SIEMPRE CERCA DE LOS ALEJADOS

Más cerca ya del final del sexenio, las Catequistas Sopeña han tenido la oportunidad en estos años de llevar a cabo la misión encomendada en el último Capítulo General, celebrado en Loyola durante el verano de 2019, de acercarse y atender a la población más vulnerable, a los alejados, aquellas mujeres y hombres que pasan por momentos de dificultad.

“Mirará por estar más cerca de Jesús y de los hermanos”, según se expresaba Miryam Ávila, Superiora del Instituto Catequista Dolores Sopeña, en una entrevista para El Espejo de la COPE.

En aquellos días de Capítulo sintieron muy intensamente la necesidad de avivar su cuidado hacia los más alejados, hacia aquellas personas que viven dificultades extremas, para dignificarlos.

Entonces llegó la pandemia y las necesidades y las situaciones difíciles se hicieron más acuciantes, más angustiosas.

Y ahí es donde han estado las Catequistas Sopeña, a pie de calle, llevando a cabo su misión, a la intemperie, misioneras en medio del mundo, saliendo al encuentro de cuantos las necesitaban, tendiendo la mano incluso a quiénes no sabían que la necesitaban.

Algo muy significativo del Carisma Sopeña porque pone en primer lugar a la persona, en toda su individualidad; y habla de su dignidad, de hacerla sentirse valorada, querida y aceptada.

“Esa persona, en ocasiones vulnerable, destinataria de nuestras escuelas y centros, irá percibiendo que hay algo distinto en nosotros, laicos y catequistas, e irá viviendo un proceso de formación integral”, matiza Miryam Ávila.

Precisamente esa cooperación entre Catequistas y Laicos Sopeña, que también se decidió fortalecer tras el Capítulo, permite a niños, jóvenes y adultos, usuarios de su principal obra apostólica, la Fundación Dolores Sopeña, recibir una formación integral, que redunde en una reconocida calidad humana y preparación profesional.

Expresamente, uno de los deseos de la fundadora, Dolores Sopeña.

 

FRASES Y ORACIONES DE DOLORES SOPEÑA

Para quien tiene el deseo de conocer a Dolores Sopeña tiene al alcance de su mano numerosas fuentes de diversa índole. Una de ellas, pueden ser sus frases y oraciones, recogidas en múltiples publicaciones y reunidas en la web de su Canonización.

Sus hijas, las Catequistas Sopeña, son profundamente conocedoras de la persona de Dolores y de su Carisma, fruto del amor que un día le brindaron y que se ve renovado cada jornada que dedican a lo que antaño fue su misión: llevar a Dios allí donde están los alejados, los que sufren, los que no han tenido la dicha ni el privilegio de conocer a un Dios que lo es todo para Dolores.

También es reveladora de su personalidad y su profunda fe y compromiso cristiano el Testamento Espiritual, una carta que Dolores escribe a sus hijas, las Catequistas Sopeña, el 3 de enero de 1918, poco antes de su fallecimiento, cuando ya era consciente de su Ida al Cielo a reunirse con Dios.

“¡Qué hermoso es irse al cielo sonriendo! Así le sucede a vuestra pobre Madre, que tiene el corazón lleno de contento en estos días desde que veo próxima la hora de mi partida”, se recoge en la carta.

En el libro, “Al calor de tu fuego. Oraciones para la vida cotidiana”, igualmente Dolores Sopeña deja constancia aquí de lo que para ella representa la oración y su forma de vivirla: su comunicación con Dios, como una relación personal, íntima, intensa e ininterrumpida.

De la misma forma, Dolores Sopeña nos ha dejado frases, reflexiones, oraciones que dan cuenta de su inmensa actividad interior, además de su esforzado apostolado dirigido a los más afligidos, a los olvidados.

Justamente, sobre la eficacia apostólica que tanto la desvelaba nos dejó esta reflexión:

“Tres miradas fijas debemos tener para trabajar eficazmente en el apostolado: mirar siempre nuestra pequeñez y fragilidad; tener una confianza ciega depositada en nuestro Señor; vaciar nuestro corazón por completo para que sólo Dios lo llene. Únicamente así, conseguiremos cumplir nuestra misión”.

Frases y oraciones

SEGUIMOS CAMINO HACIA LA SANTIFICACIÓN

A punto de cumplirse el vigésimo primer aniversario de la Beatificación en Roma de Dolores Sopeña, celebrada por San Juan Pablo II el 23 de marzo de 2003, las y los continuadores de su Carisma seguimos en el camino que nos lleva hacia su santificación.

¿Sabes lo que es un proceso de canonización y qué hitos implica?

Para resolver estas y otras dudas y curiosidades, hace ya cuatro años  estrenamos la web Canonización de Dolores Sopeña, con el objetivo de impulsar y mantener viva la Causa y aglutinar en un sitio toda la información que sobre el proceso se fuera produciendo.

Hoy en día es un sitio web con multitud de visitas, que manifiestan una creciente y gozosa necesidad de saber y de ampliar información y muchas solicitudes de reliquias, de intercesión, ofrendas y, en definitiva, de acercamiento al Carisma y conocimiento de la espiritualidad y vida de la Beata.

La web muestra a Dolores Sopeña, modelo y referente de una vida plenamente generosa con el prójimo, entregada a Jesús y comprometida con Cristo. Una inspiración para quienes a día de hoy llevamos adelante la misión compartida que ella con mucho esfuerzo construyó.

Tanto el Instituto Catequista Dolores Sopeña como el Centro Directivo de la Causa de Canonización se unieron para homenajear de esta manera a una mujer excepcional que, a finales del siglo XIX y durante los primeros años del siglo XX, creó su Congregación religiosa y las semillas de lo que será su principal obra apostólica, la Fundación que lleva su nombre.

Pero mucho antes, dedica parte de su juventud a crear asociaciones y escuelas donde se alfabetiza y se enseña el Catecismo en Puerto Rico primero, luego en Cuba y finalmente en España.

Su intensa y diversa actividad misionera da como fruto, además, en 1892, la Asociación de Apostolado Seglar, origen del Movimiento de Laicos Sopeña.

Es la fundación del Instituto Religioso lo que viene a sostener espiritualmente a la asociación laical.

El proceso de Canonización tiene hoy en Roma, pendiente de estudio, un presunto milagro atribuido a la intercesión de Dolores Sopeña, y se inició en 1928 por el entonces obispo de Madrid. El camino de su santificación continúa adelante.

Los Centros y Escuelas de la Fundación Dolores Sopeña en todo el mundo celebran con distintos actos de homenaje esta hermosa fecha, principalmente centrados en exaltar los valores cristianos contenidos en el Carisma Sopeña.

CONOCER A DIOS PARA COMENZAR A AMARLE

No es nada raro, cada día, encontrarnos con personas agradecidas a Dios por haber conocido el  Instituto Catequista Dolores Sopeña y a nuestra fundadora.

Los testimonios de satisfacción y gratitud, también gracias a Dios, abundan en nuestras redes sociales virtuales y en el día a día de los Centros Sopeña, principal obra apostólica de la Institución.

En el Centro Sopeña Guayaquil (Ecuador), un alumno nos transmite en un bello escrito su agradecimiento a Dios y a las Catequistas Sopeña por permitirle “capacitarse en lo espiritual” cuando se acercó para capacitarse técnicamente y actualizarse tras perder su empleo.

Esta difícil situación supuso que su esposa tuviera que migrar fuera del país para buscar una nueva fuente de recursos, lo que provocó en él una depresión.

Consideró providencial que navegando por internet un día fuera a dar con la página de nuestra Fundación allí en Guayaquil. No lo pensó mucho y se inscribió para formarse al día siguiente.

Según sus palabras, “para ser sincero, en mi pensamiento solo estaba venir a este Centro Sopeña para mantener mi mente ocupada, y si pasaba o no el curso, eso no era lo importante en ese momento”.

Pero a medida que iban pasando los días, las enseñanzas del tecnólogo Fernando y “la calidad humana” de todas las personas que le rodeaban iban obrando el milagro de una confianza cada vez más fuerte en sí mismo y en su fuerza y posibilidades.

 Además de la capacitación técnica, este alumno atendía a sus compañeros, les escuchaba sus dificultades y compartía las suyas y eso le hacía sentirse cada vez mejor y más útil.

Agradece especialmente los saludos y la acogida de las Catequistas Sopeña Amadis y Jacqueline, presentes en el Centro, que siempre le recibían “con una sonrisa y una tranquilidad que me transmitían paz”.

Reconoce que el contacto con la Fundación Dolores Sopeña le cambió la vida al permitirle “conocer a nuevos y verdaderos amigos y sentirse apreciado y mucho más cercano a Dios”.

Como no, también se sintió inspirado en todo momento por la gran fortaleza de servicio de Dolores Sopeña con su don de ayudar y capacitar a todas las personas.

En esencia, nuestro agradecido alumno manifiesta feliz que ahora considera que la Fundación no es solo una entidad sin más, sino su familia, “mi gran Familia Sopeña”.

¿TÚ TAMBIÉN QUIERES SER DOLORES?

Las Catequistas Sopeña lo somos porque un día, de alguna y variada manera, conocimos a Dolores, nuestra fundadora, y nos enamoramos de su Carisma, de su espiritualidad, de su forma comprometida y valiente de estar en el mundo y estar para los que convivieron con ella.

En muchos casos, se trató de un auténtico flechazo de amor a Dios y comunión con la forma en que Dolores Sopeña, mujer adelantada a su tiempo, descubrió el modo de dar a conocer a Dios a todas aquellas personas alejadas por desconocimiento, malas experiencias o prejuicios.

Su sensibilidad a las problemáticas sociales de finales del siglo XIX se plasmó en la promoción humana, el anuncio de Jesucristo y la construcción de un mundo fraterno, como las formas honestas y creíbles de vivir y hacer vivir el Evangelio.

En la publicación Las Catequistas Sopeña nos cuentan, se ponen de manifiesto los rasgos de nuestro Carisma y los elementos esenciales de este estilo de consagración a Dios.

Una a una, expresamos cómo recibimos la inspiración con la que Dios nos llamó, cómo vivimos la oración, nuestra respuesta apostólica en la actualidad o la experiencia de vivir en Comunidad.

La personalidad de la fundadora del Instituto Catequista, la Beata Dolores Sopeña, es el motivo de muchos de los acercamientos a la institución, constituida en 1901.

Te animamos a leerlo y conocernos un poco más.

En el vídeo Yo soy Dolores, que también te invitamos a ver es evidente la convicción y la felicidad en nuestras vidas.

Una confianza que ya aprendimos de Dolores Sopeña, quien aseguró que “Nos arrojamos en sus amorosos brazos, y entonces todo lo podemos y somos conducidas adonde no podíamos imaginar, y hace Apóstoles y Fundadores y todo cuanto le place, porque Él lo es todo y lo puede todo”.

Y tú ¿también quieres ser como la Beata Dolores Sopeña? ¿Quieres continuar con la Misión que hace más de un siglo ella comenzó? ¿Quieres darle un sentido a tu vida a través de la consagración a Dios y la vocación de servir a los demás?

¡Conócenos!

RENOVAR EL COMPROMISO DE CONSTRUIR EL REINO EN MISIÓN COMPARTIDA

Laicos, laicas y Catequistas Sopeña, la Familia Sopeña, celebró el pasado fin de semana en Barcelona el XXXIII Encuentro Peregrinación, donde renovó su compromiso de construir el Reino de Dios en misión compartida, como ya intuyó Dolores Sopeña hace más de un siglo.

Miryam Ávila, Superiora General del Instituto Catequista Dolores Sopeña, constató en su ponencia que, mientras que algunas personas creen que es tiempo de los laicos, para ella es “el tiempo de todos”, de personas laicas y consagradas, “en tanto que la llamada a construir el Reino de Dios nos atañe a todos”.

Compromiso de familia

La motivación: “Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca” Jn 21, 3.

Y sobre esta idea, que no es novedad para la Familia Sopeña ni para nuestro Carisma, Miryam Ávila insistió en que la Misión en los Espacios de Acción Sopeña (Escuelas, CEPAS y diversas acciones pastorales) tiene sentido “si funcionamos como una verdadera comunidad evangelizadora, es decir, somos seres de comunión, encuentro, manos unidas, proyectos compartidos y caminar de la mano  hacia un mismo fin”.

Este Encuentro de Laicos, laicas y Catequistas Sopeña, con el lema “Una Misión, dos vocaciones”, se diseñó con un sentido de camino, de peregrinación y así se ha celebrado.

Las más de 150 personas asistentes pudimos recalar en Barcelona, donde Dolores Sopeña llegó en 1905, decidida a expandir por allí su Obra, así como en el Monasterio de Santa María de Montserrat, abadía benedictina situada en la montaña de Montserrat, y la Cueva de Manresa, en la ciudad cuna de la orden jesuita, lugares que las circunstancias convirtieron en emblemáticos para ambos Carismas.

Cova compromiso

Se trataba de compartir la alegría del encuentro, la comunión y la oración y andar un camino que ya anduvieron otros muchos miles de personas antes que nosotros y los que vendrán después.

También sirvió este recorrido para beber de sus fuentes de inspiración y conocer un poco más y mejor las motivaciones de Dolores Sopeña y de San Ignacio de Loyola, algunos siglos antes.

El camino nos ha invitado a escuchar lo que a través de sus itinerarios interiores y exteriores Dolores e Ignacio nos han querido comunicar.

Además, el programa incluyó una interesante ponencia a cargo del jesuita Patxi Álvarez de los Mozos, quién nos ofreció sugerencias y propuestas para nuestra misión apostólica en los Centros Socioeducativos Sopeña, poniendo el acento en la construcción de sociedades inclusivas y sostenibles y en la formación de personas conscientes, libres, compasivas y creativas.

Miryam Avila compromiso

DOLORES SOPEÑA: MUJER IGNACIANA

Diecinueve mujeres, entre las que se encuentra Dolores Sopeña, protagonizan el libro “Mujeres ignacianas. Escritos esenciales”, que reúne por primera vez en un único volumen, una esmerada selección de textos de mujeres, valientes y determinadas, que siguieron el legado de San Ignacio de Loyola.

Estas mujeres conocieron y aprendieron a amar a Jesús desde la espiritualidad ignaciana, resignificándola y haciéndola suya, y produciendo ricos y profundos textos que han permanecido hasta nuestros días.

La colaboración de los Institutos y Congregaciones de las distintas mujeres ha dado como fruto un libro que nos permite asomarnos con rigurosidad, devoción e interés a sus mundos, en muchos casos, de gran proyección apostólica y a sus experiencias de fe.

El equipo editorial ha estado formado por Nurya Martínez-Gayol Fernández, ACI, José García de Castro Valdés, SJ y Miyako Namikawa, RSCJ.

Mujeres Ignacianas

San Ignacio inspiró en estas mujeres la fuerza para crear otras tantas instituciones religiosas femeninas donde recrearon, cada una desde sus características y personalidad, el carisma ignaciano.

La publicación recoge gran cantidad de escritos íntimos y personales, como diarios, oraciones, cartas o memoriales, y textos legales o jurídicos, como reglas, normas y constituciones.

El pasado mes de diciembre tuvo lugar un encuentro en la Casa de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, en Madrid, para celebrar que el libro se ha convertido en realidad.

En este libro se recopila, por primera vez, una selección cuidada de estos escritos que nos permitirán conocer con rigor y devoción el mundo interior de estas mujeres y su impresionante proyección «para la mayor gloria de Dios».

Tal y como destacan las Hijas de Jesús del prólogo del P. Elías Royón, SJ, “esta obra ha querido presentar el patrimonio de espiritualidad ignaciana vivida y formulada por mujeres (…) que, inspiradas por Dios, ofrecieron a la Iglesia nuevos carismas de consagración y misión apostólica. Agradecemos la posibilidad de “escuchar” estas “palabras esenciales” a las que hay que volver, con fidelidad creativa, para la continua renovación de la vida consagrada”.

 

ACCIÓN DE GRACIAS POR DOLORES SOPEÑA

El próximo viernes día 27 de enero de 2023, la familia Sopeña celebrará en Madrid la Eucaristía de Acción de gracias por la vida y la misión de nuestra madre, la Beata Dolores Sopeña, creadora nuestro Instituto Catequista y de la Fundación Dolores Sopeña.

La misa tendrá lugar en Madrid, en nuestra Casa Generalicia, a las 19.30 de la tarde.

Se trata del homenaje que la Familia Sopeña celebra cada año por el aniversario de su Ida al Cielo, el 10 de enero de 1918.

¡TRANSMITAMOS EL MENSAJE!

A los cristianos se nos presenta la magnífica oportunidad de transmitir el mensaje y de sentirnos enviados para compartir nuestra experiencia de vida como creyentes. “Nuestra misión es invitar a los demás a que ‘pasen y vean’ porque el espectáculo de Dios debe continuar”.

Así nos lo expresa, Víctor Rivero Sarmiento, laico Sopeña y profesor de Lengua y Literatura en el Centro Sopeña Las Palmas, en un artículo para la revista Icono, de los Padres Redentoristas.

En el texto, Víctor Rivero nos recuerda un cortometraje muy utilizado en las aulas, “El Circo de las Mariposas”. En esta pieza cinematográfica se nos muestra de forma clara cómo el acompañamiento de la familia, el amor y la fe obran el milagro de convertir las dificultades en oportunidades de superación.

De la misma manera, nos recuerda que el I Certamen Internacional Sopeña de Relatos Cortos, convocado para celebrar los 120 años de la constitución de la Fundación Dolores Sopeña, obra apostólica de las Catequistas Sopeña, surgió tras la pandemia (un túnel de incertidumbre y oscuridad) como una invitación a viajar sin restricciones a nuestro interior y, después, escribir sobre lo andado.

Este ejercicio de poner palabras a lo que cada uno de nosotros había pasado se convirtió “no solo en un ejercicio terapéutico, sanador y literario, sino en una ocasión perfecta para tejer en familia multitud de vivencias”, afirma.

“Y lo experimentado se convirtió en la llave para descubrir una Buena Nueva, la esperanza y la certeza de un nuevo punto de partida”.

Os reproducimos en su totalidad el artículo:

Tiempos de oportunidades para celebrar a Dios

En familia, con amor y fe se obra el milagro: la oportunidad de superación y el recordarnos iluminados por Dios

“Mientras mayor es la lucha, más glorioso es el triunfo”, le decía el Sr. Méndez a Will en El Circo de las Mariposas (2009). Recurso proyectado en muchas aulas, este cortometraje protagonizado, entre otros, por Nick Vujicic, ejemplifica la maravilla de la metamorfosis de la dificultad en una oportunidad para la superación.

Will, nacido sin extremidades y exhibido en un parque de atracciones como una “burla de la naturaleza”, es acogido en el Butterfly Circus e invitado a encontrar la “belleza que hay en sus cenizas”. Y lo acaba consiguiendo, no solo por su lucha y esfuerzo, sino por la resucitada capacidad de creer en sí mismo que experimenta en su nuevo seno familiar.

Familia, amor y fe acaban conformando los elementos que obran el milagro. Al contrario de lo que le habían hecho creer desde su nacimiento, “maldito desde que nació”, Will experimenta su propia conversión en mariposa, formando parte de una comunidad que también tiene como misión salir al encuentro y descubrir las bellezas que hay dentro de las personas.

La llegada del Covid significó también la cruel exhibición de muchos de los problemas humanos. Además de recordar el poder de la naturaleza, señaló de manera contundente la importancia y la trascendencia de los engranajes sociales en el devenir de la existencia.

El obligado confinamiento forzó al ser humano a encontrarse consigo mismo en soledad o en compañía, como mucho, de la familia o las personas con las que se compartía un mismo techo. Sin embargo, desde esta burbuja espacio–temporal se pudo tomar conciencia de los regalos de la vida y del brillo especial que poseen si los compartimos. A través de un túnel de incertidumbre y oscuridad pandémicas, descubrimos que el camino hacia una nueva oportunidad seguía estando iluminado por la Luz del Señor.

Una invitación a viajar a nuestro interior para tejer mil y una historias

En línea con la fundadora y su “saber interpretar los signos y las necesidades de los nuevos tiempos”, la Fundación Dolores Sopeña, para celebrar los 120 años de su constitución, convocó durante el curso 2021/2022 el I Certamen Internacional Sopeña de Relatos Cortos. Bajo el lema “La oportunidad de superarte”, el objetivo estaba en reflejar historias de superación de las que emanara el papel crucial de la fe en nuestras vidas.

 mensaje

En momentos de pandemia y las limitaciones que ello significaba, la propuesta del certamen significaba una invitación a viajar sin restricciones a nuestro interior. A reflexionar sobre lo vivido y celebrar la maravilla de sentirnos acompañados por Dios en el sendero de la vida.

Historias de la niñez, la adolescencia y la etapa adulta fueron compartidas no solo con los miembros del jurado, sino que, durante el proceso de creación de los relatos, también las familias en los hogares pudieron ser testigos privilegiados de palabras y experiencias que no siempre habían sido verbalizadas.

Como escribió Eduardo Galeano, “quien escribe, teje” y “los textos son como nosotros: tejidos que andan”. La oportunidad de escribir sobre lo andado se convirtió no sólo en un ejercicio terapéutico, sanador y literario, sino en una ocasión perfecta para tejer en familia multitud de vivencias. Al igual que pasaba con Will, el respeto y el amor que se respiró en el proceso regaló la oportunidad de reconciliar e hilar presente y pasado para afrontar un futuro que, con ilimitada fe, volvería a contar con el acogedor abrigo de Dios.

La oportunidad de sentirnos enviados a compartir nuestra fe y celebrar a Dios

La materialización del tiempo vivido mediante la palabra compartida facilitó emociones redentoras e impulsos ilusionados para seguir caminando. Al igual que expresaba Ana Frank en su diario, el certamen de relatos no se limitó a ver la miseria vivida, sino a recordar la “belleza que aún queda”. Lo experimentado se convirtió en la llave para descubrir una Buena Nueva, la esperanza y la certeza de un nuevo punto de partida.

Una renovada etapa debía comenzar volviendo a sentir que somos parte de un todo, hermanos e hijos de un mismo padre. En palabras del Papa Francisco, “cada familia es una piedra viva en la construcción de la sociedad” y, desde este principio, nos debemos seguir sintiendo preparados y arropados para afrontar nuevas oportunidades para la superación.

“Somos magníficos” nos diría el Sr. Méndez. “No enterréis vuestros talentos, vuestros dones que Dios os ha regalado. ¡No tengáis miedo de soñar grandes cosas!”, ha exclamado el Papa. Salgamos también nosotros al encuentro para transmitir el mensaje. Sintámonos enviados a seguir compartiendo nuestra experiencia de vida y fe. Tenemos la misión de invitar a los demás a que “pasen y vean” porque el espectáculo de Dios debe continuar.

escribir el mensaje

SER DOCENTES CRISTIANOS

Aquel que encuentra su vocación en la vida, la misión que Dios ha dejado en nuestro corazón, puede sentirse verdaderamente agradecido y afortunado.

Esos son los sentimientos de Lola y Lourdes, dos hermanas, Laicas Sopeña y docentes en los dos Centros Sopeña en Sevilla, quienes sienten esa alegría de quién está en el lugar correcto, en ese pequeño lugar en el mundo que Dios creó para cada uno de nosotros.

Ellas se sienten llamadas a ser fermento, junto a las Catequistas Sopeña y otros laicos, en una sociedad muy, muy necesitada de escuchar sobre la Buena Noticia.

Y en su caso, como docentes y de forma testimonial, para llevar esa Palabra de Dios y la construcción de su Reino, a las aulas, donde decenas de oídos y corazones jóvenes, quizás, aún no lo conocen.

Así nos lo cuentan en este artículo para la revista ICONO, que dejamos completo por aquí.

LA VOCACIÓN DEL LAICO

Los laicos, una vocación llamada a anunciar la alegría de la fe a toda la sociedad y en especial a los más necesitados.

Descubriendo nuestra vocación

Todos/as tenemos una misión en la vida, algo que hacer, algo que decir, algo que ser. Sabíamos que el Señor tenía un plan para nosotras, para la vida de cada persona, una vocación y nos inquietaba descubrirla. En nuestro proceso de búsqueda, participábamos en grupos de fe, voluntariados y, gracias a una colaboración, conocimos la obra Sopeña en Sevilla; al entrar en contacto con la comunidad de Catequistas Sopeña y sus centros, recibimos una acogida especial, llena de confianza, cariño, cercanía, donde el testimonio de vida se hacía realidad. Conocimos centros abiertos, llenos de vida, alegría, donde nos acompañaron en nuestro discernimiento y formación en valores de fraternidad, servicio y compromiso, “el amor debe ser práctico, con obras”. (D. R. Sopeña, MGM, p. 56).

Es en este clima de familia de los Centros Sopeña, donde nos enamoramos de la Obra de Dolores, nuestra fundadora, donde experimentamos un encuentro personal con Jesús, con su vida, su compromiso y testimonio como expresión del amor del Padre. Sabiendo siempre que Él «nos primerea”, nos encuentra y nos llama (Evangelii gaudium, 24). Allí nos hizo sentir su llamada, encontramos y descubrimos nuestra verdadera vocación, sentimos la llamada a ser laicos comprometidos, allí encontramos la oportunidad de trabajar por un mundo más justo y humano, desde nuestra labor cómo docentes cristianas. “La Misión fundamental del laico es actuar desde las propias instancias de la sociedad, siendo su compromiso fundamental, ser fermento y transformar esa realidad desde la Buena Noticia del Reino” (Evangelii gaudium, 31).

Instrumentos en Manos de Dios

La misión del laico

Fuimos sintiendo que nuestra misión está en comprometernos en el mundo y desde el mundo, desplegando nuestras capacidades en la vida familiar, social y profesional. Cómo Laicos Sopeña, somos corresponsables en llevar los valores cristianos al corazón de la sociedad. Poco a poco, descubrimos nuestras vidas como llamada, la vida de unos laicos y unas catequistas, convocadas a dar a conocer a Jesús a aquellos que no lo conocen, “Ganar almas a granel, buscar almas sin tregua ni descanso” (D.R. Sopeña Tesoro, 175).

Así hemos crecido en misión compartida, nacida del don gratuito de una vocación, de la experiencia que hemos tenido de sentirnos amados y enviados. Ambas vocaciones, catequistas y laicos, nos complementamos, compartiendo carisma, espiritualidad y misión, comprometidos juntos con la Iglesia en un proyecto evangelizador. Sentimos la Misión cómo propuesta común, tarea para todos/as, nos convoca, nos lleva a un modo de actuar en comunión, es reflejo de afectos, de confianza, sentido de pertenencia, de familia, es punto de encuentro, de camino conjunto que el Señor nos ha confiado.

En medio del mundo

Hoy, después de más de 30 años de pertenecer a esta familia, somos felices con nuestra vocación y damos gracias al Señor. Los Laicos Sopeña estamos llamados a responder con creatividad a las nuevas necesidades sociales, para dar respuesta a los desafíos del mundo actual. Trabajamos para favorecer la dignidad de la persona, la promoción y luchar por una mayor equidad e inclusión social, con un modo de hacer propio de nuestro carisma: saliendo al encuentro del otro, dando testimonio de amor cristiano, reconociendo a las personas cómo terreno sagrado, ganándoles el corazón.

Laicas Docentes

Podríamos compartir muchos momentos de encuentro con el Señor en tantos rostros que pasan por nuestras vidas, en el acompañamiento de esos procesos de crecimiento y de descubrir vocaciones que nuestra labor nos brinda. Encuentros transformadores que se manifiestan en las caras de felicidad del alumnado, después de una convivencia, de un encuentro juvenil, de una campaña, de un trabajo en clase, de una charla con ellos. Inquietudes que les movilizan, les hacen crecer, participar del miércoles de ceniza, de catequesis, ayudar en el banco de alimentos…. Emociones vividas cuándo se acercan y te dicen: no estoy bautizado, no he recibido mi Primera Comunión, puedes ayudarme. Tardes de gozo en la Sta. Iglesia Catedral cuando reciben el Sacramento de la Confirmación. Alegría al verlos graduarse y al encontrarlos un tiempo después cuando te dicen: ¡cuánto me acuerdo de los consejos que nos disteis! ¡cuánto me ha ayudado en la vida lo que recibí de vosotros! Huellas difíciles de borrar en sus vidas, porque han sido encuentros transformadores con el Señor.

La Iglesia hoy sigue teniendo la misma misión que el Señor nos encomendó: “Id por el mundo y proclamad el Evangelio” (Mc. 16). Esa misión es un llamamiento a todos los bautizados. «Hoy más que nunca se necesita un dinamismo misionero que lleve sal y luz al mundo» (Evangelii gaudium, 81).

Hoy más que nunca necesitamos laicos que brillen con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad. “No os desaniméis, seguir sembrando y Dios hará el resto” (D.R. Sopeña Tesoro, 869).