La raíz de la solidaridad humana es pensar que el prójimo somos todos. Ese ser cercano o lejano, da igual, porque “Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”.
El Papa Francisco, citando a San Mateo (20, 1-16) insta a la humanidad a que trabaje unida, con verdadero espíritu de equipo, ya que nuestra sociedad sólo se puede salvar juntos.
Pero, en ocasiones, esos gestos solidarios nos cuestan aún menos si los volcamos con los compañeros, los amigos, los vecinos, las familias que nos rodean y forman parte de nuestra vida.
Así lo hemos querido hacer esta vez, poniendo en marcha un nuevo proyecto solidario en el seno de la Familia Sopeña. Se llama “Enciende tu solidaridad” y dirige nuestro esfuerzo de acompañamiento y de ayuda hacia aquellos con los que convivimos en el día a día de nuestros Centros, la obra apostólica de las Catequistas Sopeña.
Y así lo hemos querido compartir en un nuevo número de la Revista ICONO de los Padres Redentoristas y que os reproducimos por aquí para que la tengáis a mano.
Energía fraterna
La palabra solidaridad nos llena la boca muchas veces y, otras muchas, la ponemos en práctica con personas y situaciones que apenas ni conocemos y que nos pillan a miles de kilómetros de distancia.
Nada mal, sabiendo que, hasta los más alejados, en todos los sentidos, debemos sentirlos cercanos y que según el Evangelio «Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos» (San Mateo 20,1-16).
Pero, otra opción, es ejercerla con los que están cercanos, a los que no nos cuesta mirar a los ojos y descubrir sus dificultades, a los que podemos agarrar de la mano en cualquier momento e, incluso, con los que compartimos espacios físicos como el edificio, la escuela, el lugar de trabajo.
No sé si será porque nuestra fundadora, Dolores Sopeña, viajó tanto y por tantos países del mundo, pero tenemos incluida en nuestro material genético la sensación de que todo el mundo está próximo. Bueno, eso, y el sentirnos cristianos, hermanos e hijos de un mismo Dios.
El más cercano
La palabra prójimo puede proceder del término latino proximus con el significado de más cercano, que nos dejó próximo, por la vía culta; en griego, prójimo traduce muy apropiadamente la palabra pleison, que expresa la idea de asociarse con alguien, de entrar en su compañía.
En la Biblia, prójimo se considera a cualquier ser humano. Para Jesús de Nazaret, el prójimo es el otro, cualquiera, sea o no sea hermano, pero así se le considera. Es el otro al que hay que amar y todos somos, independientemente de parentescos u otro tipo de relaciones, prójimos del otro.
Así que, si hemos de amarle, cómo no ayudarle, cómo no mostrar nuestra empatía, cómo no ofrecerle recursos que están en nuestra mano para hacerle la vida mejor y construir un mundo fraterno, el Reino de Dios.
La crisis socio económica derivada de los acontecimientos de los años anteriores, en concreto, la pandemia por Covid, está haciendo daño, como siempre, especialmente a las familias trabajadoras.
Estos hombres y mujeres de mediana edad y de familias trabajadoras son lo que conforman la mayoría de nuestros centros en España y en el resto del mundo, allá donde la Fundación Dolores Sopeña lleva funcionando decenas de años.
Dificultades en las familias
La subida de los suministros energéticos, a pesar de los esfuerzos de las administraciones para paliar la situación, dificulta enormemente el día a día de estas familias.
Y lo que es peor y más trascendente, es que las dificultades del hoy condicionan radicalmente la situación en el futuro.
Si lo pensamos con detenimiento, la dificultad para cocinar y, por tanto, elaborar comidas de calidad y cuidar la alimentación, condicionará para siempre el desarrollo físico y mental. La imposibilidad de estudiar de noche por los altos costos de la energía supondrá graves desigualdades en el acceso a las oportunidades formativas y laborales futuras.
Y si hay algo Sopeña, Sopeña, es facilitar oportunidades.
De ahí que bajo el lema de “Enciende tu solidaridad”, la familia Sopeña hayamos puesto en marcha un proyecto de solidaridad para los usuarios y usuarias de nuestros espacios de acción –escuelas y centros de educación de personas adultas, así como las acciones pastorales-.
Encender nuestra solidaridad
Usando el símil de la energía, tan necesaria para nuestro día a día, esta campaña que permanece activa desde antes del anterior periodo navideño, invita a encender nuestra solidaridad, nuestra empatía y caridad cristiana, para llegar, en este caso a los que tenemos más cerca.
De esta manera, podemos contribuir a reducir el impacto de las condiciones económicas en la vida presente y en el desarrollo futuro de esas familias.
La misión de la Fundación Dolores Sopeña, principal obra apostólica de las Catequistas Sopeña, es precisamente salvar esa desigualdad o difícil acceso a oportunidades formativas o, más tarde, profesionales. Lamentablemente, se constata que eso condiciona toda la vida.
Se trata de poner las bases para que las oportunidades dispares de las que gozan unas u otras familias, no supongan a la larga grandes desigualdades en los niveles socioeconómicos de sus componentes y el acceso a empleos de calidad sea un hecho, no un milagro.
De forma prácticamente autónoma, el proyecto “Enciende tu solidaridad” contempla que cada Centro Sopeña recoja las contribuciones y, de la misma manera, las distribuya entre aquellas personas que estén atravesando esa dificultad.
Las ayudas cubren únicamente los recibos de suministros energéticos mientras dure la situación de precariedad.
Con un pequeño esfuerzo, nuestra solidaridad se convierte por arte de magia en energía fraterna.