FELIZ NAVIDAD Y FELIZ 2025

Las Catequistas Sopeña, el Consejo General del Instituto Catequista Dolores Sopeña, y cuantos forman parte de la Familia Sopeña en misión compartida desde cualquier parte del mundo, os deseamos una Navidad generosa y alegre.

El amor que se siembra con generosidad y sin distinción transforma los corazones.

¡Feliz Navidad y que el año 2025 venga lleno de buenos propósitos y corazones generosos dispuestos a dar y repartir amor!

Felicitación Navidad completa

 

LA FUENTE DEL AMOR

La actualización de la devoción al Sagrado Corazón es el motivo e inspiración de la cuarta encíclica del Papa Francisco “Dilexit Nos”, traducida del latín como “Él nos amó”. Representa la fuente del amor incontestable, primero y sin condiciones, el Amor de Dios, de quien dio la vida por nosotros y nos obsequió con la salvación.

En la sociedad actual se abusa del símbolo del corazón para hablar de amor, de lo que nos gusta, de algo que queremos… Pero “la desvalorización del centro íntimo del hombre —el corazón— viene de más lejos”, recoge el Pontífice en el texto.

Se trata de un escrito estructurado en cinco capítulos y, según los expertos, puede ser el más teológico y académico de sus textos magisteriales, aunque también tiene una marcada vertiente social.

Con una expresión divulgativa y muy pedagógica, el Papa Francisco explica en su cuarta encíclica que “la devoción al Corazón de Cristo no es el culto a un órgano separado de la persona de Jesús”. “Lo que contemplamos y adoramos es a Jesucristo entero, el Hijo de Dios hecho hombre, representado en una imagen suya donde está destacado su corazón”.

“El Corazón de Cristo, que simboliza su centro personal, desde donde brota su amor por nosotros, es el núcleo viviente del primer anuncio. Allí está el origen de nuestra fe, el manantial que mantiene vivas las convicciones cristianas”, sugiere el texto.

fuente

En el marco de esa relación, Francisco vuelve a criticar el sistema actual que nos empuja a primar el consumismo, la individualidad y la distracción, pruebas evidentes de un mundo “sin corazón”.

Además, el amor y el corazón –advierte- no están necesariamente unidos, porque en un corazón humano pueden reinar el odio, la indiferencia o el egoísmo. “Pero no alcanzamos nuestra humanidad plena si no salimos de nosotros mismos y no amamos”.

“De manera que el centro íntimo de nuestra persona, creado para el amor, solo realizará el proyecto de Dios cuando ame. Así, el símbolo del corazón al mismo tiempo simboliza el amor”.

Nos invita entonces a recobrar su valor, a revalorizarlo y nos muestra decenas de razones para hablar nuevamente del corazón, de esa fuente, de ese lugar “donde los seres concretos tienen la fuente y la raíz de todas sus demás potencias, convicciones, pasiones, elecciones”.

Y, a modo de oración, recita una súplica: “Ante el Corazón de Cristo, pido al Señor que una vez más tenga compasión de esta tierra herida, que él quiso habitar como uno de nosotros”. “Que derrame los tesoros de su luz y de su amor, para que nuestro mundo que sobrevive entre las guerras, los desequilibrios socioeconómicos, el consumismo y el uso antihumano de la tecnología, pueda recuperar lo más importante y necesario: el corazón”, señala.

 

LA EUCARISTÍA, EXPRESIÓN DE AMOR MÁXIMO

“La fortaleza que se recibe al pie del Sagrario no se parece a nada…” Dolores Sopeña.

Para Dolores Sopeña, el centro de su vida estaba en la Eucaristía. Eran varios momentos a lo largo del día que ella aprovechaba a dialogar con Jesús, ante el sagrario, descubriéndolo presente en todas las personas y en todo objeto y circunstancia.

La misa diaria, las visitas al Santísimo o la Hora Santa, eran prácticas diarias que revelaban en Dolores Sopeña una gran devoción eucarística.

Su espiritualidad tiene profundas raíces teológicas y eclesiales y cuatro notas características: cristocéntrica, eucarística, mariana e ignaciana.

La espiritualidad eucarística es un rasgo particularmente relevante para el Carisma Sopeña y delata que la misa en comunidad y los tiempos diarios de adoración alimentan la vida interior de las Catequistas Sopeña y su entrega incondicional a la Misión encomendada por la madre fundadora, hacia el apostolado con los más desfavorecidos, vulnerables y alejados de Dios.

La Eucaristía es una expresión de amor máximo para las Catequistas Sopeña, que encuentran ahí la presencia viva del Señor y la fortaleza necesaria en momentos de flaqueza y de consuelo en tiempos de tristeza.

Eucaristía DS

El Papa Francisco se ha pronunciado en numerosas ocasiones sobre la relación que tiene la Eucaristía con nuestras vidas: “Quien celebra la Eucaristía, no lo hace porque sea mejor que los demás, sino porque se reconoce necesitado de la misericordia de Dios”.

Del mismo modo, san Juan Pablo II expresaba que “todos los cristianos tenemos en la Eucaristía el alimento para nuestro camino”.

 

¡QUÉ ENCUENTRO TAN ESPECIAL!

El XXXIV Encuentro de Laicos, Laicas y Catequistas Sopeña que hemos celebrado hace días en Badajoz ha sido un encuentro muy especial, un reencuentro de una familia que comparte raíces, inspiración, Padre y Madre y, sobre todo una misión común, el legado de esa mujer excepcional, pero a la vez muy real y normal que es Dolores Sopeña: Hacer de todos los hombres una familia en Cristo Jesús.

Aquí, os dejamos un vídeo en el que os compartimos algunos testimonios de participantes en este Encuentro que nos revelan qué esperaban de la cita en Badajoz, cómo se sentían esos días, cómo se sentían de intervenir en el mismo, qué querían llevarse y, finalmente, qué sienten que se llevan.

La gratitud al equipo de Laicas y Laicos Sopeña de Sopeña Badajoz por la acogida de corazón y brazos abiertos, llena de la alegría confiada que nos anima a proseguir en misión compartida.

 

QUÉ HAY DETRÁS DE NUESTRAS OBRAS

En una sociedad como la nuestra, suele ser más fácil hablar de lo que hacemos que de lo que somos. Mostramos resultados, grandes obras, y está bien, pero es importante ir más allá. Por eso, es bueno preguntarnos, ¿qué hay detrás de nuestras obras?, ¿qué nos mueve por dentro?, ¿qué o quién anima e inspira nuestros sueños y proyectos?

Para Jacqueline Rivas, Catequista Sopeña, ahora en Guayaquil (Ecuador), la respuesta es muy sencilla y, por sencilla, puede parecer un tanto simple: Dios.

Así lo expresa en un artículo introducido con la afirmación de que la vida de cualquier Catequista Sopeña quiere ser la expresión de un Dios cercano.

Nuestra vida no tendría sentido sin esa referencia al absoluto, a Aquel que lo habita, lo envuelve y lo trasciende todo. Hablar de ello, por tanto, es hablar de nuestra espiritualidad, de nuestro modo de vivir el Evangelio, de aquello que nos nutre y nos impulsa, de nuestra manera de relacionarnos con Dios, con los demás, con todo…

Las Catequistas Sopeña somos, antes que nada, mujeres que nos hemos sentido miradas y amadas por Dios y que hemos respondido a la llamada a seguir a Jesús, a hacerlo visible, palpable en un mundo en el que Dios parece el gran ausente.

Nuestra presencia en traje seglar, sin ningún signo religioso exterior, nos permite vivir nuestra consagración total a Dios en medio del mundo, entre  la gente; acercarnos a las periferias existenciales de las que tanto habla el papa Francisco.

Por eso, nuestras obras apostólicas, nuestra vida, quieren ser la expresión de un Dios cercano,  que sale al encuentro de cada persona en su necesidad para que viva de acuerdo a su dignidad de hijo de Dios, pues todos, lo sepamos o no, somos seres amados que nos realizamos en el amor y en la apertura a la trascendencia.

Esa llamada a vivir en medio del mundo requiere de nosotras un corazón y una mirada contemplativos, que nos ayude a descubrir a Dios presente en todo y en todos.

Como decía Dolores Sopeña, “la creación es un templo y cada persona una imagen de Dios”.

Mirada que se afina en la contemplación amorosa de Jesús en el Evangelio y en la eucaristía. Una imagen que bien podría hablar de nuestra experiencia de Dios es la de instrumento.

Nos sentimos y sabemos instrumentos en sus manos. No somos nosotras las protagonistas, la iniciativa siempre es de Dios. Él nos mueve, nos inspira,  nos anima. Sentirnos habitadas por Él, sabernos en sus manos diestras y amorosas, es una invitación a la confianza, a la audacia, a asumir riesgos, a atrevernos a explorar caminos nuevos, a adentrarnos en aquellos sectores más alejados de Dios y de la Iglesia, pues no somos nosotras, es Él quien  lo hace todo.

obras de Dios

Otro de los rasgos esenciales de nuestra vocación es la llamada a construir fraternidad, comunión, a propiciar la espiritualidad del encuentro.

El mundo es una amalgama de formas y colores en perfecta armonía. Por eso, en nuestras comunidades, con los laicos y jóvenes que comparten nuestra espiritualidad y misión, y con todos aquellos que acuden a nuestras obras, queremos llegar a formar una sola familia en Cristo Jesús.

Misioneras en medio del mundo, ¡qué hermosa vocación!

LA SUPERACIÓN, UNA GRACIA DE DIOS

En el corazón de Dios siempre existe el deseo de que los hombres y las mujeres salgan adelante, se superen y puedan brindar también oportunidades de superación y fortaleza a sus iguales. Esa es y fue la gracia y el ejemplo de Dolores Sopeña.

Lo constata así, Olga Lucía García Castro, Laica en el Centro Sopeña de Bogotá (Colombia), quien nos lo comparte en un artículo de la revista ICONO.

Para esta Laica Sopeña, nuestra fundadora, Dolores, dejó “con la gracia de Dios, un legado de superación y dignificación para el ser humano”, siendo ella misma, ejemplo de cómo hacer frente a las adversidades y hasta a las propias enfermedades y limitaciones físicas.

El trabajo de la Fundación Dolores Sopeña, obra apostólica de las Catequistas Sopeña, y sus Centros Sopeña repartidos por seis países de Europa y América, no es solo capacitar profesionalmente y ofrecer una formación técnica.

La esencia Sopeña, propia de su Carisma, es la formación integral, que incluye valores y la fortaleza espiritual que nos acompaña en esa superación de las dificultades.

Cuando contamos con la ayuda de Dios, Él actúa y se nos hace presente de mil formas para que no nos sintamos solos y podamos alcanzar nuestras metas dando lo mejor de nosotros mismos.

Puedes leer todo el artículo por aquí:

 

El éxito radica en aprovechar las oportunidades para superarnos

 

Superarse es el reto de la vida. Nuestra misión es encontrar las oportunidades. Tarde o temprano todos nos damos cuenta de que la vida, por más que quisiéramos evitarlo, incluye dificultades espaciadas en el camino y el tiempo. Unas son más complejas que otras; algunas logramos vencerlas; en otras, terminamos dándonos por vencidos.

Pero la diferencia de convertir una dificultad en éxito o fracaso está en la forma en cómo la abordamos y el empeño que pongamos para superarla.  En otras palabras, se trata de la capacidad de aprovechar las oportunidades para superarnos.

Y es que la superación personal es la disciplina que nos lleva a comprometernos con nosotros mismos para ser cada día mejores, para alcanzar nuevas alturas, para aprender más y ampliar nuestros horizontes. Es un proceso largo y constante que nos demanda buena actitud, enfocarnos en aprender cada día más y en practicar lo aprendido sin descanso.

Superarnos no termina con un grado o un diploma que certifique ciertas competencias aprendidas. En realidad, ese es apenas el comienzo, porque a partir de ahí tendremos que luchar porque ese aprendizaje se traduzca en verdadera vocación de servicio, en profesión personal y, ciertamente, en fuente de sustento que recompense tiempo y recursos invertidos. En últimas, en la lucha de la superación personal no debemos negarnos ninguna oportunidad que nos presente la vida.

Todos podemos superarnos

La superación es algo que todos, sin excepción, debemos buscar y podemos alcanzar. Claramente, a unos les costará más que a otros, pues en este recorrido cuentan los recursos económicos disponibles, el tiempo que dediquemos y la disciplina que tengamos. Pero la superación les sonríe a quienes la persiguen con tesón sin dejarse apabullar por las dificultades y sin desistir ante la exigencia.

La superación no implica la misma meta para todos. Para unos, quizás, superarse sea llegar a ser un prestigioso abogado, un negociante millonario, un empresario de renombre o un artista célebre. Para otros, en cambio, quizás su sueño sea sacar adelante un emprendimiento, ser un cocinero aclamado o llevar sus habilidades físicas al límite. Lo cierto es que, para unos y otros, la superación implicará soñar en grande, mejorar cada día el ejercicio de lo que somos y sabemos y fijarse metas cada vez más ambiciosas.

Superarse gracia de dios

 

Aprovechando las oportunidades

Cuando hablamos de superación siempre nos preguntamos qué oportunidades nos ofrece el entorno en que vivimos. Pero superarnos implica una alta dosis de resiliencia. En Colombia hemos vivido 50 años de una violencia interna que ha dejado millones de muertos, viudas, huérfanos, heridos, mutilados, desplazados y pobres. Pese a ello, muchos han sobrevivido a todas las adversidades y han encontrado segundas y hasta terceras oportunidades de superación en instituciones que brindan apoyo y estímulo.

Una oportunidad es una situación que te permite que hagas algo que estabas buscando o que te puede servir para el presente y el futuro. Es una coyuntura favorable, una circunstancia que, si la aprovechas, puede traer grandes beneficios para tu vida, te abre nuevas posibilidades.

La superación, una gracia de Dios

En el corazón de Dios siempre ha estado el deseo de que los hombres y mujeres salgan adelante. A través de la Historia ha habido grandes personajes que, no solo han sido ejemplo de superación personal, sino que han brindado un canal de oportunidades al resto de la Humanidad, por ejemplo, Dolores Sopeña quien, con la gracia de Dios, dejó un legado de superación y dignificación para el ser humano.

Desde nuestra experiencia de generar oportunidades en los Centros Sopeña para las personas más necesitadas económicamente, a lo largo de los años hemos conocido a muchos que han luchado con tesón por superarse y han aprovechado todas las facilidades que la vida les ha brindado.

Es el caso concreto de varios estudiantes que se han capacitado en los diferentes centros de Formación Sopeña y hoy viven en países como España, Estados Unidos, Australia, Brasil y Chile, donde han emigrado para buscar mejores oportunidades laborales y están ejerciendo lo aprendido con gran éxito. Ellos mismos dicen que no olvidan las bases que recibieron, incluyendo los conocimientos, los valores y la fortaleza espiritual que adquirieron en sus años de aprendizaje.

Cuando contamos con la ayuda de Dios, Él actúa con su gracia en la adversidad y nos hace sentir que no estamos solos para alcanzar nuestras metas. En el proceso de superación debemos tener presente siempre este pensamiento: “Estoy jugándome el partido de mi vida, no puedo quedarme en la banca”. Dios nos ayuda a vencer nuestros miedos y aprovechar la oportunidad de superarnos para ser la mejor versión de nosotros mismos.

LA HUELLA DE DIOS EN NOSOTROS

La capacidad de amar es la huella de Dios en cada uno de nosotros y, ni las cosas más terribles que hagamos los hombres, pueden variar esa esencia.

María Jesús González, Catequista Sopeña en Loyola (Guipúzcoa) nos recuerda en un artículo para la revista ICONO de los Padres Redentoristas, que a pesar de la dura realidad que nos rodea cotidianamente, el mundo fundamentalmente también está hecho de actitudes y gestos buenos, que revelan la enorme capacidad de amor que tenemos los seres humanos.

Para ella creer, la fe, se parece a soñar, porque es acercarse al mismo sueño de Dios, a su proyecto más querido, que no es otro que la plena felicidad de sus hijas e hijos, al conocerle y reconocerle como Padre.

Los gestos de amor, las actitudes de entrega y generosidad hacia los demás, nos producen una gran satisfacción “porque brotan de los más original de cada uno, de lo mejor de nosotros mismos”.

Es más, esa satisfacción y esa alegría se proyecta más allá y nos estimula a hacer el bien a nuestro alrededor. Dejando nuestra huella.

Por aquí os dejamos este interesante artículo completo:

CREER PARA SOÑAR

Sacando a flote mis convicciones más profundas como creyente, os ofrezco unas reflexiones muy sencillas, obvias para muchos de vosotros. A mí me ayuda refrescarlas.

Parto de la realidad que todos palpamos, pero me lleva tan lejos que ya no sé si creo o sueño. En realidad, creer se parece a soñar, porque es acercarse al mismo sueño de Dios, a su Proyecto más querido: la plena felicidad de sus hijos, los seres humanos, que consiste en conocerle como Padre. Por este Proyecto lo dio todo, hasta su propio hijo único, para que nos lo diera a conocer y nos enseñara a vivir como hermanos.

Han pasado miles de años y, nosotros hoy, todavía vivimos inmersos en una situación de agresividad y violencia extrema, de grandes peligros y dificultades que afectan a todo el Planeta. No es necesario describirlas. Noticias y escenas nos conmueven y nos parece casi imposible tanta maldad o tanta indiferencia ante las enormes desigualdades y sufrimientos, evitables, que conocemos.

Injustas desigualdades

Por un lado, las maravillas de la ciencia y de la técnica, la satisfacción de toda clase de necesidades, el alto nivel de bienestar y de lujo para una minoría y la pobreza suma y la falta de oportunidades para millones de seres humanos. Las guerras, las diversas persecuciones, las sequías y falta de alimentos los obligan a emigrar.

Todo esto tiene una causa: el egoísmo y la avaricia desmedida del ser humano mismo. Nosotros lo producimos, en distinta medida, siendo más responsables los que tienen en su mano las grandes decisiones.

El hombre es un lobo para el hombre“. La Historia nos demuestra que este dicho tiene mucho de verdad; pero podríamos aclararlo más así: Cuando el hombre es lobo para el hombre, ya no es hombre sino lobo. Se ha deshumanizado.

El hilo de mi reflexión continúa y me animo a ir un poco más lejos, al fondo del corazón humano, atravesar la dura corteza de egoísmo y soberbia para encontrar la bondad, la compasión, la ternura y la posibilidad de amar.

huella de amor

Dios nos creó a su imagen y dejó en el ser humano su preciosa huella indeleble. “Vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien”. Sabemos lo que pasó después… el pecado, el desastre. Pero ese pecado no borró su imagen en el ser humano porque es lo que nos constituye. Sí. Esa imagen quedó alterada, desfigurada, oscurecida, a veces invisible, pero conserva algo, como un rayito de lo más propio de Dios: la capacidad de amar.

Oasis de amor

Y los efectos de esa huella divina se hacen presentes. No son teorías o sueños, son hechos. Como en medio de un desierto, emergen pequeños oasis de verdor que nos reconfortan y muestran un camino. Tantos gestos humanitarios preciosos, tantas solidaridades invisibles, tantos servicios desinteresados, tantas generosidades excesivas, tantos heroísmos, no siempre conocidos. De todo esto quizá sabemos menos, pero ¡ahí están! y tienen efectos.

El primero se da en nosotros mismos. Estas actitudes y gestos nos producen una inmensa satisfacción porque brotan de lo más original, de lo mejor de nosotros mismos. Sentimos que nos construyen, nos proyectan más allá de nosotros mismos, nos animan, nos alegran.

También efectos a nuestro alrededor porque estimulan, motivan a hacer el bien. El bien produce bien, así sea imperceptible, nada se pierde, tiende a multiplicarse, es difusivo. Podríamos compararlo con el fuego, que en este momento tenemos tan presente. Basta una chispa para producir un gran incendio.

Por contraste, podemos considerar los efectos de las actitudes y comportamientos egoístas. No satisfacen, producen un placer superficial y pasajero que acaba en una enorme frustración a la que no logramos poner nombre. El insaciable deseo de bienes materiales y poder, la venganza, la falta de perdón, la indiferencia, la arrogancia, la envidia, dejan un inmenso vacío y un sabor amargo. Deshumanizan, destruyen por dentro y producen sufrimiento en otros.

Alerta ante las tentaciones

Nadie está libre del todo de estas tentaciones, son muy atractivas; pero sí podemos estar alerta para no caer en sus propuestas y detectar pronto, antes de que sea demasiado tarde, las redes que pueden envolvernos. Es esencial cuidar que no se erosione la libertad.

El panorama mundial es difícil, pero no debe desanimarnos. Tenemos un gran recurso: la huella de Dios en nosotros: la capacidad de amar.  Puede parecer un perfecto disparate pensar que cada uno puede influir.  Sin embargo, influimos, porque estamos profundamente conectados más allá de nuestro entorno y, de alguna manera, todo repercute en el conjunto. No tenemos instrumentos para medirlo, pero la fuerza del amor existe, “las aguas torrenciales no podrán apagar el amor…”, ni el humano y mucho menos el divino que es su espíritu y nos alienta y nos sostiene, porque nada hay imposible para Dios.

Cuidemos nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestro respeto profundo a los demás, a todos, nuestro deseo de hacer el bien, reconociendo que todos somos hermanos, tenemos un mismo origen y un mismo fin.

Qué gran ideal el que movió a Dolores Sopeña: “Hacer de todos los hombres una sola familia en Cristo”. De otra forma, sería imposible.

 

LAICOS Y CATEQUISTAS HACEMOS CAMINO EN BARCELONA

Laicos y Catequistas Sopeña retomamos este fin de semana próximo en Barcelona el XXXIII Encuentro Peregrinación siguiendo los pasos de Dolores Sopeña en la capital catalana, en el Monasterio de Santa María de Montserrat, abadía benedictina situada en la montaña de Montserrat, y la Cueva de Manresa, en la ciudad cuna de la orden jesuita.

Nuestra fundadora, a su vez, siguió a principios del siglo XX, concretamente en 1905 y 1906, los pasos de Ignacio de Loyola, quien marcó en ella una intensa espiritualidad ignaciana, con la intención inicial de realizar los Ejercicios Espirituales.

Los caminos, los senderos, los pasos que nos precedieron y los que nos sucederán, serán elementos en torno a los que girará este encuentro de la Familia Sopeña, que es consciente de la grandeza de una misión compartida desde dos compromisos vocacionales diferentes.

Nos reuniremos más de 150 personas con el objetivo también de compartir la alegría misma del encuentro, la comunión y la oración, así como gustar y sentir la novedad del Carisma Sopeña y visitar lugares significativos para Dolores Sopeña: Barcelona (1905), Montserrat (1906) y Manresa (1906), donde nos alimentaremos también de sus fuentes de inspiración.

Los frutos de este encuentro fraternal los iremos viendo y contando próximamente. Podéis seguir pendientes de nuestros perfiles institucionales en las redes sociales y en esta misma web.

Encuentro Barcelona

DIOS ES EXPERTO EN INVITAR

Una invitación nos llega al corazón. No es necesario que lo que nos llega sea el qué, sino muchas veces, el cómo nos inviten o quién nos invite. Dios es experto en invitar.

En eso creo que estaremos de acuerdo con Eloísa Barcia, Catequista Sopeña en Santiago de Chile, quien nos comparte en su artículo “Una invitación inesperada” para la revista ICONO, una anécdota de Dolores Sopeña sobre la importancia que tiene la forma de invitar para conmovernos y aceptar esa invitación.

Como decíamos, Dios es experto en invitar y, en esa ocasión, la de la anécdota, nuestra fundadora invita mirando a los ojos, poniéndose a la altura del pescador. Claramente, es Dios quien le invita a través de ella, de Dolores Sopeña, y directamente le habla al corazón.

Aquí se nos propone convertirnos todos en mensajeros de esa invitación tan especial.

Puedes leer toda la historia aquí:

 

UNA INVITACIÓN INESPERADA

Estamos inmersos en un mundo de invitaciones. Las hay de todas clases, tamaños, formas, colores e intenciones. Está en la persona invitada “aceptar o no aceptar”.

Para invitar, puede ser adecuado un guiño de ojos, un movimiento de cabeza, una sola palabra. Sin embargo, y desde siempre, la invitación se puede presentar de manera más formal, como las invitaciones en tarjetas con letras góticas en dorado, en negro, en pergamino, en papel blanco, beige, en colores variopintos. También, las hay modernas, actualizadas y amigables con el planeta, como las de materiales reciclables y naturales. Y no se pueden quedar fuera las virtuales.

Invitaciones en la Biblia

La Biblia está llena de invitaciones que conmueven, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Imposible hacer un listado de ellas, aunque puede ser una tarea interesante.

Dios Padre es experto en invitaciones, aunque casi siempre lo hace a través de mensajeros. Ahí tenemos a María, tranquila en Nazaret, cuando se le aparece un ángel enviado por Dios que la saluda muy cariñosamente y la invita a aceptar lo impensable: ser madre del Hijo de Dios. Y María, humildemente, acepta.

Nos sorprende la propia voz del Eterno Padre que se escucha invitando directamente: “Este es mi Hijo Amado: escuchadle”.

Ahora, las invitaciones de Jesús no se quedan atrás: “Si quieres, ¡Sígueme!”; “Vengan a mí los que estáis cansados y agobiados”; “Pedid y recibiréis”. A Juan y a Andrés, cuando le preguntan dónde vive, Jesús les responde: “Venid y lo veréis”.

Evangelizar es sinónimo de invitar

A propósito de esto, recuerdo con emoción y cariño una anécdota que la Beata Dolores Sopeña relata en su Autobiografía, texto escrito a mano por obediencia a su director espiritual, dejando constancia al inicio de su porqué, y firmado con puño y letra, como queriendo resaltar razón de ello: “Dedicado a mis hijas para su enseñanza”.

Nos narra Dolores con su sencillez característica, que, en Sanlúcar de Barrameda, provincia de Cádiz, acompañada por un grupo de señoras, comienza la propaganda para los Centros. Allí se encuentra con un pescador cansado de su faena de toda la noche, sentado en la playa cosiendo sus redes.

“Las señoras que venían conmigo a la propaganda se quedaban asombradas; a un pescador que estaba remendando sus redes tendido en el suelo, sin permitirse levantar la cabeza para oír lo que le decíamos, me bajé yo al suelo para verle la cara y decirle muy callandito que yo le esperaba sin falta… Me miró y me contestó:

—Sin falta allí me tendrá usted”.

Veamos la escena: el pescador está cansado, no sabemos si pescó mucho o no, pero como buen pescador, a pesar del cansancio, remienda sus redes para la faena de la noche siguiente. Seguro no le interesa que le vengan a molestar, y mucho menos unas señoras desconocidas. Dolores tiene una misión, una misión que Dios le ha marcado a fuego en su corazón: darlo a conocer a quienes no le aman porque no le conocen. Entonces, se acerca, se abaja a su altura, es para él el mensaje, es para él la invitación.

Siguiendo con Dolores en su Autobiografía, nos relata la reacción del pescador.

“Se puso de pie para despedirnos y las señoras se quedaron admiradas. Decían que si yo tenía algún secreto mágico, que habían notado unos cambios de fisonomía tan distinta de cuando empezamos a hablar con ellos a cuando nos despedimos”.

El pescador recibe la invitación, no sabemos lo que Dolores le dijo, cómo le invitó, solamente cuenta que se bajó a su altura, le dijo algo secreto, muy “callandito” y, además, que lo esperaba. Algo especial entró en el corazón del pescador, algo que lo sacó de su cansancio y de su rutina, de tal manera impactado que “se puso de pie para despedirnos”, “sin falta allí me tendrá usted”. He aquí la respuesta a la invitación.

Invitación de dios

El secreto de esta invitación

¿Qué le dijo Dolores al pescador que lo cambió totalmente?

“Y como mucho insistiesen las señoras en que les contase en qué consistía ese secreto, les dije que sí lo tenía, y era que en el momento de hablar con ellos los metía en el Corazón de Jesús y yo les hablaba al oído, pero el Corazón Divino les hablaba al suyo; y en esto consistía el cambio tan radical que se notaba en sus fisonomías…”.

Hoy diríamos que Dolores nos revela el formato de su invitación: mirar a los ojos, abajarse, meterlos en el Corazón de Jesús, y que Él hable “callandito” a través de ella.

Luego, el secreto de Dolores es una clave mágica: meterlos en el Corazón de Jesús y que sea Él mismo Jesús quien les habla al corazón. ¿Sencillo? ¡Sublime!

Dios y sus mensajeros

Dios nos sigue invitando a la verdadera felicidad, a la plenitud total, al goce de su infinito amor para toda la eternidad.

Dios, como “especialista en invitaciones”, tiene muchas maneras de hacerlo, pero quiere mensajeros – tú y yo – que, como Dolores, hagamos posible llegar su invitación. Él la transmitirá a través de nosotros, si le permitimos. Ahí tenemos una forma y un “secreto”.

El mensaje es de Jesús; nosotros, sus mensajeros. ¡Invitemos a conocer a Jesús!

ACCIÓN DE GRACIAS POR DOLORES SOPEÑA

El próximo viernes día 27 de enero de 2023, la familia Sopeña celebrará en Madrid la Eucaristía de Acción de gracias por la vida y la misión de nuestra madre, la Beata Dolores Sopeña, creadora nuestro Instituto Catequista y de la Fundación Dolores Sopeña.

La misa tendrá lugar en Madrid, en nuestra Casa Generalicia, a las 19.30 de la tarde.

Se trata del homenaje que la Familia Sopeña celebra cada año por el aniversario de su Ida al Cielo, el 10 de enero de 1918.