DOCENTES CON UNA SENSIBILIDAD ESPECIAL

La promoción es uno de los valores Sopeña. Representa un impulso que llevó a Dolores Sopeña, nuestra fundadora y mujer de excepcional sensibilidad, a confiar en el ímpetu y fuerza de cada una de las personas que tuvo a su alrededor para, con la ayuda de Dios, lograr sacar lo mejor de sí mismas.

Así fue y así sigue siendo en todos y cada uno de los espacios de acción en el mundo, en los que el Carisma Sopeña extiende su misión.

La experiencia como docente de Ana García enfrentó muchas veces al valor de la promoción, pero según nos cuenta en este interesante artículo para la revista ICONO, no fue hasta recalar en el Centro Sopeña Sevilla cuando la PROMOCIÓN cobró todo su sentido.

“Potencia cualidades y pule defectos para dejar a la luz el tesoro que todos llevamos dentro”.

Ana García, Laica Sopeña, entendió que Dios la había llevado hasta este Centro para conocer a alumnos con circunstancias a veces complicadas y que se despertase en ella una sensibilidad especial por las necesidades de los demás.

Ese plus que se ha encontrado, respecto a lo que ella creía que iba a ser la docencia, ha hecho que se reafirme en su vocación, latente desde niña.

PROMOCIÓN: DESCUBRIENDO TESOROS.                      

La promoción abarca todas las dimensiones de la persona. Potencia sus capacidades, revela sus cualidades, pule nuestros defectos hasta que deja al descubierto el tesoro que todos llevamos dentro. Nos ayuda a obtener lo mejor de las personas que Dios pone en nuestro camino.

La promoción como valor

Al llegar aquí me topé con el valor de la “promoción”. Si bien este término ya había aparecido antes en mi experiencia como docente, fue aquí, en mi centro de trabajo, donde cobró sentido, convirtiéndose en la clave de lo que tenía delante, entre mis manos, a diario. Dios me trajo aquí para ver de cerca que, desgraciadamente, me encontraría con alumnos/as cuya dignidad había sido desdibujada por circunstancias que la vida conlleva.

Esa falta de autoestima, de seguridad, de compañía… despertó en mí una sensibilidad especial por las necesidades de los demás. Esos alumnos, con sus “tesoros” enterrados, necesitaban sentir que alguien volvía a creer en ellos, en sus capacidades, fijar metas y pensar en logros a corto plazo, accesibles y posibles de conseguir.

¡Qué suerte la mía estar ahí en medio! Mi vocación por la docencia siempre me había hecho pensar en dar clase, en compartir mis conocimientos, en ser testigo de su aprendizaje… pero ser partícipe de su crecimiento personal y, en algunos casos, de retomar las riendas de sus vidas, me ha hecho reafirmarme en esa vocación que siento latente desde niña.

Terrenos para sembrar

Un educador no es, ni mucho menos, alguien que transforma al alumno, sino alguien que “sale al encuentro” de ellos, preparando el terreno donde se producirá esa transformación, creando el ámbito propicio para ello, facilitándole el camino, confiando en esa persona, reconociendo cada paso que de adelante y dejando que la persona sea artífice de su propio desarrollo, convirtiéndose en protagonista de su historia.

Precisamente ahora, más que nunca, después de estos terribles meses de pandemia, nos hemos encontrado con muchos casos de alumnos y sus familias que no solo tienen una crisis personal, si no que tienen necesidades materiales y económicas, que también son parte inevitable de ese terreno propicio que cualquier alumno necesita hoy en día para conseguir su meta.

 

Docentes con sensibilidad 2

Este curso, he podido evidenciar la solidaridad de mis alumnos en todo su esplendor, siendo partícipes, organizando y volcándose en campañas de solidaridad para ayudar a los más damnificados por la pandemia, tomando conciencia y viviendo experiencias de acción social, tan concretas, como ayudar a los compañeros de su propio centro.

Solidaridad evangelizadora, que nos hace más humanos y desarrolla la sensibilidad hacia nuestra propia promoción, como bien expresa el Papa Francisco en esta Audiencia a sacerdotes, religiosas y laicas consagradas de la asociación fundada por el Beato Chevrier:

“En efecto, no puedo sino aprobar y alentar la acción pastoral que lleváis adelante, según el carisma propio de vuestros institutos, un carisma que me toca personalmente y que está en el corazón de la renovación misionera a la que toda la Iglesia está llamada: porque existe una ‘íntima conexión entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora’ (Exhortación ap Evangelii gaudium, 178)».

Proyectos Solidarios

Esta solidaridad evangelizadora, encaminada a la promoción de nuestros alumnos, no solo les satisface a ellos, sino que es infinitamente gratificante para nosotros. Tenemos un proyecto en el centro, la “Bolsa de Solidaridad”, de donde se ayuda a los alumnos que lo necesitan.

Esta Bolsa se nutre de nuestras campañas solidarias, de aportaciones voluntarias, anónimas… y, como si del milagro de la multiplicación de los panes y los peces se tratara, esa Bolsa tiene siempre fondos para nuestros alumnos más desfavorecidos gracias a la voluntad y la colaboración de todos.

Cuando haces entrega de material, de dinero, de libros… y te sonríen con la mirada por encima de sus mascarillas, te das cuenta de que cualquier esfuerzo ha merecido la pena. Formar parte de la vida de esos alumnos y verlos promocionar, nos convierte en una “Gran Familia” junto a ellos y a las suyas propias.

De nuevo, cito unas palabras del Papa Francisco que pertenecen a su Encíclica, Fratelli Tutti, 276: “La Iglesia ‘tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia y educación’ sino que procura la promoción del hombre y la fraternidad universal. No pretende disputar poderes terrenos, sino ofrecerse como un hogar entre los hogares —esto es la Iglesia—, para testimoniar al mundo actual la fe, la esperanza y el amor al Señor y a aquellos que Él ama con predilección”.

Termino dejando el testimonio de un antiguo alumno Sopeña, Fabricio, que se sintió acogido y acompañado en nuestra casa. Consiguió sus objetivos, se involucró en la vida pastoral del centro y disfrutó su estancia aquí. Más tarde, se graduó en la Universidad. Promoción en su estado más puro.

Sensibilidad docente 3

Cuando creen en ti, comienzas a creer en ti

“La Fundación Dolores Sopeña me ayudó a dar sentido a mi vida personal y profesional.

Cuando creen en ti, comienzas a creer ti. Hacen que tengas retos y ganas de salir adelante. Aquí no solo forman profesionales académicamente, sino que se guía a la persona para que de lo mejor de sí misma.

Soy parte del legado de la Fundación porque si miro atrás, valoro mi evolución. Creo que cada uno de nosotros tenemos mucho que ofrecer al resto de personas. A nuestro lado puede haber alguien que necesita una mano para descubrir su potencial y está en nosotros crear la capacidad de ayuda a los demás”.

DOCENTES: UNA HUELLA PARA TODA LA VIDA

El Día Mundial del Docente se celebra cada año, en distintas fechas, según el país, insistiendo en la importancia de recuperar el respeto y el prestigio que han de tener los docentes entre padres e hijos y en el conjunto de la sociedad.

La principal obra apostólica de nuestra institución, la Fundación Dolores Sopeña, centrada en la formación integral de personas, especialmente jóvenes y adultas que no han tenido demasiadas oportunidades, tiene como misión favorecer el crecimiento integral de sus destinatarios.

Dolores Sopeña quiso que ese apostolado se llevara a cabo siempre por personas profundamente identificados con el Carisma del Instituto Catequista Dolores Sopeña y que tuvieran como principal referencia al Maestro por antonomasia: Jesús.

No en vano a Jesús se le reconoce como el primer Maestro y, de forma indiscutible, su huella permanece indemne en cada uno de nosotros.

El profesor de los Centros Sopeña en el mundo trabaja siempre apoyado en los valores que nos transmitió, en su sueño de hacer de todas las personas una gran familia, nuestra fundadora.

Le caracteriza la acogida, ofreciendo siempre cálida hospitalidad y alegría a quienes quieran formar parte de esta gran Familia Sopeña.

A través de la solidaridad los profesores ponen en marcha iniciativas de ayuda mutua entre grupos, personas, otros países; con la promoción favorecen la esperanza de un futuro mejor personal y profesional; la fraternidad sirve de cauce de unión entre personas de diferente procedencia física y social con la convicción de que todos somos iguales.

Los docentes que trabajan en nuestros centros trabajan por el respeto y, a través de la empatía, buscan y ayudan a buscar lo que nos une, aceptando las circunstancias de cada alumno, huyendo de prejuicios y reconociendo la dignidad de cada ser humano.

Y con la actitud de salir al encuentro, como otro de los principales valores que nos transmitió Dolores Sopeña, los docentes se movilizan para anticiparse a las necesidades y carencias de nuestros alumnos.

Alumnos apoyados por docentes

Hace años, cuando el Papa Francisco era el Cardenal Jorge Bergoglio compartió unas ideas sobre el trabajo de educar de los maestros:

  1. Educar es un acto de esperanza. No solo porque se educa para construir un futuro, sino porque el mismo hecho de educar está atravesado por ella (Mensaje a las Comunidades Educativas, 2008).
  2. Educar en la verdad con el testimonio. Será maestro quien pueda sostener con su propia vida las palabras dichas. (Mensaje a las Comunidades Educativas, 2008).
  3. Segundas mamás o papás. Los maestros no podrán limitarse a ser los “segundos padre o madre”, si no hubo antes “un o una primero o primera”. (Mensaje a las Comunidades Educativas, 2005).
  4. Disciplina con libertad. Para que la disciplina adquiera este sello de la libertad es necesario saber leer la inquietud, la réplica, el cuestionamiento. (Mensaje a las Comunidades Educativas, 2008).
  5. Anunciar la luz. Diciendo como el Ángel a los Apóstoles: Anuncien este modo de vida en que la tiniebla no tiene lugar y luchen contra ese cansancio tan habitual que los caracteriza en su vocación para que cada chico y cada chica abra su corazón a la luz y no le tenga miedo. (Misa por la Educación, 2009).
  6. No temer. La educación entraña la tarea de promover libertades responsables, que opten en esa encrucijada con sentido e inteligencia. (Mensaje a las Comunidades Educativas, 2005).
  7. Competencias profesionales. El espíritu es importante, pero también lo es la competencia profesional, para ofrecer a nuestra comunidad lo mejor de nosotros. (Inicio del Año Escolar, 2003).
  8. La escuela son los maestros. La escuela no son las paredes, los pizarrones y los libros de registro: son las personas, principalmente los maestros, quienes tendrán que desarrollar su capacidad de afecto y entrega para crear estos espacios humanos. (Inicio del Año Escolar, 2001).
  9. Enseñar con pasión, aprender con placer. Solo quien vive en el bien —que es justicia, paciencia, respeto por la diferencia en el quehacer docente— puede aspirar a modelar el corazón de las personas que le han sido confiadas. (Mensaje a las Comunidades Educativas, 2008).
  10. El educador que se hace prójimo. El educador que “enseña” a no tener miedo en la búsqueda de la verdad es, en definitiva, un maestro, testigo de cómo se camina, compañero de ruta, cercano, alguien que se hace prójimo. (Mensaje a las Comunidades Educativas, 2008).

Tengamos en cuenta nosotros las palabras de Dolores Sopeña acerca de, como docentes, “ser instrumentos en manos de Dios”, colaboradores en la construcción de un mundo más justo, del Reino de Dios, una vez que ya nos hemos dejado modelar al estilo de Jesús.

“Nunca es tarde para volverse una obra maestra, para dejarse re-plasmar por el Maestro”.