La obra apostólica de las Catequistas Sopeña toma forma en las Escuelas, Centros y Acciones Pastorales, en las entrañas del mundo juvenil, donde jóvenes y adultos de familias trabajadoras, se acercan a Dios a través de una formación integral que les allana su futuro.
Como queda expresado en el reportaje del Carisma de Vida Nueva sobre la Pastoral Juvenil Sopeña, “hace ya más de 20 años, cuando san Juan Pablo II se refirió al carisma Sopeña, dijo que era ‘una eficaz presencia cristiana en la familia trabajadora’ (Capítulo General, 1983).
Nuestros centros educativos representan la continuidad del legado y la misión que recibimos de Dolores Sopeña, a partir de de que intuyó que era instrumentos para la promoción e igualdad de oportunidades de hombres y mujeres adultos, de familias trabajadoras, necesitados de cultura y reconocimiento.
Sus destinatarios son jóvenes, en su mayoría, desmotivados para el aprendizaje, capacitación y reencuentro con el sistema educativo. En los Centros Sopeña descubren que volver a estudiar es gratificante. Alumnos provenientes del fracaso escolar hoy son universitarios, brillantes profesionales de la salud, el periodismo o la gestión.
La misión específica de la Fundación Dolores Sopeña es crear condiciones que permitan asegurar a jóvenes y adultos el acceso a una formación integral de calidad, oportuna y permanente, y fomentar relaciones fraternas, que ayuden a evolucionar a una sociedad más justa y solidaria, desde el estilo Sopeña.
Y nuestra visión, nuestro “sueño”, es ser reconocidos en el entorno como una entidad eficaz en la formación integral. En el proyecto Sopeña, esta formación se entiende como el aporte de saberes, ejercicio de un proceso que propone caminos, abre los ojos y dispone el corazón de la persona para descubrir la luz que lleva dentro, para que conozca y acoja esa otra Luz que ilumina a todo hombre, Cristo Jesús (cf. Jn 1,9).
Esto lo hacemos a través de nuestra propuesta educativa, conformada por cinco áreas: capacitación profesional, posibilitando una mejor inserción en el mundo laboral; formación, que establece las condiciones propicias para un desarrollo personal armónico; pastoral; cultura y convivencia y acción solidaria.
Todo ello va conformando el perfil del alumno o destinatario Sopeña. La oferta educativa abarca los niveles de Educación Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato y la Formación Profesional Básica, Específica y Dual, en las fórmulas presencial, semipresencial y on-line. Además, incluye la formación en empresas y la participación en el Proyecto Europeo ERASMUS+.
El nivel de enseñanzas ligadas al trabajo permite convocar a jóvenes y adultos y favorece la presencia en el mundo juvenil, alejado hoy de la práctica cristiana, y al difícil mundo de los adultos en búsqueda de empleo.
En los Centros Sopeña esta capacitación garantiza las competencias profesionales y los valores agregados de formación humana, de responsabilidad, esfuerzo y trabajo cooperativo, y las habilidades sociales necesarias, que les disponen como los mejores en su especialidad.
El área de Pastoral es fundamental en la metodología Sopeña. Esta quedaría incompleta si no llega al anuncio explícito de la persona de Jesucristo. Al final de curso, el equipo de Pastoral nacional, formado por el coordinador de Pastoral de cada centro, valora nuevos perfiles en los alumnos/as, evalúa los resultados de planes y acciones del curso realizado y propone el objetivo y material pedagógico para aplicar a nivel institucional.
Junto a la propuesta educativa, parte de nuestro “secreto” está en las claves metodológicas: transversalidad, atención personal y grupal, clima y calidad de las enseñanzas.
La transversalidad permite que los conocimientos sean vehículo educativo y evangelizador. La atención personal, clave distintiva, es vivida con espontaneidad, con carisma. En la comunidad educativa, acrecienta en los alumnos/as su autoestima, facilitando el aprendizaje y la evangelización.
El clima fraterno que se percibe en cada uno de los centros proclama que son Sopeña. La calidad certificada, impulsa y da continuidad a la innovación. El proceso evangelizador es liderado por Catequistas y laicos Sopeña con la implicación de alumnos, padres y la determinante intervención del profesorado, dispuesto, comprometido, competente y alineado con el Proyecto Sopeña.
El trabajo en los centros educativos nos permite estar en la entraña del mundo juvenil, presentando al Señor Jesús, generalmente desconocido para ellos. Para muchos es una oportunidad salvadora. De este modo, se refuerza la misión educativa/cristiana de la familia trabajadora, en su mayoría en precariedad económica y social, y se propicia la corresponsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia desde la Fundación Dolores Sopeña. “Educamos evangelizando y evangelizamos educando” (DGC 147)
Luis Sardiña, profesor y coordinador de Pastoral del Centro Sopeña Badajoz (España), nos habla de “un testimonio de vida que no aparece en los libros”
“Un día cualquiera en uno de los miles de institutos y escuelas de cualquier parte del mundo, los alumnos leen, comprenden, estudian y van ganando conocimientos para, en unos años, ponerlos al servicio de la sociedad y, así, labrarse un futuro.
Todo ello, siguiendo las indicaciones del profesorado que utiliza sus conocimientos para enseñar. En sí, la propuesta educativa es de capacitación y formación. Pero Pilar y Juan Ramón eligieron un Centro Sopeña: ella, Educación Infantil, Primaria y Secundaria; él, F.P.E, Grado Medio y Superior. Ambos leyeron, comprendieron y estudiaron, pero mientras lo hacían, los profesionales de Sopeña fueron dándoles también un testimonio de vida que no aparece en los libros: fueron promocionados de una forma integral, se sintieron acogidos en un entorno de familia y se les respetó para proyectar sus virtudes, muchas, y enriquecer sus espíritus.
Esa es la clave para transformar vidas, tal y como nos enseñó nuestra fundadora Dolores Sopeña: para transformar vidas, hay que transformar espíritus.
Tras realizar sus estudios en Sopeña, tras transformar sus espíritus, Pilar y Juan Ramón se convirtieron en “Testigos” de nuestro carisma. Ella, una brillante estudiante de Fisioterapia, que viene al colegio todos los viernes por la tarde como Catequista de grupos de juventud. De él, ahora luchando en el difícil mundo empresarial, solo necesito transcribir unas palabras textuales: “Si tengo un hijo, vendrá a este colegio”.
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