LA ESPERANZA SE BASA EN LA FE

El Instituto Catequista Dolores Sopeña ha sido parte un año más de la Asamblea de la Conferencia Española de Religiosos, que se ha celebrado bajo el lema “Sabed cuál ha sido la esperanza a la que habéis sido llamados” (EF 1, 18).

La cita vino cargada de símbolos como granos de trigo, un puñado de tierra y un pequeño tiesto, para que los asistentes se sintieran como “tierra preparada para la siembra, tierras que se abre y acoge y tierra que se hace seno de vida”, y harina de hacer pan “para los que creen y esperan”.

En esta ocasión, la representación de las Catequistas Sopeña recayó en las recién reelegidas Superiora General, Miryam Ávila, y Vicaria General, Rosi Hermosa.

Miryam Ávila ha compartido sus reflexiones tras esta Asamblea de las religiosas y religiosos de España, que ha reunido en Madrid a más de 240 superiores generales y provinciales.

Concretamente destaca el mensaje transmitido de que “la esperanza no es ni ingenua ni optimista porque sabe del sufrimiento de nuestros hermanos y de la complejidad de nuestro tiempo”.

En opinión de Miryam Ávila, la esperanza “es una virtud, que se basa en la fe, donde se experimenta que para Dios no hay nada imposible. Se vale de nuestras debilidades y fragilidades. A diferencia del optimismo que es una virtud humana, que depende de las obras”.

Fue interesante la profundización que se hizo en el sentido de que la crisis de esperanza se produce por la crisis de fe y viceversa. La fe es la que va a alimentar todo, la que nos nutre y nos ayuda a levantarnos y a echar a andar.

Muy importante también para las Catequistas Sopeña el mensaje que se desprende de la mesa redonda en la que participaron jóvenes y mayores.

Precisamente se reflexionó y se debatió sobre la importancia de la comunidad intergeneracional y de la comunidad de cuidados, donde todos sus miembros seas corresponsables de igual manera de cuidarse entre sí y de establecer una escucha profunda del otro.

Interesantes también los planteamientos sobre cómo vivir y ser Misión.

En la eucaristía de clausura, que presidió Monseñor José Rodríguez Carballo, el secretario de la CIVCSVA, nos dejó tres verbos para “hacer vida”: LEVÁNTATE, NÚTRETE Y ECHA A CAMINAR.

CORAZONES AGRADECIDOS CON LAS CATEQUISTAS

El último encuentro anual de Laicos y Catequistas Sopeña que nos llevó a Vélez Rubio (Almería) tuvo momentos realmente agradecidos y emotivos para todos los que formamos la Familia Sopeña.

La visita a la Casa Natal de nuestra madre fundadora, la Beata Dolores Sopeña, de la mano de sus hermanas Catequistas, nos hizo sentirnos más cerca de esta mujer ejemplar que, ya desde niña, supo que su misión en el mundo y con Dios era estar al lado de todos, especialmente de los hombres y las mujeres con más dificultades y más alejados de la sociedad y de la Iglesia.

Pudimos conocer in situ y de primera mano toda esta historia que, aun oída cientos de veces, no deja de impresionarnos y de acercarnos más aún a su Carisma.

Durante la eucaristía en la Parroquia de la Encarnación, en la que Dolores Sopeña recibió el sacramento del Bautismo el mismo día de su nacimiento, una alumna, en nombre de otras muchas mujeres de corazones agradecidos que pasaron por el centro de formación de Vélez Rubio, leyó una carta a las Catequistas Sopeña.

Según sus bellas palabras, aquellas mujeres inspiradas por Dolores, les dieron “la posibilidad de acceder al Bachillerato y posteriormente a estudios superiores, oportunidad única en un momento de la historia de España en la que la precaria economía familiar y la inexistencia de Centros educativos cercanos a sus lugares de origen no se lo permitían”.

Reproducimos aquí la carta completa:

“NUESTRO RECUERDO Y AGRADECIMIENTO A LAS CATEQUISTAS SOPEÑA

Fueron muchos los momentos y en muy diversas situaciones en los que Jesús, durante su vida pública, habló a sus discípulos del mandamiento del Amor y dice de él que es el más grande de los Mandamientos. En los Evangelios de Mateo 22 (37-40) “Estos diez mandamientos se encierran en dos: “Amar a Dios sobre todas las cosas” y “Al prójimo como ti mismo”. Juan 13 (34-35) “Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros como yo os he amado, en esto conocerán que sois mis discípulos”.

Qué bien entendió Dolores Rodríguez Sopeña el mensaje de Jesús. Ella hizo de su vida un acto de amor: a Dios sobre todas las cosas y a sus hermanos, los hombres y mujeres de la tierra, como a sí misma… a todos y a todas, sin excepciones, pero de una manera especial a los pobres, a los marginados, a los enfermos, a los presos, a las mujeres… y a todo aquel que se encontraba perdido en el mar del desamparo. E inculcó este mensaje en sus seguidoras, las Catequistas Sopeña que, siguiendo su ejemplo, han trabajado y trabajan en pro de la igualdad de todas las personas y por dignificar el trabajo y el obrero.

Vélez-Rubio, y otros muchos pueblos, algunos cercanos y otros más lejanos, se han beneficiado de su trabajo y de su generosidad. Primero en la lucha por el trabajador y, más tarde, ya en los años 50, abriendo las puertas de su casa para alojar el Instituto Laboral Femenino “José Marín” y el Colegio “Internado Virgen Niña y Dolores Rodríguez Sopeña”. Ellas atendieron y formaron entre 1959 y 1987 a muchos cientos de alumnas a las que dieron la posibilidad de acceder al Bachillerato y posteriormente a estudios superiores, oportunidad única en un momento de la Historia de España en la que la precaria economía familiar y la inexistencia de Centros educativos cercanos a sus lugares de origen no se lo permitían.

Por eso, hoy en nombre de mis compañeras y en el mío propio, quiero dar las gracias al Instituto Catequista y a su fundadora D. R. S., a las Catequistas por su abnegada dedicación a un colectivo de alumnas que vivimos unos años maravillosos de estudio, convivencia y amistad, que después pasamos a Escuelas Superiores y Universidades y que posteriormente hemos desarrollado un gran papel en la sociedad como profesionales en muchas áreas: educadoras, abogadas, médicas, ingenieras… Recordamos con todo el cariño que se merecen a las Catequistas que estuvieron con nosotras: Inés Baró, Áurea, Mª Jesús Fernández, Laura, Casiana, Rosalía, Elodia, Paquita, etc. A ellas y a las que después han pasado por Vélez-Rubio, poniendo su obra, su trabajo y su vida al servicio de las gentes de este pueblo, nuestro recuerdo, nuestro cariño y nuestra gratitud”.

 

Agradecimiento Encarnación