Catequistas, Laicos y colaboradores de los Centros formativos hicimos realidad una vez más el sentimiento de la Familia Sopeña, compartiendo una eucaristía en la que dar gracias por la vida y la misión que nos dejó nuestra fundadora, la Beata Dolores Sopeña.
La celebración era asimismo un recuerdo por el aniversario de su nacimiento que, cada inicio de año, nos reúne en torno a Jesús, la figura que realmente marcó la vida de Dolores Sopeña y, después, la nuestra.
Y cada miembro de la Familia Sopeña estuvo y está desde su lugar y posición; pero todos iguales de presentes e indispensables para el Carisma y para la continuidad de nuestra Misión, que no es otra que llevar la Buena Nueva a los más vulnerables, a los más alejados de Dios y de la sociedad.
Desde el lema apostólico de este año: Sopeña sueña, hazlo posible, miramos como lo hacía Dolores: con ojos de Jesús. Ella sentía su realidad y la sociedad que la rodeaba como un lugar donde ella podía hacer mejoras.
Superando barreras personales, muchas veces físicas, y contratiempos la Beata Dolores Sopeña comenzó a soñar y, con la ayuda del Espíritu, se desvivió por llevar a todas partes el Evangelio, por extender la palabra de Dios y construir un Reino mejor, con justicia y con fraternidad entre todos los hombres y mujeres, independientemente de su origen y estrato social.
El Instituto Catequista Dolores Sopeña y la Fundación Dolores Sopeña, donde se acoge también al Movimiento de Laicos y a los Jóvenes Sopeña, somos el fruto de ese sueño.
Y por eso, conviene que, además de dar gracias, nos paremos a reflexionar sobre ¿qué soñamos nosotros?, si estamos dispuestos a trabajar por nuestros anhelos o ¿a qué estamos llamados cada uno de nosotros?
En la Eucaristía, que no es otra cosa que la reunión de hermanos ante los ojos del Padre, aprovechamos a pedir por todos esos sueños, especialmente el de llevar a cabo la Misión Compartida, esencia de las Catequistas Sopeña y la familia Sopeña en general.
Desde aquí pedimos también la fortaleza y la valentía para hacerlos realidad, de la manera en que lo hizo Dolores Sopeña, con la esperanza y la confianza puestas en Dios.
Gracias Dolores por hacernos partícipes de tu Misión.