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Dolores Sopeña fue una mujer ejemplar de gran sensibilidad social e inquietud apostólica que dedicó su vida a impulsar la fraternidad y a reconocer a cada persona como un hijo de Dios, al margen de su condición social, cultural y religiosa. Con su visión humanizadora del Evangelio, luchó para ofrecer oportunidades, centrándose en el mundo del trabajo, para que más personas vivieran con dignidad.

Dolores Sopeña nació en Vélez Rubio, un pueblo de la provincia de Almería (España), el 30 de diciembre de 1848. Desde muy joven, despliega muchas iniciativas apostólicas para cubrir necesidades de la población más desfavorecida y dar a conocer a Dios a personas no educadas desde el cristianismo.

Son muy conocidas sus andanzas para ayudar a dos enfermas de tifus en las cuevas de Almería y su amistad con un leproso de las afueras de la ciudad.

En Puerto Rico abre Escuelas Dominicales, dirigidas a los sectores más apartados de la sociedad, en las que se enseñaba educación básica y el catecismo. Al mismo tiempo funda la Asociación de Hijas de María cuya finalidad es formar desde el cristianismo a jóvenes de la alta sociedad para despertar en ellas el compromiso y trabajar en las propias Escuelas Dominicales.

En Santiago de Cuba funda sus primeros Centros de Instrucción en las periferias de la ciudad. Allí comienza a perfilarse su metodología de trabajo, basada en salir al encuentro, acoger e invitar a todos a participar en actividades de formación humana y cristiana, al tiempo que se cubrían sus necesidades básicas.

En la cárcel de mujeres de Madrid, atiende a las necesidades humanas y legales de las presas que salen de prisión en la oficina que ella denomina Casa Social donde también se brinda la enseñanza del catecismo.

De aquí surge el trabajo en las barriadas periféricas de la capital, iniciando en el barrio de Las Injurias. Despierta la sensibilidad social de muchas señoras que se suman a su compromiso cristiano. Su obra comienza a ser conocida por la metodología novedosa de educar desde el cristianismo a los adultos alejados de Dios. Como consecuencia, en 1892 el obispo la anima a fundar una Asociación apostólica de laicos, que perdura hasta la actualidad.

La Obra se expande por diversos barrios de Madrid y en tan solo 4 años, Dolores Sopeña comienza a viajar incesantemente para establecer la Asociación en toda España y dedicarse a las misiones populares.

Así en 1901, nace un instituto religioso, -hoy Instituto Catequista Dolores Sopeña-, aprobado por la Iglesia en 1907. Poco después, en 1902 y en un fuerte contexto anticlerical, funda una Asociación civil, -hoy Fundación Dolores Sopeña-, para seguir su misión evangelizadora y de formación integral de los sectores más desfavorecidos y alejados de la Iglesia, junto a un grupo de colaboradores que participan en su espiritualidad y misión. En 1917, sale el primer grupo de Catequistas a fundar en Chile.

Dolores Sopeña muere en Madrid, el 10 de enero de 1918 pero su obra sigue muy viva con presencia en 13 ciudades españolas, en 6 países de Latinoamérica (Argentina, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador y México) y en Italia. Su labor continúa gracias a la Fundación Dolores Sopeña, que engloba toda su red civil: colegios, escuelas, centros de adultos, casas de ayuda etc., a las Catequistas Sopeña y al Movimiento de Laicos.

CAUSA DE CANONIZACIÓN

Canonización Dolores Sopeña

Desde el momento de su muerte, se empieza a extender su fama de santidad. En su testamento espiritual, dictado antes de morir, dejó dicho «desde el cielo os bendeciré siempre y desde allí os ayudaré más…» Por eso, muchas personas se encomiendan a su intercesión rezando su conocida «novena».

En el año 1980, S.S. Juan Pablo II, introduce su Causa de Canonización.

El 11 de julio de 1992, declara heroicas sus virtudes.

El 23 de abril de 2002, se promulga el Decreto de Aprobación del milagro realizado por su intercesión, y el 23 de marzo de 2003 se celebra la ceremonia de su Beatificación en Roma.

Alumnos, seglares, catequistas, donantes, miles de personas contagiadas del espíritu solidario Sopeña mantienen hoy más vivo que nunca el legado de una mujer excepcional.

Canonizacion de Dolores Sopeña