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El XXXIV Encuentro de Laicos, Laicas y Catequistas Sopeña, que ha tenido lugar en la ciudad de Badajoz el pasado fin de semana, ha hecho manifiesta la alegría por el legado de una misión común, compartida por dos vocaciones de la Familia Sopeña: laicado y consagradas.

En esta ocasión, bajo el lema “Somos Familia Sopeña”, la reunión, prólogo al inicio del curso académico en España, ha contribuido de forma explícita a fortalecer los lazos familiares y la labor en la que confluyen todos sus miembros de evangelizar y facilitar oportunidades de crecimiento integral y superación a personas jóvenes y adultas, en la mayoría de los Centros Sopeña, pero que también alcanza al alumnado de Educación Infantil y Primaria, precisamente del Colegio Sopeña Badajoz, anfitrión de la cita.

Berrocal en Badajoz

Su director, Jesús Berrocal, se encargó, junto con un equipo de más de 20 personas, todas ellas trabajadoras del Colegio, de la cálida acogida a los más de 150 asistentes para que se sintieran en familia, como en casa.

Agradecido por la confianza del Patronato de la Fundación Dolores Sopeña, principal obra apostólica del Instituto Catequista Dolores Sopeña, Jesús Berrocal se mostró emocionado por la oportunidad de construir “este espacio y este tiempo de encuentro para fortalecer lazos y nutrirnos personal y espiritualmente”.

Esta reunión ayudó a reafirmar el compromiso con la Misión que nuestra fundadora, la Beata Dolores Sopeña, nos confió a las dos vocaciones: ser testimonio vivo del amor de Dios en el mundo y constructores de una sociedad más justa y fraterna”, aseguró Berrocal.

Rememorando parte de la historia de la Familia Sopeña en Badajoz, que comenzó en el año 1904, durante una breve visita de Dolores Sopeña camino de Sevilla, Jesús Berrocal explicó que “todo tiene su origen en aquel esfuerzo, en los viajes que Dolores emprendió desde muy joven hacia cualquier lugar, próximo o lejano, donde hubiera una sola persona en situación de carencia o dificultad, sin la fortuna de conocer a Dios”.

“Ahí era cuando ella, con su dulzura y su amor, nos abría el corazón hacia Él”, afirmó.

El director de Sopeña Badajoz acabó su bienvenida evocando también que el legado de Dolores Sopeña, “mujer excepcional, pero muy sencilla y real, nos recuerda que la fe debe ser dinámica, capaz de transformar realidades y construir puentes de esa fraternidad que ella tanto anheló”.

Cristina en Badajoz

Por su parte, Cristina Buenvarón, Catequista Sopeña y directora de la Fundación Dolores Sopeña, presentó la cita felicitando al grupo porque “la reunión es una manifestación vida del Carisma de Dolores Sopeña, de su sueño por una sociedad donde cada persona, independientemente de su condición social, pueda encontrar un espacio de acogida, amor y dignidad”.

Bajo el lema, “Somos Familia Sopeña”, se sucedieron durante todo el fin de semana momentos de oraciones, interioridad, actividades y talleres.

El sacerdote Manuel Fernández Rico, capellán de la Universidad de Extremadura, apoyó con su ponencia sobre la Familia Sopeña la convicción de que actualmente los/as participantes son custodios del Carisma y, por tanto, responsables de construir el Reino desde “vuestros valores”.

Sacerdote diocesano

Además, hizo reflexionar a los/as presentes sobre las actitudes que han de cultivarse para la construcción de una familia: paciencia, amor, objetivos claros, consensos, comunicación clara, igualdad…

Tras una visita exhaustiva a las instalaciones del Colegio Sopeña Badajoz y una comida fraterna, divididos en grupos, los y las asistentes pasaron a los talleres en familia, todos enfocados a celebrar el reencuentro y conocerse más y mejor.

Talleres viajes en familia

La tarde del sábado continuó con una Misa Extremeña en el convento de san José de las Adoratrices, oficiada por el párroco de San Fernando y el Gurugú y de la Pastoral Penitenciaria, Isidro Luengo Cruda.

Ofrenda misa extremeña

En la mañana del domingo, María Lourdes Torrado, coordinadora de Pastoral de Sopeña Badajoz, nos hizo reflexionar con una preciosa oración a través de la metodología del Godly Play (Juego sagrado).

Con esta forma de explorar la fe a través del lenguaje religioso, Mª Lourdes Torrado ofreció la historia de “La Gran Familia”, sobre la promesa de Dios a Abraham y Sara de convertirlos en una gran nación que sería una bendición para toda la tierra.

La oración de La Gran Familia de Abraham y Sara refleja la promesa divina de que su descendencia sería numerosa y bendecida, convirtiéndose en un pueblo escogido por Dios.

Oración Abraham

Esta idea no solo representa la continuidad de su linaje biológico, sino que también tiene un significado espiritual profundo, ya que su descendencia se considera parte del plan divino de salvación para toda la Humanidad.

La trascendencia a la «Familia Sopeña» es la ampliación de esta bendición más allá de los límites étnicos, abarcando a todas aquellas personas que, a través de la fe, se consideran parte de esta gran familia espiritual, del legado de Dolores Sopeña. Así, la promesa hecha a Abraham y Sara se universaliza, mostrando que la familia de Dios no está limitada a la sangre, sino que se extiende a toda la comunidad.

Para terminar este fructífero fin de semana y antes de la clausura, la Superiora de las Catequistas Sopeña y presidenta internacional de la Fundación Dolores Sopeña, Miryam Ávila, presidió una mesa redonda sobre el ser, el estar y el hacer del Carisma Sopeña.

Esta sesión, dinamizada por Belén Blanco, miembro del equipo de Misión Compartida de la CONFER, contó con los testimonios de Lola Quesada y la propia Miryam Ávila, Catequistas Sopeña; y de los laicos y laicas, Silvia, Lourdes, Inma y Víctor, de Badajoz, Sevilla, Barcelona y Las Palmas, respectivamente.

Mesa redonda

Coincidieron en destacar la gratitud y el privilegio de poder compartir la misión “de la mano” y cómo el Carisma Sopeña enseguida fue revelado como algo diferente, algo distinto, “algo que venía directamente de la mano de Dios” a hacerse presente en sus vidas.

Este Carisma “transmite con alegría y mucha pasión el Renio de Dios”, concluyeron.