¡TRANSMITAMOS EL MENSAJE!

A los cristianos se nos presenta la magnífica oportunidad de transmitir el mensaje y de sentirnos enviados para compartir nuestra experiencia de vida como creyentes. “Nuestra misión es invitar a los demás a que ‘pasen y vean’ porque el espectáculo de Dios debe continuar”.

Así nos lo expresa, Víctor Rivero Sarmiento, laico Sopeña y profesor de Lengua y Literatura en el Centro Sopeña Las Palmas, en un artículo para la revista Icono, de los Padres Redentoristas.

En el texto, Víctor Rivero nos recuerda un cortometraje muy utilizado en las aulas, “El Circo de las Mariposas”. En esta pieza cinematográfica se nos muestra de forma clara cómo el acompañamiento de la familia, el amor y la fe obran el milagro de convertir las dificultades en oportunidades de superación.

De la misma manera, nos recuerda que el I Certamen Internacional Sopeña de Relatos Cortos, convocado para celebrar los 120 años de la constitución de la Fundación Dolores Sopeña, obra apostólica de las Catequistas Sopeña, surgió tras la pandemia (un túnel de incertidumbre y oscuridad) como una invitación a viajar sin restricciones a nuestro interior y, después, escribir sobre lo andado.

Este ejercicio de poner palabras a lo que cada uno de nosotros había pasado se convirtió “no solo en un ejercicio terapéutico, sanador y literario, sino en una ocasión perfecta para tejer en familia multitud de vivencias”, afirma.

“Y lo experimentado se convirtió en la llave para descubrir una Buena Nueva, la esperanza y la certeza de un nuevo punto de partida”.

Os reproducimos en su totalidad el artículo:

Tiempos de oportunidades para celebrar a Dios

En familia, con amor y fe se obra el milagro: la oportunidad de superación y el recordarnos iluminados por Dios

“Mientras mayor es la lucha, más glorioso es el triunfo”, le decía el Sr. Méndez a Will en El Circo de las Mariposas (2009). Recurso proyectado en muchas aulas, este cortometraje protagonizado, entre otros, por Nick Vujicic, ejemplifica la maravilla de la metamorfosis de la dificultad en una oportunidad para la superación.

Will, nacido sin extremidades y exhibido en un parque de atracciones como una “burla de la naturaleza”, es acogido en el Butterfly Circus e invitado a encontrar la “belleza que hay en sus cenizas”. Y lo acaba consiguiendo, no solo por su lucha y esfuerzo, sino por la resucitada capacidad de creer en sí mismo que experimenta en su nuevo seno familiar.

Familia, amor y fe acaban conformando los elementos que obran el milagro. Al contrario de lo que le habían hecho creer desde su nacimiento, “maldito desde que nació”, Will experimenta su propia conversión en mariposa, formando parte de una comunidad que también tiene como misión salir al encuentro y descubrir las bellezas que hay dentro de las personas.

La llegada del Covid significó también la cruel exhibición de muchos de los problemas humanos. Además de recordar el poder de la naturaleza, señaló de manera contundente la importancia y la trascendencia de los engranajes sociales en el devenir de la existencia.

El obligado confinamiento forzó al ser humano a encontrarse consigo mismo en soledad o en compañía, como mucho, de la familia o las personas con las que se compartía un mismo techo. Sin embargo, desde esta burbuja espacio–temporal se pudo tomar conciencia de los regalos de la vida y del brillo especial que poseen si los compartimos. A través de un túnel de incertidumbre y oscuridad pandémicas, descubrimos que el camino hacia una nueva oportunidad seguía estando iluminado por la Luz del Señor.

Una invitación a viajar a nuestro interior para tejer mil y una historias

En línea con la fundadora y su “saber interpretar los signos y las necesidades de los nuevos tiempos”, la Fundación Dolores Sopeña, para celebrar los 120 años de su constitución, convocó durante el curso 2021/2022 el I Certamen Internacional Sopeña de Relatos Cortos. Bajo el lema “La oportunidad de superarte”, el objetivo estaba en reflejar historias de superación de las que emanara el papel crucial de la fe en nuestras vidas.

 mensaje

En momentos de pandemia y las limitaciones que ello significaba, la propuesta del certamen significaba una invitación a viajar sin restricciones a nuestro interior. A reflexionar sobre lo vivido y celebrar la maravilla de sentirnos acompañados por Dios en el sendero de la vida.

Historias de la niñez, la adolescencia y la etapa adulta fueron compartidas no solo con los miembros del jurado, sino que, durante el proceso de creación de los relatos, también las familias en los hogares pudieron ser testigos privilegiados de palabras y experiencias que no siempre habían sido verbalizadas.

Como escribió Eduardo Galeano, “quien escribe, teje” y “los textos son como nosotros: tejidos que andan”. La oportunidad de escribir sobre lo andado se convirtió no sólo en un ejercicio terapéutico, sanador y literario, sino en una ocasión perfecta para tejer en familia multitud de vivencias. Al igual que pasaba con Will, el respeto y el amor que se respiró en el proceso regaló la oportunidad de reconciliar e hilar presente y pasado para afrontar un futuro que, con ilimitada fe, volvería a contar con el acogedor abrigo de Dios.

La oportunidad de sentirnos enviados a compartir nuestra fe y celebrar a Dios

La materialización del tiempo vivido mediante la palabra compartida facilitó emociones redentoras e impulsos ilusionados para seguir caminando. Al igual que expresaba Ana Frank en su diario, el certamen de relatos no se limitó a ver la miseria vivida, sino a recordar la “belleza que aún queda”. Lo experimentado se convirtió en la llave para descubrir una Buena Nueva, la esperanza y la certeza de un nuevo punto de partida.

Una renovada etapa debía comenzar volviendo a sentir que somos parte de un todo, hermanos e hijos de un mismo padre. En palabras del Papa Francisco, “cada familia es una piedra viva en la construcción de la sociedad” y, desde este principio, nos debemos seguir sintiendo preparados y arropados para afrontar nuevas oportunidades para la superación.

“Somos magníficos” nos diría el Sr. Méndez. “No enterréis vuestros talentos, vuestros dones que Dios os ha regalado. ¡No tengáis miedo de soñar grandes cosas!”, ha exclamado el Papa. Salgamos también nosotros al encuentro para transmitir el mensaje. Sintámonos enviados a seguir compartiendo nuestra experiencia de vida y fe. Tenemos la misión de invitar a los demás a que “pasen y vean” porque el espectáculo de Dios debe continuar.

escribir el mensaje

HUELLAS DE VOCACIÓN Y DE VIDA

Recientemente hemos celebrado la Jornada Mundial de las Vocaciones con el afán de originar entre los jóvenes católicos la pregunta sobre su vocación, sobre su pasión, y sobre la llamada de Jesús a dejar suS huellas en el mundo.

También a invitar a la comunidad cristiana a orar de forma corresponsable por las vocaciones que tanto necesita nuestra Iglesia y nuestro mundo.

Es una invitación a ser testigos de Dios, a darlo a conocer, a dejar huellas en este mundo y en nuestros semejantes.

Dice el Papa Francisco: “Cuando hablamos de “vocación” no se trata sólo de elegir una u otra forma de vida, de dedicar la propia existencia a un ministerio determinado o de sentirnos atraídos por el carisma de una familia religiosa, de un movimiento o de una comunidad eclesial; se trata de realizar el sueño de Dios, el gran proyecto de la fraternidad que Jesús tenía en el corazón cuando suplicó al Padre: «Que todos sean uno» (Jn 17,21)”.

Las Catequistas Sopeña queremos ser también partícipes del proyecto fraterno. Como decía Nuestra Madre, la beata Dolores Sopeña, “hacer de todos los hombres una misma familia en Cristo Jesús”.

Trabajando hoy en la misión encomendada, de llevar el Evangelio por todo el mundo, a los más alejados, compartimos nuestro testimonio de cómo nos sentimos llamadas y quiénes nos dejaron antes su huella.

Nos reconocemos y somos reconocidas como Misioneras en Medio del Mundo y es ahí donde nuestro Carisma deja su propia huella.

María Asunción Domínguez Castañeda, Catequista Sopeña, nos comparte su agradecimiento.

Mira atrás y puede reconocer la huella de tantas personas en su camino. Sobre todo, de todas aquellas personas anónimas con las que ha compartido la vida, más allá de sacerdotes o de sus hermanas del Instituto.

Además, nos anima a preguntarnos sobre la huella que queremos dejar cada uno de nosotros en otras personas, en este mundo.

Por su parte, Mane Arenas, también Catequista Sopeña, nos transmite que, para ella, la vocación es un camino. “Con Él, por Él y como Él”, explica.

LA ORACIÓN PARA LOS CRISTIANOS

La oración para Dolores Sopeña es alimento diario, es vital para su relación con Dios. Para los cristianos representa “el latido del corazón de la Iglesia”, parafraseando también el libro del Papa Francisco “La Oración. El aliento de la vida nueva”.

La fundadora del Instituto Catequista Dolores Sopeña logró vivir una síntesis dialéctica entre la acción y la contemplación.

En sus propias palabras: “El espíritu propio de nuestro Instituto es espíritu de oración, espíritu apostólico y la unión constante de estos dos espíritus en uno”.

Tal y como se recoge en su recién estrenada web para su Canonización, el reto es ver cómo se logra que “no una hora, pero ni un minuto nos inclinemos más a la vida activa que a la contemplativa”.

Sus encuentros y diálogos con Dios, recogidos en buena parte en el libro “Al calor de tu fuego”, son la expresión de la absoluta confianza de esta mujer, pionera y avanzada en su tiempo hacia el apostolado con los más desfavorecidos, vulnerables y alejados de Dios.

Descubre que la promoción humana, el anuncio de Jesucristo y la construcción de la fraternidad son el mejor modo de hacer creíble el Evangelio.

Las dificultades por las que pasan ahora mismo millones de personas, millones de católicos en todo el mundo por la pandemia del Coronavirus, hacen más necesario destinar parte de ese tiempo que estamos ganando a la oración.

Es un rasgo esencial de la vida cristiana y el aliento de la Iglesia para que siga viva y fuerte y haga fuerte al resto de la Humanidad.

Precisamente el Papa Francisco, ha propuesto para hoy 25 de marzo a mediodía a todos los cristianos y a todos los creyentes, sea cual sea su tradición religiosa, “unir sus voces hacia el Cielo”.

Esta semana además, el lunes 23 de marzo se cumplieron 17 años de la beatificación de Dolores Sopeña por san Juan Pablo II en Roma.

Se nos pone en bandeja pedir además la ayuda de la Beata para lograr su confianza y su esperanza en el poder de la oración de la Humanidad.

También es tiempo quizás de pedir por su intercesión a través de la versión breve de su novena:

“Señor Jesús, que por salvar a la humanidad ofreciste tu vida en la cruz. Por el ardiente celo apostólico que infundiste en el corazón de tu sierva, la Beata Dolores Sopeña, por aquellos continuos trabajos y sufrimientos que abrazó gozosa por la salvación de los hombres, te suplico por su intercesión nos concedas el favor que deseamos alcanzar y dígnate otorgarnos la gracia de su Canonización si tal es tu santa voluntad. Amén”.

(Se reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria)