Inma y Javier, son Laicos Sopeña. Por cuestiones profesionales están actualmente viviendo en Lima, la capital de Perú, en una casa que tiene unas maravillosas vistas del Malecón, con el océano Pacífico de fondo.
En primera persona nos cuentan cómo está yendo su experiencia con la pandemia también por allá, cómo vive la gente en Perú el confinamiento y cómo afecta a su economía.
Nos confiesan, además, sus temores iniciales cuando oían las noticias que por medio de familia, amigos y medios de comunicación les llegaban de España.
“Aquí, el Covid-19 llegó, como a la mayoría de los países americanos, algo más tarde que en Europa.
Poco a poco se fueron detectando casos, lo que llevó en un primer momento a la clausura de las clases presenciales en los colegios. Unos días más tarde se decretó el estado de emergencia y la cuarentena obligatoria acompañada con toques de queda y cierre de fronteras, hechos que por su rapidez fueron muy bien recibidos.
El tiempo ha ido pasando y el Estado ha continuado la cuarentena, aunque los casos nunca han sido tanto como en otros países. A pesar de ello, la cifra de contagiados y fallecidos sigue aumentando.
Perú es un país que vive en la calle y en las reuniones familiares o de amigos. Los mercados populares son callejeros y hay barrios enteros donde todo son comercios.
La gente suele hacer su vida en la calle, desde el desayuno hasta la cena, a la hora de volver a sus casas para descansar.
Las medidas de distanciamiento y de aislamiento se dificultan ya que muchas personas dependen de lo que ganen diariamente por sus ventas ambulantes para poder sacar adelante a sus familias.
Los hospitales, que llevan años reclamando recursos se han estado reforzando para la pandemia. Esto, debido a las grandes diferencias dentro de cada zona autonómica, hace que en lugares de la selva, o de alta montaña sea de difícil cumplimiento.
Este es un país muy creyente y esto ayuda a la población a mirar al futuro y confiar plenamente en Dios, por eso aunque cueste mucho sufrimiento la sociedad está muy unida y son conscientes del poder de la unión.
De un primer momento de miedo ante el avance de la pandemia en España y la distancia que nos separa de nuestros seres queridos, hemos pasado a una aceptación de la realidad que nos ha ayudado a fortalecer nuestra relación familiar y nuestra fe como Laicos Sopeña para seguir adelante.
Comprometidos en la tarea de hacer un mundo mejor, saldremos con ánimos renovados de seguir ayudando a las personas más necesitadas de nuestro entorno”.
Inma y Javier, Laicos Sopeña, también han querido compartir con nosotros unas fotografías de la plaza de Armas, en el centro histórico de Lima, y de la fachada de la Virgen de La Milagrosa, su parroquia de referencia en la capital peruana, ubicada en el turístico Parque Kennedy.
Desde aquí, les agradecemos que hayan compartido con nosotros sus experiencias. Hasta la vista