DIOS ES EXPERTO EN INVITAR

Una invitación nos llega al corazón. No es necesario que lo que nos llega sea el qué, sino muchas veces, el cómo nos inviten o quién nos invite. Dios es experto en invitar.

En eso creo que estaremos de acuerdo con Eloísa Barcia, Catequista Sopeña en Santiago de Chile, quien nos comparte en su artículo “Una invitación inesperada” para la revista ICONO, una anécdota de Dolores Sopeña sobre la importancia que tiene la forma de invitar para conmovernos y aceptar esa invitación.

Como decíamos, Dios es experto en invitar y, en esa ocasión, la de la anécdota, nuestra fundadora invita mirando a los ojos, poniéndose a la altura del pescador. Claramente, es Dios quien le invita a través de ella, de Dolores Sopeña, y directamente le habla al corazón.

Aquí se nos propone convertirnos todos en mensajeros de esa invitación tan especial.

Puedes leer toda la historia aquí:

 

UNA INVITACIÓN INESPERADA

Estamos inmersos en un mundo de invitaciones. Las hay de todas clases, tamaños, formas, colores e intenciones. Está en la persona invitada “aceptar o no aceptar”.

Para invitar, puede ser adecuado un guiño de ojos, un movimiento de cabeza, una sola palabra. Sin embargo, y desde siempre, la invitación se puede presentar de manera más formal, como las invitaciones en tarjetas con letras góticas en dorado, en negro, en pergamino, en papel blanco, beige, en colores variopintos. También, las hay modernas, actualizadas y amigables con el planeta, como las de materiales reciclables y naturales. Y no se pueden quedar fuera las virtuales.

Invitaciones en la Biblia

La Biblia está llena de invitaciones que conmueven, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Imposible hacer un listado de ellas, aunque puede ser una tarea interesante.

Dios Padre es experto en invitaciones, aunque casi siempre lo hace a través de mensajeros. Ahí tenemos a María, tranquila en Nazaret, cuando se le aparece un ángel enviado por Dios que la saluda muy cariñosamente y la invita a aceptar lo impensable: ser madre del Hijo de Dios. Y María, humildemente, acepta.

Nos sorprende la propia voz del Eterno Padre que se escucha invitando directamente: “Este es mi Hijo Amado: escuchadle”.

Ahora, las invitaciones de Jesús no se quedan atrás: “Si quieres, ¡Sígueme!”; “Vengan a mí los que estáis cansados y agobiados”; “Pedid y recibiréis”. A Juan y a Andrés, cuando le preguntan dónde vive, Jesús les responde: “Venid y lo veréis”.

Evangelizar es sinónimo de invitar

A propósito de esto, recuerdo con emoción y cariño una anécdota que la Beata Dolores Sopeña relata en su Autobiografía, texto escrito a mano por obediencia a su director espiritual, dejando constancia al inicio de su porqué, y firmado con puño y letra, como queriendo resaltar razón de ello: “Dedicado a mis hijas para su enseñanza”.

Nos narra Dolores con su sencillez característica, que, en Sanlúcar de Barrameda, provincia de Cádiz, acompañada por un grupo de señoras, comienza la propaganda para los Centros. Allí se encuentra con un pescador cansado de su faena de toda la noche, sentado en la playa cosiendo sus redes.

“Las señoras que venían conmigo a la propaganda se quedaban asombradas; a un pescador que estaba remendando sus redes tendido en el suelo, sin permitirse levantar la cabeza para oír lo que le decíamos, me bajé yo al suelo para verle la cara y decirle muy callandito que yo le esperaba sin falta… Me miró y me contestó:

—Sin falta allí me tendrá usted”.

Veamos la escena: el pescador está cansado, no sabemos si pescó mucho o no, pero como buen pescador, a pesar del cansancio, remienda sus redes para la faena de la noche siguiente. Seguro no le interesa que le vengan a molestar, y mucho menos unas señoras desconocidas. Dolores tiene una misión, una misión que Dios le ha marcado a fuego en su corazón: darlo a conocer a quienes no le aman porque no le conocen. Entonces, se acerca, se abaja a su altura, es para él el mensaje, es para él la invitación.

Siguiendo con Dolores en su Autobiografía, nos relata la reacción del pescador.

“Se puso de pie para despedirnos y las señoras se quedaron admiradas. Decían que si yo tenía algún secreto mágico, que habían notado unos cambios de fisonomía tan distinta de cuando empezamos a hablar con ellos a cuando nos despedimos”.

El pescador recibe la invitación, no sabemos lo que Dolores le dijo, cómo le invitó, solamente cuenta que se bajó a su altura, le dijo algo secreto, muy “callandito” y, además, que lo esperaba. Algo especial entró en el corazón del pescador, algo que lo sacó de su cansancio y de su rutina, de tal manera impactado que “se puso de pie para despedirnos”, “sin falta allí me tendrá usted”. He aquí la respuesta a la invitación.

Invitación de dios

El secreto de esta invitación

¿Qué le dijo Dolores al pescador que lo cambió totalmente?

“Y como mucho insistiesen las señoras en que les contase en qué consistía ese secreto, les dije que sí lo tenía, y era que en el momento de hablar con ellos los metía en el Corazón de Jesús y yo les hablaba al oído, pero el Corazón Divino les hablaba al suyo; y en esto consistía el cambio tan radical que se notaba en sus fisonomías…”.

Hoy diríamos que Dolores nos revela el formato de su invitación: mirar a los ojos, abajarse, meterlos en el Corazón de Jesús, y que Él hable “callandito” a través de ella.

Luego, el secreto de Dolores es una clave mágica: meterlos en el Corazón de Jesús y que sea Él mismo Jesús quien les habla al corazón. ¿Sencillo? ¡Sublime!

Dios y sus mensajeros

Dios nos sigue invitando a la verdadera felicidad, a la plenitud total, al goce de su infinito amor para toda la eternidad.

Dios, como “especialista en invitaciones”, tiene muchas maneras de hacerlo, pero quiere mensajeros – tú y yo – que, como Dolores, hagamos posible llegar su invitación. Él la transmitirá a través de nosotros, si le permitimos. Ahí tenemos una forma y un “secreto”.

El mensaje es de Jesús; nosotros, sus mensajeros. ¡Invitemos a conocer a Jesús!

LA FELICIDAD DE CONFIAR EN DIOS

La felicidad parece convertirse por momentos y épocas en el bien más preciado, en el tesoro más codiciado, pero la realidad y el día a día de la sociedad nos empujan, en opinión de Servando Hermosa, laico Sopeña y docente y director académico de Infantil y Primaria en el Colegio Sopeña de Badajoz, hacia un estado de bienestar ficticio, que tiene más que ver con el tener que con el ser.

Preguntando a sus alumnos, niños pequeños, acerca de cuándo y por qué se sienten felices e invitándoles a colaborar en la elaboración de un decálogo para alcanzar ese codiciado estado de satisfacción, Servando ha observado que “la verdadera felicidad es aquella que no tiene un valor económico y sí rebosa de empatía, confianza en Dios y pensar en los demás”.

Y así nos lo transmite en este artículo para la revista ICONO de los Padres Redentoristas que queremos que leáis también vosotros. Porque las Catequistas Sopeña sabemos que los niños tienen mucho que enseñarnos sobre la confianza en Dios.

SER FELICES, ¿UNA MISIÓN IMPOSIBLE?

¿Es posible ser feliz en estos tiempos que vivimos? Ser felices parece que se ha convertido en esa gran carrera por conquistar, al igual que un día sucedió con la llegada a la Luna.

 Tras estas fiestas navideñas, llenas de empachos, consumismo, celebraciones, Black Fridays, rebajas…y retomando la normalidad del curso escolar se me ocurrió preguntar a mi alumnado si había sido feliz durante este tiempo de vacaciones. Me sorprendió la gran variedad de respuestas: unos habían sido muy felices porque vieron a sus abuelos y primos; otros no porque SS.MM de Oriente no habían traído todo aquello que pidieron en sus cartas; otros, que les habían parecido muy cortas las vacaciones; otros habían estado muy tristes porque no habían podido ir al pueblo a ver a sus amigos…

En ese momento, me vino a la mente un post de Mario A. Puig que publicaba en redes sociales recientemente: “La empatía no solo nos ayuda a conectar mejor con otras personas, sino que además tiene un impacto positivo en nuestra salud”. Añadía a esa frase que cuando buscamos empatizar con los demás, liberamos oxitocina en la sangre, esta hormona tiene una función protectora del corazón y además potencia el sistema inmune.

¿Habría liberado esa hormona mi alumnado? ¿Eran conocedores de su existencia? ¿Buscaban ser felices? Casualidades de la vida, el nuevo tema nos tenía guardado un reto de esos que podían ayudar a conseguir esa ansiada felicidad: “Escribe un decálogo para ser felices”.

El secreto de la felicidad o Lo que Dios quiere.

Como en cada unidad, busqué, preparé y diseñé una situación de aprendizaje que promoviera la consecución de esos objetivos curriculares planteados en el área de Lengua y, como dicen que los teléfonos nos escuchan, me saltó un reel de un perfil relacionado con la religión, donde el Padre Jorge Loring daba las claves de la felicidad: “El secreto de la felicidad es hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”.

¿Qué quería Dios para nosotros? Un mensaje claro, sencillo y simple: que fuéramos felices. En ocasiones nos refugiamos y acudimos a Él, nos empeñamos en pedirle lo que creemos que necesitamos o pensamos que es lo mejor para nosotros, sin dejar que Dios haga lo que convenga o crea que es lo mejor para nosotros.

Loring, daba más claves en su discurso: “Pide lo que crees que conviene, pero si Dios no lo hace, tan contento como si te hubiera hecho caso pues si ahora quiero lo que Dios hace, de esta forma salgo ganando siempre”.

Dios con los niños

Cuánto cuesta abandonarnos al Señor, confiar en su voluntad, nos empeñamos en pedirle deseos, anhelo, pedimos por familiares o amigos enfermos, por el fin de una guerra cruel y sin sentido, donde no habrá ganadores, nos cegamos en el profundo convencimiento de que eso o aquello nos hará mejores o más felices… Las palabras de Jorge resonaron en mi interior varios días hasta que fui comprendiendo su mensaje ¿lograría hacer que mis alumnos/as también lo entendieran?

Decálogo para ser felices

Plantee varias dinámicas, juegos y actividades para que mi alumnado reflexionara sobre su felicidad, esa que se escribe con mayúsculas.  Porque para ser felices ¿necesitamos el último reloj inteligente con infinidad de aplicaciones o smartphone con todas las funciones actualizadas y mejoradas? o ¿podríamos prescindir de la última videoconsola con ultra procesador? o ¿esa prenda de ropa que llevan todos los influencers? Esa es la felicidad que nos venden y nos hacen creer que para ser feliz tenemos que tener, pero la verdadera felicidad es aquella que no tiene un valor económico y sí rebosa de empatía, confianza en Dios y pensar en los demás.

 No puedo ni tengo ese decálogo para ser felices, entre otras cosas porque creo que ese decálogo debe ser elaborado por cada uno de los que queremos conseguir esa ansiada felicidad en estos tiempos. Ser feliz es saber ver y sentir más allá de la persona, tener una sensibilidad o empatía como decía Puig en su post, liberar oxitocina a todas horas… o simplemente sonreír y ayudar a los demás que son los dos puntos que más se han repetido en los decálogos que mi alumnado ha realizado como prueba final de este reto.

Ser feliz, una tarea sencilla.

Tenemos muchos motivos para ser felices. Si miramos a nuestro alrededor, en el mundo hay guerras, luchas de poder a nivel político, cierta sensación de crispación, inseguridad por un virus que sigue dando repuntes de incidencias o por qué será lo siguiente que nos haga tambalear esa codiciada estabilidad emocional y social. Porque ser feliz puede ser una sencilla tarea y partir de una SONRISA que contagie y provoque esa oxitocina que impulse la felicidad del corazón.

EMOCIÓN DE SENTIRSE ACOMPAÑADOS POR DIOS

De igual forma que simplificamos nuestro estado de ánimo o la reacción a un mensaje con los nuevos emoticonos -esas caritas de las redes sociales, que creemos que expresan mejor que nosotros cada emoción- reducimos el significado de algo tan grande y complejo como la alegría.

Mane Arenas, Catequista Sopeña en la Comunidad de Bogotá, nos comparte en un artículo para la revista ICONO, que lo que significa la alegría, en referencia a lo que sentimos ante acontecimientos, personas o lugares concretos, se queda inmensamente corto ante la alegría de quien se siente amado y acompañado siempre por Dios.

Y nos invita a todos los creyentes a poner de manifiesto esa alegría, ahora sí, permanente, de quien experimenta desde el corazón la presencia de Dios en nuestra vida, a pesar de las dificultades.

Por aquí os dejamos el artículo completo.

 UNA ALEGRÍA INAGOTABLE

Hoy en día hemos simplificado la comunicación de las emociones, sobre todo aquellas que tienen que ver con expresiones de alegría o satisfacción, encontrándonos con una variedad de emoticones cada vez más originales y simpáticos.

En mensajes cortos, con pocas palabras y más representaciones, compartimos aquello que podemos estar sintiendo en el momento. Las imágenes se han convertido en traductoras de un mundo complejo como es el de las emociones, sin llegar a descubrir si comunicamos verdaderamente lo que nos mueve por dentro.

La palabra alegría fácilmente nos puede llevar a simplificar el término, reduciéndolo a acontecimientos, personas o lugares concretos; seguramente contenga todo eso, pero nos quedamos cortos, porque implica mucho más, sobre todo, si nos referimos a la alegría que proviene de Dios, aquella que brota casi espontáneamente en el corazón de quien se siente amado, sostenido y acompañado durante su vida.

Emoción Alegría1

 

Los creyentes de hoy, tenemos como tarea manifestar con nuestra vida, la alegría que nos provoca la presencia de Dios en ella… un Dios que se ha acercado a nuestra historia, haciéndose uno como nosotros, para experimentar también la alegría, más que como una emoción, como un estado permanente y contagioso, en el que vivía.

Y a eso estamos llamados quienes creemos en la Buena Noticia, no como un mensaje recibido, sino como un estilo de vida que toca y trastoca, todos sus ámbitos.

Sobrellevar las dificultades

Esto no quiere decir ausente de momentos difíciles porque, suelen creer algunos, que el creyente, solo por el hecho de profesar una fe, no debería tener problemas… eso no es así, las dificultades aparecen, los conflictos muchas veces abruman y la debilidad se manifiesta continuamente. Lo que nos diferencia y le da un plus, por decirlo de alguna manera, es la forma de sobrellevar esas circunstancias, por la fe y la confianza que colocamos en aquel que nos ha salvado, aquella que nos permite caminar agradecidos en un mundo no siempre alegre.

Bien lo dijo el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelli Gaudium: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

Por lo tanto, ¿de dónde brota entonces esa alegría?… pues del encuentro con aquel que da sentido a la existencia, un encuentro cargado de realidad, en donde Jesús se acerca, conoce, toca y transforma la vida de aquel que esté dispuesto a dejarse modelar por él.

Así lo pueden confirmar quienes han vivido la experiencia de Ejercicios Espirituales, pues en el camino que recorren descubren el paso de Dios en sus vidas, en los detalles y la delicadeza con que este se manifiesta. Es la oportunidad de llenarse, no solo de paz, sino sobre todo de una alegría desbordante, que te lleva a contagiar a otros a vivir esta experiencia.

Dios en lo cotidiano

Del mismo modo, si estamos atentos en lo cotidiano, seguramente descubrimos las miles de formas que tiene Dios para comunicarse; transformándose en las mejores palabras, un paisaje con sonidos naturales, la risa de un bebe por la mañana, el saludo del anciano que pasea por el parque, la caricia de la madre, el crujir de las hojas secas que pisas en otoño… todo esto no es más que expresiones sencillas, donde en la vida de cada ser humano, se va encarnando la alegría de Dios.

Alegría emoción2

Otro espacio fundamental para experimentar alegría, son las acciones donde nos entregamos por entero a una misión, donde dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo para que otros puedan tener una mejor calidad de vida, donde la retribución muchas veces no es monetaria, sino que se traduce en un ¡GRACIAS! muy sentido.

Quienes acuden a los centros de formación; tanto colaboradores como alumnos, comparten con sencillez el ambiente cálido y acogedor que alegra el corazón de quien se siente amado y respetado en dicho lugar.

Y cómo será de importante la alegría para las Catequistas Sopeña que justamente lo vivimos como un valor dentro de la vida comunitaria, pues ya lo decía nuestra Fundadora Dolores Sopeña “Me gustan mucho los espíritus alegres” …

Quienes son enviados por Dios a una misión, agradecidos por la elección, ponen al servicio de los demás, los dones y talentos recibidos para que el Señor los multiplique diariamente y llegue de esta manera, a más personas que necesitan colorear sus vidas con esta alegría inagotable que proviene de vivir el Evangelio en plenitud.

Ahora que está tan de moda la palabra contagio, contagiemos de esa alegría evangélica, que nunca se agota y que siempre se renueva; pintemos con más colores el lienzo que cada mañana se coloca a nuestra disposición al comenzar una nueva jornada, alegrando un poco más el pedacito de mundo que a cada uno se nos encomienda.

 

LO ESENCIAL DEL CARISMA SOPEÑA

El alma del Carisma Sopeña, lo esencial, lo transmitió siempre y en todo lugar nuestra fundadora, la Beata Dolores Sopeña, quien afirmaba que, para abrir un Centro Obrero de Instrucción, eran precisos “una puerta grande y un buen piano”.

Así nos lo descubre, Eloísa Barcia, Catequista Sopeña, en un artículo para la revista ICONO de los Redentoristas.

Eloísa encontró hace años “un librito forrado en negro y escrito a máquina de escribir”, titulado “Avisos para abrir un Centro de Instrucción”, escrito por Dolores Sopeña.

En el texto, Dolores Sopeña efectivamente sugiere, allá por 1902, a sus primeras seguidoras que, para trabajar y dar a conocer a Dios, es necesaria una sincera y cálida acogida y la dignificación de las personas, a través, en este caso, de un piano, no uno normal, sino un buen piano.

En su vida, Dolores Sopeña “intuye la mejor manera para que los trabajadores logren tomar conciencia de su valor mostrando el camino a la verdadera felicidad humana hasta llegar a descubrir el rostro paterno y amoroso de Dios”.

Y de esta manera, establece que el tiempo que las personas pasen en los Centros –germen de lo que hoy son los centros de la Fundación que lleva su nombre y principal obra apostólica del Instituto Catequista- tiene que albergar formación y un tiempo para la expansión, que ensanche el alma y “les ayude a tomar conciencia de su dignidad”.

Por aquí os dejamos el artículo completo.

 “UNA PUERTA GRANDE Y UN BUEN PIANO

Los libros antiguos, además de tener muchos años y, con frecuencia mucho polvo, contienen mucha sabiduría.

Hace ya bastantes años, arreglando la biblioteca de nuestra casa de Comunidad, me topé con un librito forrado de negro, escrito a máquina de escribir, de esas que ahora solamente se encuentran en el ático (o trastero) de una casa o entre los objetos de una tienda de anticuarios.

Sin poder evitarlo, suspendí mi labor y comencé a leerlo; se titulaba: “Avisos para abrir un Centro de Instrucción”. Este librito resultó ser una joya para mí, pues contenía consejos de primera mano que Dolores Sopeña, por allá en el año 1902, daba a sus primeras seguidoras.

Lo que más llamó mi atención fue el énfasis de Dolores en el hecho de que, para poder dar comienzo a las actividades de un Centro Obrero de Instrucción, que en aquella época eran casi siempre colegios prestados en los días sábado y domingo, este debía tener una puerta grande y, además, se debía conseguir un buen piano.

Esencial de una puerta grande

Lo esencial es invisible a los ojos

Al leerlo y releerlo con el deseo de descubrir la razón de tan singulares requisitos, me vino a la mente Saint–Exupéry en El Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”, frase que acoplo a un simplón pensamiento mío: “Lo esencial casi siempre parece sin importancia, pero es sumamente esencial”.

Por supuesto, Dolores Sopeña, movida e inspirada por Dios, sabía muy bien la gran necesidad y sentido de tener una puerta grande y un buen piano para el funcionamiento del Centro.

Una puerta grande significa, sin necesidad de un letrero de ¡Bienvenidos!, una acogida cordial, una invitación a todos a entrar, sin barreras, sin discriminación, diciendo en voz cálida y clara: ¡Adelante, te estaba esperando! ¡Qué bueno que viniste! ¡Esta es tu casa!, haciendo explícita la vivencia de la acogida.

Tal vez más extraña sea la necesidad de un buen piano, porque no basta con que sea un simple piano, como para salir del paso, sino que debe ser uno bueno. Dolores Sopeña tenía muy clara la misión que Dios le había encomendado y todo le parecía poco para los obreros, los que sudan para hacer que las cosas surjan, que trabajan esforzadamente de sol a sol para ganar el sustento diario, los que con frecuencia son mal pagados y poco comprendidos.

Valor y dignidad

Dolores, que funda los Centros Obreros de Instrucción hace más de 120 años, intuye la mejor manera para que los trabajadores logren tomar conciencia de su valor y dignidad mostrando el camino a la verdadera felicidad humana hasta llegar a descubrir el rostro paterno y amoroso de Dios. Con este fin, distribuye sabiamente los tiempos en el Centro.

Un tiempo de “clases”, dedicado a aprender lo que cada uno necesita o desea. Y si el obrero solicitaba clases no ofertadas, inmediatamente se debía buscar profesor o profesora para responder a su necesidad.

Un tiempo de “explicación formativa”, donde se tratan todo tipo de temas interesantes e inspiradores como la familia, los valores humanos o de actualidad.

Un tiempo de “expansión”, y aquí entra de lleno el buen piano, porque cantar a coro ensancha el corazón y facilita el buen momento, la amistad y hasta mejora la salud. Es la oportunidad de la expresión artística, de mostrar las habilidades y cualidades ante el público fraternal.

Acogida y Fraternidad

Han pasado los años, con las pertinentes adaptaciones al tiempo y a las costumbres, y los Centros Obreros de Instrucción pasan a ser reconocidos como OSCUS y, hoy en día, a los 120 años de su fundación, Centros Sopeña. Las formas de atención han variado, pero permanece lo “esencial”, que es “invisible a los ojos”, el carisma inspirado por Dios a Dolores Sopeña para llevar su mensaje de amor.

Muy en el meollo de los Centros está la acogida invisible, pero real del Corazón de Jesús, que es “la puerta grande… «Yo soy la Puerta: el que entre por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento», San Juan, 10-9.

Y la alegría celestial, que se hace presente en el compartir fraterno o fraternidad, representado por “el buen piano”, que es melodía que anima, alegra, congrega y sana, es decir, la alegría celestial a la que todos somos invitados. “Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa”, Salmo 146, 1.

Sin duda, es sabiduría de lo esencial que Dios regala a los santos y santas para bien de todos”.

A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS

El individualismo que parece campar en nuestras sociedades distorsiona la mirada con la que vemos a nuestros hermanos, pero Dios, que nos mira de otra manera a hombres y a mujeres, nos creó como personas dignas de amor y capaces de amar, nos creó a su imagen y semejanza.

Así es cuando se cumple el primer año de la publicación de la encíclica Fratelli Tutti, en la que el Papa Francisco nos invita a desarrollar la fraternidad de todos en nuestra diversidad y participar así en la construcción de un nuevo mundo, tras los efectos devastadores de la COVID19.

Y así nos lo recuerda Gabriela Reyes, Catequista Sopeña, ahora en Santiago de Chile, en este artículo compartido en la revista ICONO, de los Misioneros Redentoristas. “Solamente respetando la dignidad seremos una sociedad justa”.

 

RESPETO DE LA DIGNIDAD HUMANA, PRINCIPIO DE LA VIDA SOCIAL

 “La doctrina social se desarrolla a partir del principio que afirma la inviolable dignidad de la persona humana”. La Iglesia reconoce el fundamento de esta dignidad en Dios, dador de la dignidad del ser humano, a quien ha creado a su imagen y semejanza. La Iglesia anima en el respeto y cuidado de la dignidad humana. Solamente respetando la dignidad seremos una sociedad justa.

En agosto del 2020, en Audiencia General del día 12, Papa Francisco afirmó que “el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias”, como “la visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional”.

“La pandemia ha puesto de relieve lo vulnerables e interconectados que estamos todos. Si no cuidamos el uno del otro, empezando por los últimos, por los que están más afectados, no podemos sanar el mundo”, así lo expresa el Papa Francisco poniendo el énfasis en el respeto a la dignidad de la persona.

Visión distorsionada de la persona

El Papa reconoció el compromiso “de tantas personas que están demostrando el amor humano y cristiano hacia el prójimo, dedicándose a los enfermos, poniendo también en riesgo su propia salud”.

Sin embargo, afirmó que: “el coronavirus no es la única enfermedad que hay que combatir, sino que la pandemia ha sacado a la luz patologías sociales más amplias”, como lo es, sin duda, una “visión distorsionada de la persona, una mirada que ignora su dignidad y su carácter relacional.” Una mirada hacia las demás personas como objeto de uso y desecho, que “fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma el ser humano en un bien de consumo”.

Creados a imagen y semejanza de Dios

Pero Dios, mira al hombre y a la mujer de otra manera, “Él nos ha creado no como objetos, sino como personas amadas y capaces de amar, nos ha creado a su imagen y semejanza”, dando a la persona una dignidad única, invitando a vivir en comunión con Dios, en comunión con los hermanos y hermanas, en el respeto de la creación, en armonía.

 El Papa resalta un ejemplo evangélico de la distorsión de la mirada desde el individualismo, recuerda a la madre de Santiago y Juan pidiendo a Jesús que sus hijos se sienten a la derecha y a la izquierda del Rey (Mt. 20, 20-28).

Ante esta petición, el Señor propone un nuevo enfoque: “la del servicio y del dar la vida por los otros”. El querer ser superior, es un egoísmo que destruye la armonía.

No podemos ni queremos ser indiferentes ni individualistas, y acogemos con gratitud la petición que el Papa hace al Señor: “que nos de ojos atentos a los hermanos y a las hermanas, especialmente a aquellos que sufren”, reconociendo y respetando la dignidad humana de cada persona, cualquiera sea su raza, lengua, o condición. «La armonía te lleva a reconocer la dignidad humana, aquella armonía creada por Dios».

A imagen de Dios

Inalienable, la dignidad humana

El Papa recordó que “la dignidad humana es inalienable, porque ha sido creada a imagen de Dios”, es el fundamento la vida social que determina los principios de lo cotidiano. En la actualidad, nos dice Francisco, “la referencia más cercana al principio de la dignidad inalienable de la persona es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre”. Y afirma que “los derechos no son solo individuales, sino también sociales, de los pueblos y de las naciones”, por tanto, el respeto a toda persona en su dignidad, es el mismo respeto a su Creador.

La comprensión surge de la renovada conciencia de la dignidad de toda persona, esto suscitan una actitud de cuidado y de atención hacia el prójimo. El ser humano al contemplar a las demás personas como hermano, hermana, no como extraño enemigo, lo mira con compasión y lo acoge como miembro de una sola familia.

En palabras del Papa, nos dice que: “Mientras trabajamos por la cura de un virus que golpea a todos indistintamente, la fe nos exhorta a comprometernos seria y activamente para contrarrestar la indiferencia delante de las violaciones de la dignidad humana; la fe siempre exige que nos dejemos sanar y convertir de nuestro individualismo, tanto personal como colectivo”.

 Para finalizar, quiero referirme a una gran mujer, Dolores Sopeña que, en sintonía con el pensamiento del Papa Francisco, nos señala que la fe, en Dios, nuestro Padre, se apoya sólidamente sobre nuestra familia humana. En Cristo, el Hijo por excelencia, somos todos hermanos. Su gran ideal fue: “Hacer de todos, una sola familia en Cristo Jesús”.         

 

FE ANTE LA ADVERSIDAD

Este inicio de año y en estos momentos de pandemia, Dolores Sopeña nos ha querido dejar un mensaje lleno de esperanza: “Mi tiempo tampoco fue fácil, pero me moví por el tesoro que Dios me había regalado: una gran fe”.

También hubo aliento y amor en sus últimos momentos, antes de su Ida al Cielo, hace ahora 103 años, para decirnos que “…Desde el cielo os bendeciré siempre y desde allí os ayudaré más…”.

Y así es como debemos sentir siempre su cercanía, con fe, más ahora en los que atravesamos dificultades y adversidades y en los que ella también nos reta a estar más cerca de Dios y de nuestros hermanos.

Con motivo de la conmemoración de su muerte, el 10 de enero de 1918, nos deja esta reveladora carta que reproducimos a continuación:

Soy Dolores.

Os bendigo y os ayudo desde el cielo, como prometí. Hoy quiero recordar con vosotros una de mis convicciones más profundas.

Estáis en una situación difícil. Tampoco mi tiempo fue fácil. Yo me moví a partir del “tesoro que Dios me había regalado”: Una gran fe. Desde ahí comprendí que Dios es AMOR y confié ciegamente en Él. Desde ahí descubrí las claves secretas del corazón humano.  Si. Todo se juega en el fondo de cada corazón.

¿Te has fijado en los ojos de las personas que encuentras? TODAS tienen un brillo especial, es su dignidad, es la huella y el reflejo de Dios mismo. No importa lo demás, ni su apariencia exterior, ni su raza, ni siquiera si es creyente o no. Dios me susurraba en mi interior: “esa persona es hija mía, salió de mis manos, como tú. La amo, la amo mucho, aunque, quizá ella lo ignore. Si alguien supiera decírselo, la haría muy feliz”.

Estas ideas se posesionaron de mí y me dediqué con todas mis fuerzas a dar a conocer a ese Dios: Un Dios bueno, un PADRE, Padre de TODOS. ¡Qué verdad escondida!

 “Hacer de todos los hombres una familia en Cristo Jesús”, es la frase que ha llegado hasta vosotros, con toda la ilusión y la dificultad que encierra.

Estáis en un tiempo excepcionalmente crucial para TODOS y todos somos parte de la solución. Es una gran oportunidad para sentirnos hermanos.

Mirar al otro, sea el que sea, con ojos profundos, los que descubren el reflejo de Dios en cada uno y en nosotros mismos.

De ahí el despertar de la solidaridad y de tantos heroísmos y servicios cumplidos con eficacia y humanidad. De ahí que nuestros propios gestos de amor generoso nos reconforten tanto, porque coinciden con lo mejor de nosotros mismos…

 Una vez más, la solución es el amor mutuo, “la globalización de la fraternidad”, frase que usáis algunas veces y se parece a lo que yo sentí hace más de un siglo.

No lo olvidéis jamás. Los seres humanos somos TODOS HERMANOS. Dejaos llevar por esta verdad. El Padre de todos os ayudará.

Os envío nuevamente mi bendición desde el cielo

Dolores”

#DíadeDoloresSopeña #10Enero #MásCercadeDolores

 

CUARESMA PARA NIÑOS Y GRANDES

La Cuaresma y otros tiempos litúrgicos, en ocasiones, no son bien aprovechados por todos, por lo que es importante recordar, incluso a los miembros más jóvenes de las familias, la importancia de un momento que nos brinda la oportunidad de dar lo mejor que tenemos.

Nuestro quehacer como Catequistas Sopeña pone el acento precisamente en la palabra Catequesis, que es el “tradicional depósito de la fe a los nuevos miembros que se inician en la Iglesia Católica y su continua instrucción”.

Se trata de una actividad que está en el origen mismo del Cristianismo.

La Cuaresma es una excelente ocasión para contarles a nuestros hijos lo que significa este periodo de conversión, de tratar de quitar de nuestras actitudes, de nuestras vidas y relaciones con los demás, todo aquello que ofende a Dios: egoísmo, mal humor, pereza, desgana…

También es un tiempo privilegiado para aprender y ensayar el perdón, que es la forma más generosa y luminosa de amar a los demás.

Y, por último, un tiempo, dedicado a la preparación de la fiesta de la Pascua, en el que fortaleceremos nuestra relación con Dios, siendo conscientes de nuestros actos, especialmente de aquellos que le ofenden, y modificándolos por otros que nos acerquen a quien nos perdona siempre porque nos ama.

Un vídeo vitalista nos explica este tiempo litúrgico, de escucha, de purificación e iluminación intima, que vale tanto para niños como para mayores.

https://www.facebook.com/catolikidsoficial/videos/2396681670622118/