EL EVANGELIO TAMBIÉN EN LO DIGITAL

Los nuevos tiempos, de vertiginosos avances tecnológicos y diferencias abismales entre generaciones, quizás hagan más difícil el acceso universal al mensaje del Evangelio.

Así se lo cuestiona y nos lo traslada Javier Castellanos Reyes, Laico Sopeña en Quito (Ecuador) en un artículo de la revista ICONO, de los Padres Redentoristas.

Javier nos emplaza a preguntarnos si, como cristianos, creemos que nuestros mensajes están llegando a unos pocos o a todos los segmentos de la población.

Además, nos invita a huir de estructuras rígidas, incluso en nosotros mismos, y convertirnos en personas flexibles y acomodarnos como misioneros en este entorno actual, que deja de ser real cien por cien, para convivir con lo virtual.

Orientemos nuestro esfuerzo para dar a conocer a Dios y el Evangelio en esta era digital y no permanecer ajenos ni aislados, ganemos los corazones de las personas como hacia Dolores Sopeña en esta nueva realidad, nos dice.

Podéis leer por aquí el artículo completo.

MISIONEROS EN EL MUNDO ACTUAL

Las estructuras rígidas tienden a quebrarse, es necesario ser flexibles y desarrollar el sentido de la adaptación y transformación. Hasta hace pocos años nuestra cosmovisión se desarrollaba en un entorno cien por cien real, ahora se habla de una realidad virtual que recién la estamos conociendo y entendiendo, es estratégico entender el signo de los tiempos para lograr ser Misioneros en el Mundo Actual.

La Revolución Digital   

Han existido muchas revoluciones culturales, sociales, políticas, económicas, que han modificado directamente las condiciones de nuestro entorno; sin embargo, los inicios de este siglo están siendo marcados por una ruptura en todos los ámbitos de nuestra vida que provienen de la denominada “revolución digital”.

Esta revolución ha traído nuevos conceptos que es necesario conocerlos, entenderlos para aplicarlos en nuestro campo de Misión, a continuación, los detallaremos de forma breve para tener unas premisas de a qué hoy nos enfrentamos.

¿Cuáles son las Generaciones?   

Los segmentos de edades son importantes al momento de comunicarnos con las personas que lo conforman; los resumiremos a continuación:

  • Las generaciones que son nativas en los lenguajes digitales de los dispositivos electrónicos; como son Millenials o generación Y, Zoomers o generación Z, generación Alfa que involucran a todos los nacidos entre 1981 al 2020, se caracterizan por relacionarse socialmente a través de los dispositivos móviles y las denominadas redes sociales. Inclusive, esta comunicación es desestructurada, es decir, no necesariamente se basa en una conversación o una publicación formal con una determinada estructura y un mensaje claro. Por el contrario, son mensajes con fotos de momentos que se van capturando, videos cortos que duran segundos, que transmiten estados de ánimo o sentimientos del momento, textos cortos denominados “chats”; todo esto nos hace concluir que, ahora, la comunicación es instantánea, corta, desestructurada, con un enfoque creativo, novedoso.
  • La generación Baby Boomers que nacieron entre 1946 a 1964 en su mayoría les ha costado bastante adaptarse a las nuevas tecnologías, son nativos del mundo físico como la lectura en medios impresos y, como una novedad, la televisión.
  • La Generación X, nacidos entre 1965 y 1980, son una generación híbrida, que ha tenido que adaptarse a la era digital, quizá no a la misma velocidad, han desarrollado la capacidad de ser flexibles a la transformación.

evangelio digital

Con este conocimiento de las generaciones, les dejo una inquietud, ¿Nuestro mensaje está llegando a todas las generaciones o tal vez se ha quedado en determinados segmentos de la población?

¿Qué significa el “Big Data”?

El concepto de información también ha cambiado. A la información estructurada, validada, de carácter científico, almacenada, procesada y visualizada casi en su mayoría en medios impresos físicos, hasta finales del siglo pasado, se consideraba información.

Actualmente, la mayor parte de la información se genera y almacena en cada uno de los dispositivos móviles, computadores, cámaras de seguridad, sensores de movimientos, entre otros, generándose cada día millones de “bytes” de información que pueden ser imágenes, tablas de datos, mensajes, vídeos, audios; es decir, absolutamente todo lo que se captura en estos dispositivos se convierte en información; quizá aquí cabe una reflexión, ¿es capaz el ser humano de asimilar tal cantidad de información? ¿Le sirve para su progreso y evolución? Como Misioneros, ¿estamos aprovechando esta gran cantidad de información?

¿Qué es el Marco de Trabajo Ágil?

La velocidad de la era digital demanda que la Humanidad tenga la capacidad de adaptación constante, los cambios ahora son más periódicos y con mayor ruptura, por aquello en el mundo empresarial se han desarrollado nuevos esquemas de trabajo, uno de ellos es el marco de trabajo ágil, pretende unir equipos multidisciplinarios que procesen, construyan e implementen proyectos en pilotos (prueba / error) en el corto plazo.

Aquí es necesario plantear otra reflexión, como Misioneros estamos enfocados en un marco de trabajo ágil o nos hemos quedado en un marco de trabajo tradicional, seguramente esto impactará al momento de evidenciar nuestros resultados.

 Nuestra Misión debe orientar nuestro propósito de vida

 La Tecnología deber ser siempre un medio y no un fin. En algunos casos la tecnología nos ha distanciado, ya no conversamos con la persona que tenemos a nuestro lado, han perdido sentido las cenas familiares como un medio para compartir, todos pasamos encerrados en este mundo virtual de la información digital, de las redes sociales, en lugar de humanizarnos estamos tomando un camino de deshumanizarnos.

 Por aquello es importante entender y asimilar cuál es el mundo actual, su naturaleza y complejidad; posteriormente, orientar nuestro esfuerzo para anunciar el Evangelio que nunca dejará de ser Universal, en esta nueva era digital.

Es importante y necesario que nuestras Comunidades, nuestras Instituciones, se unan a la transformación que nos plantea esta nueva era, para no quedarnos aislados de este nuevo signo de los tiempos, ganar los corazones de las personas para extender el Reino siendo flexibles, creativos, con el pensamiento abierto y desestructurado, aplicando las nuevas tendencias, seguramente nos serán de gran ayuda en nuestro rol Misionero en Medio del Mundo Actual.

 

 

ECONOMÍA CON ROSTRO HUMANO

El Papa Francisco que ha cuestionado de forma reiterada “un modelo de vida económica y social caracterizado por tantas desigualdades y egoísmos” y que “a menudo no duda en explotar a las personas y a los recursos”, nos propone avanzar “hacia una economía sostenible, una economía con rostro humano”.

El Periódico Encuentro de Santiago de Chile, ciudad en la que las Catequistas Sopeña contamos con dos comunidades, convocó un encuentro con cuatro profesionales para reflexionar sobre estas palabras.

El Santo Padre ha invitado a jóvenes economistas y empresarios a sumergirse en la experiencia de San Francisco de Asís, para vivir un proceso de transformación global, que permita cambiar la economía actual y aportar alma a la economía futura.

Entre los convocados por el periódico Encuentro, estaba Gabriela Herrera, Catequista Sopeña en una de las comunidades de la capital chilena.

Gabriela, directora también del Centro Sopeña Santiago de la Corporación Dolores Sopeña, principal obra apostólica del Instituto Catequista Dolores Sopeña en Chile, que tiene como misión la promoción de personas y familias trabajadoras a través de la formación integral, habló precisamente de esta labor.

Según Gabriela Herrera, la promoción integral de la persona, es una “herramienta fundamental en el trabajo que desarrollamos para enfrentar la crisis de precariedad. Sobre todo, en personas que no tienen trabajo y que apuestan por algo para surgir”.

La Corporación Dolores Sopeña –nombre de la Fundación Dolores Sopeña en el país sudamericano- capacita y forma en habilidades y emprendimientos a pobladoras y pobladores de Puente Alto.

Desde esa experiencia, subraya que se tiene que pensar en una economía con “rostro humano y que vaya en favor de la dignidad de la persona”.

Asimismo, se debe “fortalecer el cuidado de la casa común, respetar sus creencias religiosas y que fortalezca esas creencias religiosas a un sentido espiritual trascendental”.

En este concepto, Gabriela Herrera añade, “cabe destacar que no pensamos por ellos, sino que pensamos con ellos y desde ellos y ellas hemos aprendido mucho a dar pasos, a caminar juntos. Por eso estamos convencidos de que es posible una visión hacia una economía solidaria, integral, de bien común, de servicio. Es decir: integral e integrante, afianzando la Doctrina Social de la Iglesia”.

V PEREGRINACIÓN SOPEÑA TOLEDO-MADRID

La Peregrinación Sopeña desde la primera casa fundada por Dolores Sopeña en España, en 1901, en Toledo, hasta la casa en la que falleció en 1918, en Madrid, surgió como idea en 2018 para conmemorar el Centenario de la subida al Cielo de esta mujer excepcional.

Pedro Leo, laico Sopeña y promotor de este “camino interior” que representa la caminata, cree que hay que seguir poniendo en valor la vida de Dolores Sopeña y su beatificación, de la que se cumplen ahora 19 años.

Esta quinta edición de la Peregrinación Sopeña ha terminado este fin de semana pasado en la Casa Museo en Madrid con una misa de acción de gracias.

Para su promotor, el Camino es un tiempo de convivencia, de conocimiento propio y del grupo, de apertura a otras personas y de compromiso de todos los participantes de llegar a Madrid y de hacer de estas jornadas “días muy especiales”.

Salida Peregrinación

Es un homenaje al “Ángel Caminante” que fue Dolores Sopeña, a sus múltiples viajes, que inició desde muy joven, acompañando a su familia por los continuos desplazamientos de su padre.

“Queremos poner en valor los viajes que hizo, pesar de las dificultades, para evangelizar por los distintos lugares de España y de Iberoamérica”, explica Pedro Leo.

Durante el camino han pasado por distintas localidades, donde han tenido el apoyo y el respaldo de distintas administraciones y entidades.

Tras el recorrido diario y la experiencia del día, Pedro ha dedicado parte de su tiempo de descanso para narrarnos un poco cómo iba siendo el camino y aportarnos algunas reflexiones. Ahora los queremos compartir por aquí.

V Camino Sopeña. Etapa 1. Toledo – Yunclillos. 21,6 kilómetros.

¿Qué motiva a una persona a dar un paso detrás de otro hasta conseguir completar una distancia?

Peregrinación1

La distancia es un dato que esconde el sueño que persigue cada peregrino de hacer familia bajo el horizonte de la fe.

Esta peregrinación pretende ser un camino hacia el interior más profundo de cada «ángel caminante» que no es otro que cumplir con los dos primeros mandamientos, desprendiéndonos de todo lo superficial.

El primer sello de nuestra Catequista Blanca, las palabras cercanas del padrino de esta peregrinación, D. Juan Miranda del Rincón (párroco de la Iglesia Santiago El Mayor de Toledo), la acogida de Mario (miembro de la Junta Directiva del Cristo de la Sala de Bargas) y el incombustible D. Jesús (párroco de Yunclillos) hacen que, cada paso cuente, cada paso merezca la pena.

V Camino Sopeña. Etapa 2. Yunclillos – Griñón.

El espíritu viajero está en el ADN de nuestra Fundación. Nos lo contagió Dolores Sopeña, quien nunca sintió las fronteras como barreras.

Pies de peregrinación

Muy al contrario, vencer las dificultades y respetar las diferencias, suponía un reto de superación. Creciendo en valores.

V Camino Sopeña. Etapa 3. Griñón – Leganés. 20,5 kilómetros.

Partimos a las 9:25 de la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción de Leganés y, en apenas un kilómetro, la ermita del Cristo Aparecido de esta localidad nos recibe al son de las campanas, dándonos la bienvenida.

Montse, la presidenta de la Hermandad, nos explica brevemente el hallazgo por parte de un labrador llamado Pedro Gómez en 1569, de un pequeño Cristo crucificado sin cruz, transformado ahora en el patrón de la villa y al que se le conoce como Cristo Aparecido.

Momento de peregrinación

A partir de este punto, el escenario que rodea nuestros pasos se vuelve más urbanita.

Nos estamos acercando a Fuenlabrada y las múltiples carreteras comparten espacio con los senderos y caminos transitados por una gran cantidad de caminantes, pero sobre todo de ciclistas.

Continuamos hasta Leganés por el Parque de Polvoranca, donde nos sorprende el estado ruinoso de la Iglesia de San Pedro Apóstol.

Esta ermita fue construida en el siglo XVII, exactamente en el año 1655, por dos grandes arquitectos de la época: Francisco de Mora y su sobrino Juan Gómez de Moro.

Por aquel entonces, fue todo un ejemplo de arquitectura barroca española. Se levantó sobre los cimientos de una antigua ermita bajomedieval.

Está construida en ladrillo sobre zócalo de sillar. Presenta planta de cruz latina, de una sola nave, con capillas laterales y se cubre con bóveda cañón encamonada. Además, bajo el edificio existe una cripta sepulcral.

Este trayecto hasta nuestro destino, la Parroquia de Nuestra Señora de Zarzaquemada de Leganés, lo hacemos callejeando por esta localidad.

Nos recibe su Archipreste, D. Aurelio, que nos explica que la Virgen de Zarzaquemada representa la zarza ardiendo significado en la zarza ardiente, sugiriendo que servía como un tipo o imagen profética de María, la madre de Cristo, quien —al igual que la zarza ardió en fuego, pero permaneció íntegra— dio a luz al Hijo de Dios, pero permaneció siempre virgen.

V Camino Sopeña. Etapa 4. Leganés – Madrid. 19,6 kilómetros.

Después de una idea surge un proyecto, pero para que ese proyecto se materialice tiene que haber grandes personas que confíen y crean… que tengan fe en lo que propones.

Testimonio de la peregrinación

El Camino Sopeña pretende ser un «copia y pega» de lo que hizo Dolores, peregrinar, evangelizar, hacer familia.

Muchos agradecimientos para muchas personas… las que se ven y las que no se ven.

Seguimos caminando, ¿te vienes?

DOLORES SOPEÑA: UN LEGADO SIEMPRE VIVO

Nuestro Dios “es grande y poderoso, admirable en su fuerza, invencible” (Sal 145), prepara personas que respondan a un especial proyecto de amor, situado en la historia, adecuado a las necesidades de ese tiempo.

Dolores Sopeña es una de estas personas. Estamos ante una figura humilde y espléndida en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX en España.

Dolores nace el 30 de diciembre de 1848, en Vélez Rubio, Almería (España). La sociedad civil vive la Revolución Industrial, con sus enormes consecuencias, y Marx desarrolla y proclama sus teorías.

En la Iglesia, León XIII escribe en 1891 Rerum Novarum –la primera encíclica social de la Iglesia–, sobre la “cuestión social” y la situación de los obreros. Y san Pío X elige entre las prioridades de su pontificado, impulsar la enseñanza del Catecismo.

Estas dos grandes líneas enmarcan la misión de Dolores y ella las realiza con gran novedad, sencillez y eficacia.

Por el trabajo de su padre vive unos años de su juventud en Puerto Rico y Santiago de Cuba (1871-1876), en contacto con las clases media y alta, y con las clases populares y necesitadas.

Regresa a Madrid y se dedica a un apostolado intenso en la cárcel, hospitales y en misiones populares. Es una mujer decidida, audaz, llena de valor, inteligente, sensible a la amistad y a las necesidades que ve a su alrededor.

Es, ante todo, una mujer creyente. Su fe la sumerge en la realidad que ve más allá de su propio hábitat. Es el “Dios tres veces santo y mil veces Padre” quien le descubre la dignidad de cada persona y hace crecer en ella la convicción de que todos somos hermanos, con las enormes consecuencias que tiene apropiarse de esta verdad.

En 1885, durante sus visitas a la cárcel conoce a Pepa la Cigarrera y el barrio de las Injurias. Se estremece al contemplar esa realidad de pobreza y marginación y, decide, con una amiga, volver y volver, ganándose así la admiración y confianza de la gente. Acercarse, escuchar, abrazar, sonreír, mirar a los ojos, produce en ella el respeto, el afecto y la más noble y profunda com-pasión. Esta com-pasión le lleva a buscar colaboración para mejorar esas situaciones. La indiferencia ante esas carencias también conmueve su corazón.

Así, en 1892 funda un movimiento de apostolado seglar. Las visitas se convierten en lecciones de Catecismo, en las que todo el barrio participa. Nacen así Las Doctrinas, que después se extienden a otros barrios de Madrid y a varias ciudades de España y cuyos frutos resultan sorprendentes.

Dolores viaja para atender estos centros de apostolado. Los grupos son numerosos, ella anota más de seis mil participantes. Con el pasar de los años, una pregunta se repite: “Doña Dolores, cuándo usted se muera ¿Quién vendrá?”. Ella sonreía y callaba. Dolores busca sin cansancio su vocación, hasta que, finalmente, a los cincuenta y dos años cristaliza una inspiración, un proyecto en el que se refleja lo que Dios quiere de ella.

Dolores Sopeña fotitos

 

El 31 de enero de 1901 en una Hora Santa, contemplando la agonía y entrega de Jesús en Getsemaní, ella afirma que nació el Instituto religioso que hoy lleva su nombre y que es como la misma vida de Dolores.

El 24 de septiembre de ese mismo año se levanta el acta en Loyola (Guipúzcoa), con las ocho primeras y, el 31 de octubre, se comienza oficialmente en Toledo, con el apoyo del cardenal Sancha.

El 28 de agosto de 1905 recibe el Decreto de Alabanza y, el 21 de noviembre de 1907, la aprobación definitiva directa del S. S. Pío X, con estas palabras: “Extraordinaria es la Obra y extraordinaria será su aprobación porque cubre una necesidad en los tiempos actuales”.

El Instituto Catequista Dolores Sopeña se caracteriza por vivir la plena consagración a Dios “en medio del mundo”, en traje seglar y sin signos religiosos. Es el reflejo de la vida interior lo que hace la diferencia. Su misión es promocionar a la persona, evangelizar a sectores populares desfavorecidos y despertar la responsabilidad social de personas mejor situadas.

Parte de la conciencia de la dignidad de cada persona alerta de la falta de oportunidades de muchos y pide el aporte de todos en la construcción de un mundo de hermanos hasta “hacer de todos, una sola familia en Cristo Jesús”.

Promoción humana y cultural

Admira hoy la comprensión que Pio X tuvo de la oportunidad de la obra de Dolores, ante la aparición de nuevas visiones del mundo y de la fe, del anticlericalismo y alejamiento de las masas obreras y populares de la Iglesia.

Precisamente estos hombres y mujeres “en el vigor de la vida”, pero carentes de oportunidades, de reconocimiento social, de cultura y de conocimiento de Dios, son el punto de la atención de Dolores Sopeña.

A partir de 1902 da a su Instituto religioso una nueva presencia en la sociedad, por medio de una asociación civil, sin fines de lucro. Esto le permite llegar más lejos. Simultáneamente Las Doctrinas pierden convocatoria. Nacen entonces los Centros Obreros de Instrucción. Centros sin connotación religiosa, espacios abiertos, de promoción humana y cultural, en los que se llega al corazón de las personas y a la propuesta de formación en la fe, en un ámbito de libertad.

Fueron un éxito, aunque no faltaron duras críticas. La gran afinidad espiritual y pastoral que encontró en el cardenal Rafael Merry del Val, secretario de Estado, la fortaleció en este momento. Dolores siempre motivó a otras personas a trabajar con ella.

El Instituto sigue esta línea carismática y comparte su misión con los laicos que se adhieren desde la espiritualidad y son un elemento esencial. “¡No te mueras nunca!”, fue el grito espontáneo que se escuchó en una sala repleta de obreros mientras Dolores les hablaba. En el I Centenario de su partida, ocurrida el 10 de enero de 1918, un pequeño grupo de “débiles mujeres” en cierto modo lo hacen realidad, continuando un proyecto que responde a las mismas necesidades y con la certeza de que nuestro Dios trabaja siempre.

María Jesús González, ex Superiora General

SALIR AL MUNDO Y CAMINAR

Dolores Sopeña reconoció en muchas ocasiones que, además de su formación académica, su mejor escuela fue siempre salir al mundo y caminar, junto a las personas que se iba encontrando por el camino.

También tuvo clara su misión durante toda su vida: estar cerca de los más vulnerables y dar a conocer a Dios a aquellos que no le aman porque no habían tenido la oportunidad de conocerle.

Una escritora de su Almería natal, Mar de los Ríos, autora de “Tren de lejanías” (Arcopress, Almuzara, 2012) y ‘Casa de ánimas’ (Amazon, 2015), ha publicado en La Voz de Almería distintos itinerarios de la mano y con el ‘con-sentimiento’ de almerienses ilustres.

Uno de estas colaboraciones se la dedicó a Dolores, bajo el título de Paseo con Dolores R. Sopeña y aquí queda reproducido para quien quiera disfrutar de su apasionante lectura:

Doña Dolores Rodríguez Sopeña:

He meditado seriamente si invocarle o no. Me producía muchísimo respeto. Yo no sé cómo dirigirme a una beata, una de las de verdad, declarada por el Papa Juan Pablo II en 2003. Y sin embargo me parecía tan fascinante, tan necesario… Entonces he recordado su lema:

La voluntad de hacer.

Él me lleva a la sombra fresca donde puedo tutear a: la niña Lola.

Y te sientas frente a mí…

Nací en Vélez Rubio un 30 de diciembre de 1848. Mi padre se haría cargo de la gestión del patrimonio del marqués de los Vélez. Allí di mis primeros pasos. Siendo muy pequeña, mi hermano Tomás y yo escapamos al cementerio “a contar los muertos que había”, a consecuencia del cólera que azotaba España… Y con cinco años sentí la primera llamada de Dios para dedicar mi vida a los demás.

Por razones del cargo de mi padre, mi infancia transcurre entre: Albuñol, Guadix, Sorbas, Ugíjar…. Cuando tenía nueve años, me atacó una enfermedad en la vista, y hubo que hacerme una delicada operación que aprendí a soportar; pero los ojos se quedaron ya para siempre alterados…

En 1865 llegamos a Almería, yo tenía 17 años. Y lo que más ilusión me hacía era escaparme de casa para visitar en secreto las cuevas del cerro de La Chanca. La imagen de dos hermanas de mi misma edad me marcaría de por vida. Porque lo peor de estar enferma y ser pobre es que la muerte no se acuerde de una… Junto con mi amiga Araceli nos dedicamos a amparar a aquellas muchachas. Sacábamos todo lo que podíamos de las despensas, pero nos faltaba. Entonces acordamos disfrazarnos de mendigas y pedir limosna en la puerta del templo de la Virgen del Mar, incluso de noche.

Confieso que fuimos muy imprudentes, éramos unas niñas… Araceli se contagió del tifus y yo caí muy enferma de la vista…

—Y es de aquellas cuevas de donde sacaste tu determinación para toda la obra posterior, ayudando a los desvalidos alrededor del mundo. Entre los 150 años que nos separan, hay muchas cosas que aún no han cambiado tanto como debieran… Fuiste tremendamente abierta, lo que ahora llamaríamos moderna, porque tuviste la decencia moral, la vista, de codearte con todos los estamentos para salvar a los invisibles. Muchas más ellas que ellos, porque la miseria tiene cara de mujer de piel oscura.

Los ojos de aquellas muchachas no me abandonaron jamás… Nos marchamos en el 68 a Puerto Rico. Otro cambio político profundo en España nos reportaba un nuevo trabajo para padre. Pero gracias a eso tuve la mejor de las escuelas: salir al mundo y caminar. Allí las mujeres de color fueron mi objetivo. Ellas me apodaron cariñosamente: Niña Lola.

Y tú, lejos de pedir tratamientos de señoritinga, contestabas a sus voces. Porque cuando llegas a América todavía existe la esclavitud… Pero a ti te da igual… Montas teatros y sacas dinero para ellas… Los periódicos de la época dicen que la señorita Rodríguez Sopeña, Dolores, es una gran actriz.

Una mujer compasiva, que sabe del efecto de la educación y del arte sobre el ser humano, no podía tener otro destino que sembrar esa semilla, porque en toda tierra agarra…

Y otra vez un cambio de trabajo de padre a Santiago de Cuba. Aquello fue una gran tragedia. Las muchachas de Puerto Rico llenaron el muelle el día de nuestra marcha, transidas de dolor. Pero dejaba atrás tres centros cívicos funcionando.

Entonces sólo tienes veintitantos años, niña Lola… Y ya eres santa…

En 1876, muere mi madre, mi mayor apoyo, y regresamos a Madrid. Allí me vuelco trabajando en las cárceles, hospitales, escuelas municipales…

Casa de DS en el mundo

En 1883 muere padre. Y en ese momento pretendo entrar en las Esclavas del Sagrado Corazón como religiosa para ayudar a las niñas pobres…

Sí, y no sería la última vez que te dan por inútil… Resulta tan cómico pensar quién era el ciego…

Entonces decido entrar en clausura en diciembre de 1883 en Las Salesas. Duré 10 días, allí comprendí que mi trabajo estaba ayudando a la gente. También asumí que el hábito coarta a parte de la población y que nunca habría de usarlo en mi misión.

Fue uno de tus muchos aciertos. Si tu compasión era universal, tu indumentaria de calle te acercaba a todos.

No obstante, una cruz de madera colgando de mi cinturón era mi bandera… En el 85 vino a mí Pepa la Cigarrera. La conocí en la cárcel y ella me retó a que me atreviera a ir a su barrio, el de Las Injurias.

En los siguientes diez años montamos diversos centros cívicos por multitud de barrios marginales de Madrid.

Entonces asumo que debo iniciar un proceso burocrático para dar forma legal y eclesiástica a tanto esfuerzo. Multitud de viajes y desilusiones, aunque todo compensado por la sonrisa de quien ve a Dios con nuestra ayuda.

Llega 1900 y ya hay 5.412 hombres y 14.890 mujeres que pertenecen a nuestros centros. En ese mismo año decido viajar por primera vez a Roma. Después de muchísimo esfuerzo, consigo una entrevista con el padre general de la Compañía de Jesús, quien era más difícil que ver que al Papa León XIII. “Procure acogerse bien con Dios, unos Padres le ayudarán otros no… esto es de hombres. No le importe, teniendo a Dios le basta. No le recomiendo a ningún Padre para que le ayude, pero dígales a quienes quieran escucharle, que yo la bendigo con todo mi corazón y a todos los que trabajen en su Obra. No admita nunca tentaciones del desaliento”.

—No hacía falta que te subrayaran lo que ya era tu herramienta de vida: la humildad y la fuerza personal, lo que exigías a tus catequistas.

Pero sí me vino bien una palmada en la espalda, quizás la más importante para seguir. En 1906 fundamos en Almería centros de las diferentes asociaciones cívicas.

—Cuenta Inés Baró, la que fue tu secretaria durante muchos años, de tu capacidad analítica fuera de lo común. “La compasión es la religión de la humanidad. No hay compasión cristiana o pagana, la verdadera compasión es divina en todas sus formas”.

Y en la cúspide de tu entrega, abriendo centros por multitud de países en todo el mundo, cierras tus ojos, esos que decían los torpes que no servían, en Madrid, en 1918.

Feliz porque mi fe y mi obra me aportan serenidad a la hora de mi marcha…

“Todos somos necesarios, imprescindibles nadie. El cementerio está lleno de gente imprescindible”.

Me arrodillo ante la imagen de una santa tan… humana…

Y ya no estás…

Acaricio tu retrato, mientras canto bajito la canción de Buika, Mi niña Lola, que parece extrañamente escrita para ti:

Dime por qué tienes carita de pena / qué tiene mi niña siendo santa y buena / cuéntale a tu padre lo que a ti te pasa / dime lo que tienes reina de mi casa”.

Publicada en La Voz de Almería, en la Sección Paseos con-Sentidos

El 11 de agosto de 2015

¡FELIZ NAVIDAD!

La Navidad es un momento precioso para dejar sorprender de nuevo y abrir nuestro corazón ante el hermoso signo del Pesebre.

La representación con figuras del Nacimiento de Jesús es el anuncio del Misterio del Hijo de Dios hecho carne, con alegría y sencillez.

Como recuerdo e invitación a ponernos en camino, con la humildad de quien nace y va a dar su vida por todos nosotros, por amor.

Las Catequistas Sopeña os deseamos para esta Navidad la capacidad para abrir nuestros corazones ante el gran Misterio del Portal de Belén y lo que representa, más allá de las figuras que decoran nuestros hogares.

La Luz del Nacimiento de Jesús será siempre guía de nuestra Familia Sopeña, para vivir bajo los valores que también la Beata Dolores Sopeña nos legó y que deben ser la mejor decoración de nuestra Navidad: la vida en familia y en comunidad, la alegría como actitud, la oración para experimentar el amor de Dios, la entrega y servicio a los demás, la cercanía a todos y la sencillez, fruto de la transparencia y la humildad.

Esa Luz es, además, signo de esperanza ante la realidad que vivimos y vive la Humanidad, hermanos todos.

¡Hagamos hueco en nuestra vida, de tanto brillo y cosas vanas a las que se nos conduce, para abrazar a Jesús, pobre y sencillo!

Feliz Navidad

Feliz Navidad

FORMÁNDONOS EN MISIÓN COMPARTIDA

El pasado sábado una comitiva de la Familia Sopeña, formada por Catequistas y Laicas, participó en una jornada organizada por CONFER en la que se reflexionó acerca de la importancia de recibir formación sobre Misión Compartida.

Además de la reflexión teórica, la sesión se centró además en proponer a los asistentes pautas, criterios y orientaciones prácticas para la elaboración de los itinerarios formativos que se llevan a cabo en Misión Compartida.

La formación se prolongó durante toda la mañana en la Sala Arrupe del Espacio Maldonado de los Jesuitas en Madrid.

Organizada por el Área de Misión Compartida de la CONFER iba destinada a animadores, encargados de formación y responsables de la Misión Compartida en las congregaciones.

Las Catequistas Sopeña Rosi Hermosa, Sandra Salazar y María Isabel de Miguel y las laicas de Sevilla, Dolores Martínez y Amparo Romero, aprovecharon el encuentro para intercambiar impresiones con religiosos y laicos de otras congregaciones, con el mismo objetivo de sinodalidad, de compartir responsabilidades en la misión evangelizadora, que a la Familia Sopeña nos dejó definida nuestra fundadora, la Beata Dolores Sopeña.

El Carisma Sopeña está arraigado en la sociedad civil a través del Movimiento de Laicos Sopeña y Sopeña Juvenil.

Son dos grupos abiertos a todos aquellos que quieran dedicar algo de su tiempo a que el mundo sea un poco mejor viviendo su cristianismo de forma más activa y solidaria.

Son motor fundamental dentro del Carisma para construir la fraternidad y contribuir a “hacer de todos, una sola familia”, como era el ideal de Dolores Sopeña.

CON SAN IGNACIO A TRAVÉS DE DOLORES SOPEÑA

Se puede estar cerca de San Ignacio de muchas formas posibles y una, que nos resulta especialmente grata, es a través de la figura de una de sus más fieles seguidoras, Dolores Sopeña.

Todo aquel que visite el valle de Loyola, durante este año de conmemoración de los 500 años de la conversión de Ignacio, tiene la posibilidad de conocer por qué Dolores Sopeña inauguró allí, en julio de 1910, La Casa Misionera, inicialmente concebida para Noviciado.

San Ignacio con Dolores Sopeña

Por su proximidad a la santa casa de Loyola, lugar de nacimiento de San Ignacio. La devoción de Dolores a este santo fue muy grande. Lo considera su Padre, su guía, su maestro, su intercesor, su modelo.

Esta “tierra bendita”, como la llamaba Dolores Sopeña, donde Ignacio nació, será para ella cuna y refugio, oasis y desierto, lugar de sueños y realidades, de contemplación y proyectos apostólicos.

Para esta ocasión se ha elaborado una audioguía, que contiene muchas de las claves de su vida y su obra y de nuestro Carisma.

Los contenidos de esta audioguía están disponibles tanto a través de una instalación de códigos QR como con una visita guiada por alguna de las Catequistas Sopeña de aquella comunidad.

Así, se pone de manifiesto que Dolores tiene algo claro: desea que la formación de sus futuras hijas y compañeras se lleve a cabo en el mismo ambiente geográfico de sus primeros sueños. En términos espirituales, ella lo describe como “a la sombra de San Ignacio” para recibir y crecer aquí en su espíritu.

Como decimos, la visita a la Casa Misionera del Instituto Catequista Dolores Sopeña nos desvelará información acerca de la estatua de Dolores que está en el vestíbulo de entrada, el pequeño museo que acoge muchos de las representaciones artísticas que ella inspiró y la iglesia y el sepulcro que alberga sus restos.

En la conmemoración de los 500 años de la Conversión del santo guipuzcoano, las Catequistas Sopeña han aprovechado también para dar a conocer la Casita.

Una sencilla y humilde edificación, muy cerca de la ermita de Nuestra Señora de Olatz y propiedad de la persona que estaba a cargo de su cuidado.

El viernes de Dolores de 1905, las Catequistas Sopeña le regalaron Dolores por su santo esta casita, un regalo muy especial.

La sorpresa le lleno de llenó de alegría. ¡Otro sueño cumplido! Un paso más hacia la realidad que tanto deseaba: establecer en Loyola la casa de formación.

Casita y Casa de Dolores Sopeña

Dolores llega a hacer una equiparación con la cueva de Manresa, lugar privilegiado de experiencia de Dios para San Ignacio: La “Manresa de Olatz”, lugar de intensa comunicación con Dios para Dolores.

La capilla de la Casita es el centro de la casa donde Dolores reza cada día acompañada del resto de Catequistas.

En su habitación, que también puede visitarse, se conserva una mesa con cajón. Es conocido como el cajón de los milagros. Dolores Sopeña siempre encontraba allí donativos que la ayudaron a llevar a cabo su obra, por la que siempre luchó.

Si pasas por el valle de Loyola, parte de la historia de la Beata Dolores Sopeña y de nuestro Instituto y su principal obra apostólica, la Fundación, estará a tu alcance para que nos conozcas mejor y veas también, a través de Dolores, a San Ignacio de Loyola y por qué del influjo de su espiritualidad en nuestro Carisma Sopeña.

 

 

CIEN AÑOS DEL JUNIORADO

Las Catequistas Sopeña celebramos ayer, jueves 7 de octubre, los 100 años de la incorporación del Juniorado, una de las cinco etapas de nuestra formación religiosa, de exclusiva dedicación a estudios religiosos y civiles, y por la que Dolores Sopeña, nuestra madre fundadora, tenía especial interés.

A pesar de su empeño y sus esfuerzos, la etapa no fue aprobada hasta tres años después de su muerte, concretamente el 7 de octubre de 1921.

La formación de una Catequista Sopeña se entiende como un itinerario paulatino y progresivo que nos ayuda a crecer en la relación con Dios, nos enseña a vivir en comunidad y alienta nuestra entrega al servicio de la Misión.

La conmemoración de esta fecha tan especial para las Catequistas Sopeña tuvo lugar en la Casa de Toledo, la que más veces acogió esta etapa formativa, con una eucaristía, presidida por el sacerdote Juan de Dios y en la que participó el Consejo General, así como otras religiosas y laicos de la Familia Sopeña.

Juniorado al fondo

La celebración de este primer centenario del Juniorado es “un acontecimiento para revisarnos e impulsarnos en nuestra formación permanente, no para detenernos; mirando al futuro con esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el poder de su gracia, capaz de obrar siempre nuevas maravillas”.

La etapa del Juniorado fue un “sueño” de Dolores Sopeña. Ella murió antes de conseguir su puesta en ejecución, pero siempre sintió la necesidad de que después de los Primeros Votos, las jóvenes aspirantes dedicaran varios años al estudio y a la oración.

Los Jesuitas, a los que Dolores Sopeña siempre pedía consejo y acompañamiento espiritual, le animaron a emprender, como ellos, esta importante etapa para un mayor servicio al Señor, a afirmarse en la propia vocación, en el conocimiento y vivencia del Carisma Sopeña y para enriquecer el aspecto experiencial en Comunidad.

Celebración de los 100 años del Juniorado

Tras las etapas del Aspirantado, Postulantado y Noviciado, el Juniorado es una etapa de consolidación en la que se realizan estudios superiores religiosos y civiles, se ahonda en el Carisma Sopeña y se asumen las primeras responsabilidades en la misión apostólica.

El lugar elegido para instituir el Juniorado por primera vez fue en la Casa de Santoña, donde permaneció hasta 1933, momento en el que se traslada a Loyola.

Se puede decir que esta etapa formativa es “itinerante” puesto que en estos 100 años las Catequistas Sopeña la han podido seguir en 14 ciudades diferentes de 6 países, europeos y latinoamericanos.

“Las nuevas profesas no serán ocupadas en las Obras del Instituto inmediatamente después de la Primera Profesión, sino que permanecerán dos años, por lo menos, con el fin de hacerse más aptas para trabajar después, alternando estudios con las prácticas propias de la formación, a fin de continuar ejercitándose en la humildad y la abnegación de sí misma. Poco a poco serán iniciadas en los trabajos del apostolado”, reza en las Primeras Constituciones.

 

SALIR AL ENCUENTRO DE LA REALIDAD

Salir al encuentro de las personas que viven hoy y antes en la desesperanza, tal y como hizo Dolores Sopeña, supone no solo un movimiento físico, de acercamiento, sino, sobre todo, un movimiento interior, que nos debe colocar ante una persona por descubrir, más que ante necesidades que aliviar.

Un desplazamiento que transmita en todas sus formas el Amor de Dios.

Así nos lo cuenta Mane Arenas, Catequista Sopeña en Bogotá (Colombia), en este artículo de colaboración en la revista Icono de los Redentoristas, en el que nos muestra una de las formas de “contagiar el Amor de Dios”.

En nuestro Carisma y, a través de la formación en el mundo del trabajo, nos movemos hacia los demás, hacia el otro, facilitando además de la capacitación profesional, espacios de encuentro para la vida misma.

UNA FORMA DE ACERCAR A DIOS

Salir al encuentro es una actitud heredada. Alguien, antes de que nosotros siquiera lo pensáramos, salió en nuestra busca, por amor y para invitarnos a amar. Y es que, en infinidad de oportunidades, y en ocasiones sin darnos cuenta, ha sido el mismo Dios quien ha salido a nuestro encuentro primero, como suele decir el papa Francisco: Él nos “primerea en el amor”, pues salió de la eternidad para hacerse transitoriedad, dejo su inmortalidad, para experimentar la mortalidad y compartir con el mundo la Vida… y digo vida con mayúsculas, porque a Jesús, le bastaron solo 33 años para vivir plenamente su humanidad y mostrarnos con su andadura en esta tierra, que la felicidad que Dios nos propone, surge del salir de uno mismo, para encontrarse con el otro.

Muchos han optado por este camino. Francisco de Asís, Alfonso María de Ligorio, Dolores Sopeña, Alberto Hurtado, la madre Teresa de Calcuta, Laura Montoya… son algunos nombres de la extensa lista de personas que hicieron de su historia personal, un camino permanente, en el que, situaciones, lugares y diferentes rostros, fueron el centro de su hacer.

Hombres y mujeres mirados, amados e invitados por Dios, sintieron en su interior la llamada de Cristo a salir a su encuentro en el más necesitado. Se movieron con el corazón inflamado por la fuerza de su Espíritu, encontrando nuevas formas de acercar la ternura de Dios a un mundo fragmentado, descubriendo en cada hermano y hermana golpeados por dolor, la pobreza, el abandono, la fragilidad, el mismo rostro de Cristo que les interpelaba.

Hoy en día, somos muchos los que, siguiendo los pasos de Jesús e inspirados por estos primeros seguidores, transitamos por estos caminos, que, aunque hoy sean diferentes a los suyos, los recorremos con la misma convicción, con el mismo impulso, con el mismo deseo de salir al encuentro de realidades que necesitan atención, con la misma ilusión de hacer visible el amor de Dios a tantas vidas hoy desesperanzadas.

Es así como la formación del mundo del trabajo, la capacitación de personas que no han tenido la oportunidad de desarrollar sus habilidades, forman parte de esas plataformas que nos permiten movernos hacia el otro, brindando, no solo espacios formativos, sino lugares de encuentro donde compartir la vida.

Una actitud que nos descentra…

Puede parecer fácil encaminarnos hacia el otro, sin embargo, salir al encuentro implica no solo movimiento físico, sino, sobre todo, un desplazamiento interior, en el que, colocando todos nuestros sentidos a disposición de la realidad, estamos atentos a las necesidades que surgen, descubrimos en el otro, más que una carencia que cubrir, una persona a la que conocer, escuchar, animar y transmitir la certeza de que somos hijos de un mismo padre y, por lo tanto, hermanos. Supone contagiar el amor de Dios como Padre, que sale hoy al encuentro de la humanidad, a través de nuestras manos, miradas, palabras y actitudes…

 

Salir al encuentro personas

 

Muchos son los laicos que hoy viven también desde esta actitud, Nancy Madroñero, colaboradora del Centro Sopeña Bogotá, nos comparte: “En estos años de colaboración, he aprendido a tener en cuenta a todas las personas, cada una con sus experiencias de vida y los valores que aportan a la riqueza de la Fundación. Se evidencia en ellos la presencia de Dios, sobre todo en los más necesitados, ya sea de conocimientos, compañía, escucha, empatía… Salimos al encuentro para acogerlas, como si fuera el mismo Dios tocando a nuestra puerta”.

¿Y cómo perciben este valor los destinatarios, aquellos a los que ‘salimos al encuentro’? Deissy Salcedo nos comenta: “Mi experiencia en el Centro de Formación Sopeña Bogotá ha estado marcada por matices de cercanía, acogida y afecto, valores que no esperaba encontrar tan arraigados en un espacio de capacitación para el trabajo y es que, gracias a colaboradores y Catequistas Sopeña que los viven con sencillez, esto se percibe en el ambiente. Allí siempre he encontrado las puertas abiertas para preguntar, indagar, compartir o ser escuchada, lo que ha contribuido a que mí formación sea más integral y se mantenga el deseo de continuar siendo parte de la familia Sopeña”.

 Dios continúa deseando acercarse cada vez más a la humanidad y somos tú y yo, los encargados de hacerlo posible en lo pequeño y sencillo de cada día. Él nos conoce, sabe que cuenta con nosotros, pues este valor forma parte de nuestra esencia. Nuestras entrañas se conmueven ante el dolor del otro y la empatía, con la que todos venimos a este mundo, se despierta ante el hermano, la hermana que encontramos en el camino de la vida.

Que el Señor siga sembrando nuestros corazones, el deseo permanente de salir al encuentro y esparcir en este mundo su ternura, su amor y su compasión por toda la creación.