Jóvenes Sopeña Guayaquil, dos ritmos y el mismo estilo

Los Jóvenes Sopeña de Guayaquil (Ecuador), conformados por dos grupos de trayectoria y origen diferente, pero con los mismos valores y el mismo espíritu Sopeña, participaron semanas atrás en la VIII Jornada Archidiocesana de la Juventud (JAJ) 2018.

Sin duda, los participantes reconocieron que el evento representó una experiencia intensa y maravillosa que fue presidido por el Obispo de Guayaquil, Monseñor Luis Cabrera. El prelado aprovechó la homilía de la Eucaristía para expresar su cercanía y su apoyo a los jóvenes.

Además, invitó a los participantes, entre los que se encontraban integrantes de los Jóvenes Sopeña, a ser sabios “para no dejarse engañar por el mundo” y a ser valientes “para estar dispuestos a decir sí al Señor, como lo hizo María”.

Este encuentro, organizado por la Pastoral de la Diócesis en la plaza cívica de Sanborondón, se celebró bajo el lema “No temas María, porque has encontrado gracia ante Dios” y, además de la Eucaristía y momentos de oración, dejó espacio a la música de artistas como Luis Enrique Ascoy y Pablo Alborán, para mostrar la alegría y el entusiasmo de las celebraciones de la juventud.

Jóvenes Sopeña Guayaquil

Uno de los grupos de Jóvenes Sopeña de Guayaquil, “Sopeña en Marcha”, llevan reuniéndose desde 2011 y algunos ya han pasado a formar parte del grupo de Laicos Sopeña. Muchos de ellos participan en la Misión de Río Viejo, un recinto a hora y media de Guayaquil, donde cada 15 días convocan a niños y a adultos de esta zona periférica para tener con ellos formación, catequesis, juegos, celebraciones…

Por otra parte, los miembros más jóvenes y de nueva incorporación se reúnen los sábados, cada quince días, y han tenido ya su primera experiencia de voluntariado, colaborando en la Campaña de Navidad del Centro y, algunas de las chicas, participando en la semana misionera del Campo de Trabajo Urbano, en el Hogar de las niñas del Perpetuo Socorro, con quienes también celebraron el pasado Jueves Santo.

La solidaridad impulsa la misión apostólica en Rosario

La solidaridad de muchas personas, colaboradores y donantes, vuelve a impulsar la misión apostólica que las Catequistas Sopeña desarrollan en la ciudad argentina de Rosario.

El último evento reunió a más de 180 personas en una comida celebrada en el Jockey Club de la ciudad. El objetivo: la autofinanciación de la labor social de las Catequistas Sopeña, proyectada a través de los centros de la Fundación Dolores Sopeña.

Desde el comienzo de sus andanzas, nuestra fundadora siempre se destacó por su habilidad para involucrar y motivar a personas de distintas procedencias sociales en el proyecto de ofrecer oportunidades de formación y de desarrollo integral a jóvenes y adultos de familias trabajadoras.

El valor de Dolores Sopeña fue rodearse de colaboradores comprometidos con su trabajo apostólico, que aportaban tiempo, recursos económicos o habilidades para lograr un mundo más justo y humano, en el que todas las personas se amen como hijas de un mismo Padre.

Por su parte, Dolores Sopeña brindaba a las personas que han tenido mejores oportunidades la posibilidad de abrir su alma y conocer su parte más solidaria con aquellas personas más desfavorecidas, así como la satisfacción de verlas crecer y superarse de manera integral.

Catequistas en Rosario Argentina

En Rosario, ha sido la Junta Ejecutiva, formada por voluntarios laicos que se encargan de la gestión y mantenimiento de los Centros de la Fundación en la ciudad portuaria, la responsable de una comida que cumplió, en este sentido, con todas las expectativas.

Gracias a la implicación de ellos y de otros muchos colaboradores y donantes, la obra que inició Dolores Sopeña sigue viva y activa en siete países, con más de 32 centros, por los que han pasado más de 40.900 personas para acceder a una formación de calidad, marcada por los valores Sopeña: acogida, respeto, salir al encuentro, promoción, solidaridad y fraternidad.

El deseo de las Catequistas Sopeña es que las personas que forman parte de su misión evangelizadora puedan construir canales de fraternidad, para hacer de todos las hombres “una sola Familia en Cristo”.

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