El pasado domingo se celebró la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que los obispos de la Comisión de Medios han dedicado, en esta ocasión, a los jóvenes y la comunicación, en las puertas de la Asamblea Sinodal que tendrá lugar en octubre en Roma.
Precisamente, en el pre-sínodo de los jóvenes y el Papa Francisco, sobre el papel que la juventud puede y debe desempeñar en la Misión de la Iglesia, estos manifestaron su deseo de que la Iglesia esparza su mensaje a través de nuevos medios de comunicación y de expresión.
Internet ofrece sin duda una oportunidad evangélica sin precedentes pues se trata de un gran espacio para encontrar y conectarse con personas de otras religiones, con no creyentes.
Sin embargo, Lara Párraga, del Movimiento Sopeña Juvenil, no está del todo de acuerdo. “Al final la mayoría nos acercamos a las redes sociales, por ejemplo, para leer y compartir con las personas que piensan y sienten iguales que nosotros”.
Eso mismo dijeron los jóvenes en su entrevista con el Papa Francisco: “Entre los jóvenes se da la relación y la comunicación entre iguales pero hay dificultades, falta de espacios y oportunidades, para el encuentro de las diferencias”.
En ese sentido, hay que procurar crear esos espacios y oportunidades que, a juicio de Lara Párraga, tienen que darse “con la evangelización de la calle, algo que se ha perdido”. Para ello, es necesario que intervengan fuertemente los laicos y que la Iglesia apueste por una “reestructuración de las palabras”, recuperar para el lenguaje un Dios como Dios de amor.
Lara reconoce que en Facebook, por ejemplo, ella quiere leer mensajes “que me nutran, que me provoquen emociones positivas como el amor, la alegría. No quiero hablar de pecado, quiero hablar de defectos humanos. Quiero hablar y que hablemos desde nuestra experiencia de la emoción de un Dios que es amor y no nos apoyemos tanto en los rituales”.
Lara Párraga, identificada ahora con el Carisma de Dolores Sopeña y las Catequistas Sopeña, afirma que durante el recorrido de su vida le ha faltado gente “profundamente conectada con Dios, como eran los místicos”.
Esa cree que es la clave para llegar a los jóvenes y que los jóvenes puedan contribuir asimismo a la nueva evangelización, hablando con sinceridad y autenticidad de su experiencia personal con Dios”.