices

Plantee varias dinámicas, juegos y actividades para que mi alumnado reflexionara sobre su felicidad, esa que se escribe con mayúsculas.  Porque para ser felices ¿necesitamos el último reloj inteligente con infinidad de aplicaciones o smartphone con todas las funciones actualizadas y mejoradas? o ¿podríamos prescindir de la última videoconsola con ultra procesador? o ¿esa prenda de ropa que llevan todos los influencers? Esa es la felicidad que nos venden y nos hacen creer que para ser feliz tenemos que tener, pero la verdadera felicidad es aquella que no tiene un valor económico y sí rebosa de empatía, confianza en Dios y pensar en los demás.

 No puedo ni tengo ese decálogo para ser felices, entre otras cosas porque creo que ese decálogo debe ser elaborado por cada uno de los que queremos conseguir esa ansiada felicidad en estos tiempos. Ser feliz es saber ver y sentir más allá de la persona, tener una sensibilidad o empatía como decía Puig en su post, liberar oxitocina a todas horas… o simplemente sonreír y ayudar a los demás que son los dos puntos que más se han repetido en los decálogos que mi alumnado ha realizado como prueba final de este reto.

Ser feliz, una tarea sencilla.

Tenemos muchos motivos para ser felices. Si miramos a nuestro alrededor, en el mundo hay guerras, luchas de poder a nivel político, cierta sensación de crispación, inseguridad por un virus que sigue dando repuntes de incidencias o por qué será lo siguiente que nos haga tambalear esa codiciada estabilidad emocional y social. Porque ser feliz puede ser una sencilla tarea y partir de una SONRISA que contagie y provoque esa oxitocina que impulse la felicidad del corazón.