CONTAGIARNOS DE AMOR Y ESPERANZA

Las dificultades y el dolor que está suponiendo en todo el mundo este tiempo de pandemia por COVID 19 nos reclaman fe y acción a partes iguales para saber comunicar amor y esperanza y ejercitar la solidaridad.

En este blog, que pretende ser un alimento para el espíritu, queremos recuperar una reflexión de Gabriela Herrera, Catequista Sopeña en la Comunidad de Santiago en Chile.

Es un mensaje de amor y esperanza para que, como decía el Papa Francisco evitemos rumiar la desolación, y nos empleemos en enfrentar juntos la realidad que tenemos y nos alentemos unos a otros, como en las buenas familias.

El mensaje de Gabriela Herrera era una invitación para reflexionar sobre el tiempo de Resurrección, pero que sigue plenamente vigente por la permanencia y recrudecimiento de los problemas que para tantas personas está provocando la pandemia.

Nos invita a enfrentar este tiempo con gestos concretos, actitudes reales y signos visibles y no a lamentarnos.

No es un tiempo de indiferencia, egoísmo, división u olvido. Es un tiempo de esperanza y de mirar con realismo a la cantidad de personas y de familias que están en situación de necesidad.

Nos apremia a armonizar fe y acción a través de obras de misericordia corporales como dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, a vestir al desnudo, a acoger al migrante, a visitar a los presos y a los enfermos, a enterrar a los muertos…

Y mediante obras de misericordia espirituales como dar consejo a quien lo pide, escuchar a quien lo necesita, enseñar al que no sabe, ayudar a reconocer errores, consolar al triste, tratar bien al prójimo y perdonar las ofensas.

Como decíamos al principio y como nos recuerda el Papa Francisco, tenemos una excelente oportunidad de comunicar amor y esperanza.

Podéis ver en este enlace la conversación y reflexión completa.

https://www.facebook.com/gonzalo.quintana.963434/videos/665378030704210/?t=1

DÍA DE LA MUJER: HOMENAJE A DOLORES SOPEÑA

Dolores Sopeña, Beata desde 2003 y en proceso de Canonización, fue una mujer excepcional, digno ejemplo para conmemorar el Día de la Mujer que celebramos internacionalmente el próximo 8 de marzo.

A estas alturas, ya lo sabemos todos los que la conocemos.

Pero, cada día, gracias al trabajo de las Catequistas y, por extensión, de toda la Familia Sopeña que sigue adelante con su gran obra apostólica, la Fundación Dolores Sopeña, su prestigio y su gloria crecen.

Fruto de una casualidad, a partir de una visita a la Casa Natal de Dolores Sopeña en Vélez Rubio (Almería), Marcia de Abreu, presidenta de la Asociación de Mujeres por la Paz Mundial, decidió que este año, para el Día de la Mujer, su organización honraría a Dolores Sopeña.

Con esta intención, han organizado una mesa redonda, prevista para el viernes 6 de marzo en Madrid, en la que intervendrá María Jesús González, Catequista Sopeña y experta conocedora de Dolores como mujer y como madre fundadora del Instituto Catequista.

Y, por otro lado, los asistentes contarán con otro punto de vista, el de la responsable de su Casa Natal en la localidad almeriense, Inmaculada Ramón.

Dolores, desde bien jovencita, casi niña, y junto a otras mujeres de su tiempo, fue pionera en su interés por los problemas sociales, en una agitada mitad del siglo XIX.

Su vocación siempre fue mejorar el mundo que la rodeaba, centrada en cada persona en su individualidad, y acercar a Dios a aquellas personas, alejadas y excluidas socialmente.

Esta mesa redonda organizada por la Asociación de Mujeres por la Paz Mundial es una invitación a conocer la vida y la obra de Dolores que, inspirada por su profunda fe, viajó superando fronteras y educando y facilitando oportunidades a hombres y mujeres adultos, miembros de familias trabajadoras.

Es un honor para el Instituto Catequista este reconocimiento a quien fue una mujer ejemplar, de gran sensibilidad social e inquietud apostólica que dedicó su vida a impulsar la fraternidad y a reconocer a cada persona como un hijo de Dios, al margen de su condición social, cultural y religiosa.

El acto tendrá lugar el viernes, 6 de marzo de 2020 a las 19.00 horas, en el Espacio Ronda, C/ Ronda de Segovia, 50 (Puerta de Toledo) Metro Puerta de Toledo.

La entrada será libre hasta completar aforo.

Día de la Mujer Dolores Sopeña

JÓVENES SOPEÑA SE FORTALECE

Los Jóvenes Sopeña, uno de los brazos más enérgicos de la Familia Sopeña, se fortalece con nuevos ingresos y con la renovación de varios de sus miembros.

El Movimiento Sopeña Juvenil de Ecuador vivió estos días una ceremonia de ingreso con la incorporación de un grupo, recién concluido su tiempo de preparación para este crucial momento.

Durante la misma celebración, dos nutridos grupos celebraron asimismo la primera y la segunda renovación de sus compromisos, respectivamente.

De la misma manera que para la primera incorporación a Jóvenes Sopeña, la renovación de los compromisos requiere de la preparación y superación de sesiones de formación y de madurez espiritual.

Bajo la atenta mirada de la madre fundadora del Instituto Catequista, la beata Dolores Sopeña, y la frase: “Aquí me tienes dispuesta a todo por tu amor. Permíteme, correr por las calles y barrancos para enseñarles a todos a conocerte y a amarte”, los jóvenes dieron el paso de abrazar un Carisma basado en el servicio humanitario a las clases más desfavorecidas y en la evangelización de la familia trabajadora.

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El carisma Sopeña está arraigado en la sociedad civil también a través de los numerosos seguidores laicos que pertenecen al Movimiento de Laicos Sopeña y Sopeña Juvenil en el mundo. Dos Movimientos abiertos a todos aquellos que quieran dedicar algo de su tiempo a que el mundo sea un poco mejor viviendo su cristianismo de forma más activa y solidaria.

Jóvenes Sopeña representa la versión juvenil del Movimiento de Laicos y es un espacio de formación cristiana y voluntariado, para jóvenes que quieren crecer en su vocación cristiana y su compromiso social.

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CORAZONES AGRADECIDOS CON LAS CATEQUISTAS

El último encuentro anual de Laicos y Catequistas Sopeña que nos llevó a Vélez Rubio (Almería) tuvo momentos realmente agradecidos y emotivos para todos los que formamos la Familia Sopeña.

La visita a la Casa Natal de nuestra madre fundadora, la Beata Dolores Sopeña, de la mano de sus hermanas Catequistas, nos hizo sentirnos más cerca de esta mujer ejemplar que, ya desde niña, supo que su misión en el mundo y con Dios era estar al lado de todos, especialmente de los hombres y las mujeres con más dificultades y más alejados de la sociedad y de la Iglesia.

Pudimos conocer in situ y de primera mano toda esta historia que, aun oída cientos de veces, no deja de impresionarnos y de acercarnos más aún a su Carisma.

Durante la eucaristía en la Parroquia de la Encarnación, en la que Dolores Sopeña recibió el sacramento del Bautismo el mismo día de su nacimiento, una alumna, en nombre de otras muchas mujeres de corazones agradecidos que pasaron por el centro de formación de Vélez Rubio, leyó una carta a las Catequistas Sopeña.

Según sus bellas palabras, aquellas mujeres inspiradas por Dolores, les dieron “la posibilidad de acceder al Bachillerato y posteriormente a estudios superiores, oportunidad única en un momento de la historia de España en la que la precaria economía familiar y la inexistencia de Centros educativos cercanos a sus lugares de origen no se lo permitían”.

Reproducimos aquí la carta completa:

“NUESTRO RECUERDO Y AGRADECIMIENTO A LAS CATEQUISTAS SOPEÑA

Fueron muchos los momentos y en muy diversas situaciones en los que Jesús, durante su vida pública, habló a sus discípulos del mandamiento del Amor y dice de él que es el más grande de los Mandamientos. En los Evangelios de Mateo 22 (37-40) “Estos diez mandamientos se encierran en dos: “Amar a Dios sobre todas las cosas” y “Al prójimo como ti mismo”. Juan 13 (34-35) “Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros como yo os he amado, en esto conocerán que sois mis discípulos”.

Qué bien entendió Dolores Rodríguez Sopeña el mensaje de Jesús. Ella hizo de su vida un acto de amor: a Dios sobre todas las cosas y a sus hermanos, los hombres y mujeres de la tierra, como a sí misma… a todos y a todas, sin excepciones, pero de una manera especial a los pobres, a los marginados, a los enfermos, a los presos, a las mujeres… y a todo aquel que se encontraba perdido en el mar del desamparo. E inculcó este mensaje en sus seguidoras, las Catequistas Sopeña que, siguiendo su ejemplo, han trabajado y trabajan en pro de la igualdad de todas las personas y por dignificar el trabajo y el obrero.

Vélez-Rubio, y otros muchos pueblos, algunos cercanos y otros más lejanos, se han beneficiado de su trabajo y de su generosidad. Primero en la lucha por el trabajador y, más tarde, ya en los años 50, abriendo las puertas de su casa para alojar el Instituto Laboral Femenino “José Marín” y el Colegio “Internado Virgen Niña y Dolores Rodríguez Sopeña”. Ellas atendieron y formaron entre 1959 y 1987 a muchos cientos de alumnas a las que dieron la posibilidad de acceder al Bachillerato y posteriormente a estudios superiores, oportunidad única en un momento de la Historia de España en la que la precaria economía familiar y la inexistencia de Centros educativos cercanos a sus lugares de origen no se lo permitían.

Por eso, hoy en nombre de mis compañeras y en el mío propio, quiero dar las gracias al Instituto Catequista y a su fundadora D. R. S., a las Catequistas por su abnegada dedicación a un colectivo de alumnas que vivimos unos años maravillosos de estudio, convivencia y amistad, que después pasamos a Escuelas Superiores y Universidades y que posteriormente hemos desarrollado un gran papel en la sociedad como profesionales en muchas áreas: educadoras, abogadas, médicas, ingenieras… Recordamos con todo el cariño que se merecen a las Catequistas que estuvieron con nosotras: Inés Baró, Áurea, Mª Jesús Fernández, Laura, Casiana, Rosalía, Elodia, Paquita, etc. A ellas y a las que después han pasado por Vélez-Rubio, poniendo su obra, su trabajo y su vida al servicio de las gentes de este pueblo, nuestro recuerdo, nuestro cariño y nuestra gratitud”.

 

Agradecimiento Encarnación

 

 

LIDERAZGO DE LA MUJER EN LA IGLESIA

La revista Vida Nueva abordaba recientemente en sus páginas el asunto de la presencia, posición y responsabilidad de las mujeres en la Iglesia.

A través de una entrevista a la recién nombrada presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), Jolanta Kafka, se reflexiona sobre un tema complejo sobre el que existen muchísimas diferencias de enfoque.

Con sus respuestas, Jolanta Kafka, representante de una entidad que acoge a más de 450.000 religiosas de todo el mundo, viene a decir que en el camino de lograr una mayor inclusión de la mujer en los puestos de decisión “se está yendo lento, pero se está caminando. Hay un camino. Seríamos injustas diciendo que no se ve ningún signo. Sí, se ven signos de un camino. Hay que ser conscientes de que los procesos no dependen solo de Roma, sino del mundo entero. Los ritmos en la Iglesia y en la vida religiosa son diferentes en los diversos lugares. El modo de incluir a todos es respetar”.

En su editorial, algo más osado, Vida Nueva expone ideas como que “la Iglesia y la sociedad necesitan hoy más que nunca a estas mujeres proféticas empoderadas, contemplativas en la acción, que desde la fidelidad creativa caminen junto y detrás de los últimos, pero también delante”.

La revista, asimismo, ha querido contar con la aportación de las Catequistas Sopeña.

Miryam Ávila, superiora general de nuestro Instituto Catequista Dolores Sopeña, y Dolores –Lola- Quesada, juniora y recién titulada en Teología por la Universidad de Comillas, coinciden en que, sin cargos, las mujeres, las religiosas, han tenido que asumir desde siempre un papel de liderazgo al frente de escuelas, hospitales, cooperativas… en todo el mundo.

También sintonizan en subrayar que liderazgo siempre entendido como servicio.

Bien es verdad que el papel de la mujer hoy en la Vida Consagrada es objeto de impulso desde los medios de comunicación, pero las religiosas casi siempre “hemos tenido que llevar la delantera, arriesgando”. “Que hoy se nos visibilice, ayuda”, precisa Lola Quesada.

El tan manido empoderamiento femenino lo heredaron las Catequistas Sopeña directamente de su fundadora, de su inspiración, puesto que siempre apostó por la formación de las mujeres como forma de tomar las riendas de sus vidas y de las de sus familias.

Esa mirada profética de Dolores Sopeña se traduce actualmente en la importancia que hoy en día le damos en el Instituto Catequista a la formación de las junioras.

Según explica Miryam Ávila, “en la Congregación buscamos que la joven se prepare teológicamente y se especialice en una carrera civil”. A quienes llegan al Instituto sin estudios universitarios se les aconseja prepararse en áreas como administración de empresas o recursos humanos, que nos serán tremendamente útiles en el ámbito de nuestra principal obra apostólica, que es la Fundación Dolores Sopeña.

En su caso es ingeniera industrial, mientras que Lola Quesada es pedagoga.

Puedes ver el contenido completo de la revista aquí.

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