DOLORES SOPEÑA: MUJER IGNACIANA

Diecinueve mujeres, entre las que se encuentra Dolores Sopeña, protagonizan el libro “Mujeres ignacianas. Escritos esenciales”, que reúne por primera vez en un único volumen, una esmerada selección de textos de mujeres, valientes y determinadas, que siguieron el legado de San Ignacio de Loyola.

Estas mujeres conocieron y aprendieron a amar a Jesús desde la espiritualidad ignaciana, resignificándola y haciéndola suya, y produciendo ricos y profundos textos que han permanecido hasta nuestros días.

La colaboración de los Institutos y Congregaciones de las distintas mujeres ha dado como fruto un libro que nos permite asomarnos con rigurosidad, devoción e interés a sus mundos, en muchos casos, de gran proyección apostólica y a sus experiencias de fe.

El equipo editorial ha estado formado por Nurya Martínez-Gayol Fernández, ACI, José García de Castro Valdés, SJ y Miyako Namikawa, RSCJ.

Mujeres Ignacianas

San Ignacio inspiró en estas mujeres la fuerza para crear otras tantas instituciones religiosas femeninas donde recrearon, cada una desde sus características y personalidad, el carisma ignaciano.

La publicación recoge gran cantidad de escritos íntimos y personales, como diarios, oraciones, cartas o memoriales, y textos legales o jurídicos, como reglas, normas y constituciones.

El pasado mes de diciembre tuvo lugar un encuentro en la Casa de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, en Madrid, para celebrar que el libro se ha convertido en realidad.

En este libro se recopila, por primera vez, una selección cuidada de estos escritos que nos permitirán conocer con rigor y devoción el mundo interior de estas mujeres y su impresionante proyección «para la mayor gloria de Dios».

Tal y como destacan las Hijas de Jesús del prólogo del P. Elías Royón, SJ, “esta obra ha querido presentar el patrimonio de espiritualidad ignaciana vivida y formulada por mujeres (…) que, inspiradas por Dios, ofrecieron a la Iglesia nuevos carismas de consagración y misión apostólica. Agradecemos la posibilidad de “escuchar” estas “palabras esenciales” a las que hay que volver, con fidelidad creativa, para la continua renovación de la vida consagrada”.

 

MISIÓN EN BACHAJÓN (CHIAPAS)

Juanita Arguijo, catequista Sopeña, comparte con nosotros, a través de este blog, abierto a todos, su experiencia en la Misión de Bachajón, un pueblo fundado en 1958, a 123 kilómetros de San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas (México).

Visitó a su hermano sacerdote, uno de los cinco jesuitas de una Comunidad que atiende las cuatro zonas de esa parroquia.

Misión con su hermano

“’La espera… desespera’, así me encontraba con la tramitación lentísima de mi visa para Ecuador, cuando la Semana Santa se iba acercando y con ello el regalo de Dios: ir de misión a este pequeño poblado invitada por mi hermano Mario, sacerdote jesuita encargado de la parroquia y de las tantas comunidades que atienden los jesuitas desde hace años en esa zona.

Bachajón tiene origen colonial y su población es de habla tseltal (lengua perteneciente a la familia maya). Se compone de dos barrios: San Sebastián, al norte, y San Jerónimo, al sur, cada uno de los cuales cuenta con sus propias tierras, autoridades municipales, ejidales y dialecto.

 

Me hospedaron en casa de las religiosas Hijas Mínimas de María Inmaculada, quienes me acogieron con mucho cariño y generosidad. Ellas tienen una escuela primaria al lado de su casa.

En la iglesia tuvimos un encuentro con jóvenes, hicimos visitas con ellos para invitarlos a un retiro el Sábado Santo. Participaron 30 jóvenes, quienes compartieron su necesidad de encontrarse con Dios, como los discípulos de Emaús y conformar un grupo en la parroquia.

El padre Mario les ha ofrecido su acompañamiento y actividades solidarias que les entusiasmaron.

Me quedé muy sorprendida por la participación del pueblo en el Triduo Pascual. Chiapas tiene seis semanas que está en semáforo verde, aquí no hay muchos casos de COVID 19. Muy pocos se ponen el cubrebocas. Los sacerdotes sí les siguen recomendando cuidarse; al principio me preocupé. Gracias a Dios no hubo ningún caso hasta el momento.

Las actividades del Triduo Pascual que celebramos:

Jueves Santo: La eucaristía, la Hora Santa compartida por pastorales hasta la medianoche y el prendimiento de Jesús.

Viernes Santo: tuvimos el Viacrucis, la Adoración de la Cruz con la imagen de la Virgen de los Dolores.

Sábado Santo: se celebró la Vigilia Pascual, con alegría y esperanza.

Semana Santa en Misión

Domingo de Resurrección: se hizo el Via Lucis: “el camino de la Luz” con Cristo triunfante, siguiendo los relatos evangélicos y con una variante: para este pueblo indígena en su mayoría, el recorrido se hace en los cuatro puntos cardinales. Y al llegar a la parroquia, unas mujeres esperan a Jesús resucitado junto con la imagen de la Virgen María. Entran juntos delante de los fieles que hicieron el recorrido.

Finalmente, tuve la oportunidad de acompañar al padre Mario en una eucaristía por los nueve días del fallecimiento del papá de uno de los más de 80 diáconos que colaboran en la zona. La caminata me permitió contemplar el hermoso paisaje entre subidas y bajadas de la montaña.

De camino en la Misión

 

Personalmente, esta experiencia en la Misión me ha permitido conocer otra cultura y otras costumbres además de otra lengua en mi hermoso país mexicano. Entré en contacto con Dios a través de sus hijos más pequeños y más humildes. Le doy gracias al Señor por participar de una Semana Santa llena de vida y de cercanía con sus fieles tanto en las celebraciones como en las visitas que se realizaron”.