UNA VIDA, UN AMOR, UNA LLAMADA, UNA MISIÓN

La Comunidad de Catequistas Sopeña en La Cisterna, en Santiago de Chile (Chile) ha tenido una preciosa y entrañable celebración de acción de gracias por los 80, 75 y 50 años de vida religiosa de nuestras hermanas Lucía Romero Gil (Bodas de Roble), Marta Eusebia Giménez Fernández (Bodas de Brillantes) y María Angélica de la Barrera Ascencio (Bodas de Oro).

Toda una vida, un amor, una llamada y una misión de estas tres Catequistas, ejemplo de vida de inmensa fidelidad a Dios y a la Iglesia, dentro del Instituto Catequista Dolores Sopeña.

La celebración fue de carácter íntimo y en ella participaron además de las integrantes de la Comunidad de La Cisterna, cinco frailes Franciscanos, que atienden la Parroquia y las necesidades espirituales de las Catequistas, así como otras personas que trabajan en su casa.

llamada

Dos de las tres religiosas celebrantes son españolas de origen, que muy jovencitas surcaron el Atlántico para llegar a América, cuando eso suponía un no regreso a su tierra natal. Gracias a la entrada en vigor del Concilio Vaticano II esa norma cambió.

¡Fiel! Esa palabra es la que más llena mi corazón. DS

TODO LO HUMANO ATAÑE A LA IGLESIA

El Papa Francisco en su tercera encíclica: Fratelli Tutti confirma que el hacer de la Iglesia, y de todos los que formamos parte de ella, no ha de limitar su acción a lo privado ni mantenerse fuera de la sociedad.

Más bien al contrario, Francisco nos revela en esta carta sobre la fraternidad y la amistad social su preocupación y la de todo cristiano por el desarrollo humano integral y, eso, toca a toda la Humanidad y, por tanto, todo lo que es humano, incumbe a la Iglesia.

Según nos recuerda Gabriela Herrera Reyes, Catequistas Sopeña en Santiago de Chile (Chile), en un artículo para la revista ICONO, la encíclica recoge el estilo del Buen Samaritano que ama al prójimo con todas sus consecuencias, al humilde, al débil, al que está herido en el camino, en las periferias de nuestra sociedad.

“Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos” (Fratelli Tutti).

Puedes leer el artículo completo a continuación:

 

FRATELLI TUTTI, DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

 

La Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, forma parte del Magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia, en ella se recogen temáticas de sus antecesores, como la solidaridad, subsidiaridad, bien común, la hipoteca social de los bienes, de la vida integral, de la justicia, de la paz y muchos más.

Es la tercera encíclica de Francisco, en la que aborda dos temas que ha mencionado en otros escritos, pero destaca de forma específica: la fraternidad y la amistad social.

En Fratelli Tutti se confirma el hacer de la Iglesia, que no reduce su misión a lo privado, no está al margen de la sociedad y, aunque no hace política, conoce su dimensión y su importancia. Expresa la preocupación por el desarrollo humano integral, de hecho, esto concierne a la Humanidad y todo lo que es humano atañe a la Iglesia, según los principios del Evangelio.

El centro de la vida social, el amor

 El Papa, a través de Fratelli Tutti, nos desafía a leer la historia y la propia vida desde los marginados, los pequeños, los pobres, los “descartados” porque ahí, en ellos, está presente el centro de la vida cristiana: Jesucristo. Que se manifiesta en ellos: “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.”

Nos dice que, “en virtud de la alegría que trae el Evangelio”, hemos de entrar de lleno en la vida de las personas, la sociedad y la cultura para construir diálogo, amistad social y, en definitiva, más fraternidad. La encíclica la escribe en plena pandemia. En este contexto, nos dijo que estamos todos en la misma barca, que nadie se salva solo y que es el momento de la unidad, de la solidaridad y de una especial preocupación por los más pobres. Ellos son los que más sufren el embate de la falta de empleo, de acceso a las prestaciones de salud.

En Fratelli Tutti, de una u otra manera, decanta (de forma sencilla) la Doctrina Social de la Iglesia a la luz del Evangelio. Y de entre los textos del Evangelio se detiene en la parábola del Buen Samaritano.

El amor a Dios se demuestra en el amor al prójimo concreto y real, al que está herido en el camino, al estilo del buen samaritano, “hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos”.

Cultura del diálogo y el encuentro

El Papa Francisco se deja interpelar por esta historia de compasión, amor y ternura, y pide que nos dejemos conmover. Hemos de pasar de la cultura de los muros a la cultura del diálogo y el encuentro, y este ideal queda graficado con arte en el relato bíblico.

Fratelli Tutti, propone un nuevo trato de los seres humanos entre sí, un nuevo trato hacia la mujer, los migrantes, los pueblos originarios y, por supuesto, el medio ambiente. La Encíclica refleja que el corazón del Papa está con los pobres, los que no tienen voz, los que no participan de las decisiones. La dignidad de la persona puesta al centro.

Se promueve el desarrollo humano integral. La base de esta mirada integral del hombre es su dignidad, que implica promover el amor universal, la amabilidad y la bondad en todas sus formas, la promoción de una vida más digna y de más calidad humana. La promoción humana ha de ser consecuencia lógica de la evangelización.

humano Dios

Es necesario pensar y gestar un mundo abierto, ampliar la mirada, salir de uno mismo, abrirse a los demás con el máximo cuidado y solicitud, y reconocer que la “altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor”. Esto implica una apertura hacia la comunión universal que solo se logra con el amor.

Trabajo para la dignificación de la vida

Fratelli tutti nos recuerda los principios rectores de la Doctrina Social de la Iglesia, tales como el destino universal de los bienes, la propiedad privada como un derecho. Reconocer el trabajo como un lugar privilegiado, para así lograr una vida digna y la forma segura de garantizar que cada ser humano entregue al servicio de los demás “sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas”. Para el Papa, “esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna”.

Fratelli tutti nos ayuda a comprender con mayor profundidad el escenario que enfrentamos actualmente en términos sociales, sanitarios y políticos. De la misma forma, nos ayuda a reconocer que valores como la verdad y la justicia son indispensables si queremos amor y fraternidad. El Papa posiciona al amor como guía para todos en la vida personal, política y social, y lo hace porque comprende que, si queremos poner al ser humano y su dignidad en el centro de la sociedad, no podemos dejar de lado su vocación fundamental y su más profundo anhelo: amar y ser amado.

Para finalizar este breve recorrido de Fratelli Tutti quiero traer a la memoria a una gran mujer, la beata Dolores Sopeña, que supo leer en su época “los signos de los tiempos”, ella al igual que el Papa Francisco trabajó por conseguir mejorar la vida de tantas personas. “Su compromiso por la dignidad de la persona brota de su experiencia de un Dios Padre de todos, que nos ama con una ternura infinita y desea que vivamos como hijos y hermanos. De allí su gran deseo de «Hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús». Su gran unión con Dios le permite descubrirlo presente en todo y en todos, especialmente en los más necesitados de dignidad y afecto.

Salir al encuentro de cada persona en su situación, introducirse en los barrios marginales de la época, era inconcebible para una mujer a finales del siglo XIX. El secreto de su audacia es su fe, esa confianza sin límites, que ella reconoce como su mayor tesoro y que la hace sentirse instrumento en manos de Dios, instrumento al servicio de la fraternidad, del amor, de la misericordia, de la igualdad, de la dignidad, de la justicia, de la paz…”

LA SUPERACIÓN, UNA GRACIA DE DIOS

En el corazón de Dios siempre existe el deseo de que los hombres y las mujeres salgan adelante, se superen y puedan brindar también oportunidades de superación y fortaleza a sus iguales. Esa es y fue la gracia y el ejemplo de Dolores Sopeña.

Lo constata así, Olga Lucía García Castro, Laica en el Centro Sopeña de Bogotá (Colombia), quien nos lo comparte en un artículo de la revista ICONO.

Para esta Laica Sopeña, nuestra fundadora, Dolores, dejó “con la gracia de Dios, un legado de superación y dignificación para el ser humano”, siendo ella misma, ejemplo de cómo hacer frente a las adversidades y hasta a las propias enfermedades y limitaciones físicas.

El trabajo de la Fundación Dolores Sopeña, obra apostólica de las Catequistas Sopeña, y sus Centros Sopeña repartidos por seis países de Europa y América, no es solo capacitar profesionalmente y ofrecer una formación técnica.

La esencia Sopeña, propia de su Carisma, es la formación integral, que incluye valores y la fortaleza espiritual que nos acompaña en esa superación de las dificultades.

Cuando contamos con la ayuda de Dios, Él actúa y se nos hace presente de mil formas para que no nos sintamos solos y podamos alcanzar nuestras metas dando lo mejor de nosotros mismos.

Puedes leer todo el artículo por aquí:

 

El éxito radica en aprovechar las oportunidades para superarnos

 

Superarse es el reto de la vida. Nuestra misión es encontrar las oportunidades. Tarde o temprano todos nos damos cuenta de que la vida, por más que quisiéramos evitarlo, incluye dificultades espaciadas en el camino y el tiempo. Unas son más complejas que otras; algunas logramos vencerlas; en otras, terminamos dándonos por vencidos.

Pero la diferencia de convertir una dificultad en éxito o fracaso está en la forma en cómo la abordamos y el empeño que pongamos para superarla.  En otras palabras, se trata de la capacidad de aprovechar las oportunidades para superarnos.

Y es que la superación personal es la disciplina que nos lleva a comprometernos con nosotros mismos para ser cada día mejores, para alcanzar nuevas alturas, para aprender más y ampliar nuestros horizontes. Es un proceso largo y constante que nos demanda buena actitud, enfocarnos en aprender cada día más y en practicar lo aprendido sin descanso.

Superarnos no termina con un grado o un diploma que certifique ciertas competencias aprendidas. En realidad, ese es apenas el comienzo, porque a partir de ahí tendremos que luchar porque ese aprendizaje se traduzca en verdadera vocación de servicio, en profesión personal y, ciertamente, en fuente de sustento que recompense tiempo y recursos invertidos. En últimas, en la lucha de la superación personal no debemos negarnos ninguna oportunidad que nos presente la vida.

Todos podemos superarnos

La superación es algo que todos, sin excepción, debemos buscar y podemos alcanzar. Claramente, a unos les costará más que a otros, pues en este recorrido cuentan los recursos económicos disponibles, el tiempo que dediquemos y la disciplina que tengamos. Pero la superación les sonríe a quienes la persiguen con tesón sin dejarse apabullar por las dificultades y sin desistir ante la exigencia.

La superación no implica la misma meta para todos. Para unos, quizás, superarse sea llegar a ser un prestigioso abogado, un negociante millonario, un empresario de renombre o un artista célebre. Para otros, en cambio, quizás su sueño sea sacar adelante un emprendimiento, ser un cocinero aclamado o llevar sus habilidades físicas al límite. Lo cierto es que, para unos y otros, la superación implicará soñar en grande, mejorar cada día el ejercicio de lo que somos y sabemos y fijarse metas cada vez más ambiciosas.

Superarse gracia de dios

 

Aprovechando las oportunidades

Cuando hablamos de superación siempre nos preguntamos qué oportunidades nos ofrece el entorno en que vivimos. Pero superarnos implica una alta dosis de resiliencia. En Colombia hemos vivido 50 años de una violencia interna que ha dejado millones de muertos, viudas, huérfanos, heridos, mutilados, desplazados y pobres. Pese a ello, muchos han sobrevivido a todas las adversidades y han encontrado segundas y hasta terceras oportunidades de superación en instituciones que brindan apoyo y estímulo.

Una oportunidad es una situación que te permite que hagas algo que estabas buscando o que te puede servir para el presente y el futuro. Es una coyuntura favorable, una circunstancia que, si la aprovechas, puede traer grandes beneficios para tu vida, te abre nuevas posibilidades.

La superación, una gracia de Dios

En el corazón de Dios siempre ha estado el deseo de que los hombres y mujeres salgan adelante. A través de la Historia ha habido grandes personajes que, no solo han sido ejemplo de superación personal, sino que han brindado un canal de oportunidades al resto de la Humanidad, por ejemplo, Dolores Sopeña quien, con la gracia de Dios, dejó un legado de superación y dignificación para el ser humano.

Desde nuestra experiencia de generar oportunidades en los Centros Sopeña para las personas más necesitadas económicamente, a lo largo de los años hemos conocido a muchos que han luchado con tesón por superarse y han aprovechado todas las facilidades que la vida les ha brindado.

Es el caso concreto de varios estudiantes que se han capacitado en los diferentes centros de Formación Sopeña y hoy viven en países como España, Estados Unidos, Australia, Brasil y Chile, donde han emigrado para buscar mejores oportunidades laborales y están ejerciendo lo aprendido con gran éxito. Ellos mismos dicen que no olvidan las bases que recibieron, incluyendo los conocimientos, los valores y la fortaleza espiritual que adquirieron en sus años de aprendizaje.

Cuando contamos con la ayuda de Dios, Él actúa con su gracia en la adversidad y nos hace sentir que no estamos solos para alcanzar nuestras metas. En el proceso de superación debemos tener presente siempre este pensamiento: “Estoy jugándome el partido de mi vida, no puedo quedarme en la banca”. Dios nos ayuda a vencer nuestros miedos y aprovechar la oportunidad de superarnos para ser la mejor versión de nosotros mismos.