EN EL ECUADOR DEL SEXENIO

Alcanzado el ecuador del sexenio, desde el último Capítulo General del Instituto Catequista Dolores Sopeña, en el que Miryam Ávila fue reelegida como Superiora de la institución, retomamos una entrevista publicada en la revista Ecclesia.

En un número dedicado especialmente a los laicos, una de las fuerzas fundamentales del Carisma Sopeña, junto al de las propias Catequistas.

No en vano, Miryam Ávila hace hincapié en que la propia Dolores Sopeña, fundadora del Instituto siempre se hizo acompañar de seglares, especialmente mujeres creyentes que, desde su fe, se sumaron a la evangelización y el apostolado de la palabra y el amor de Dios.

Ahora, a mitad del sexenio de este segundo mandato, las Catequistas Sopeña, trabajando en más de ocho países del mundo, siguen con la evangelización en los lugares más remotos, no solo físicamente, si no en lo social y en lo espiritual.

En las periferias a las que tanto se refiere también el Papa Francisco.

Es un desafío que se adoptó bajo el velo de la Misión Compartida, algo que no es una novedad para las Catequistas Sopeña.

Su principal obra apostólica, la Fundación Dolores Sopeña, es donde se revela verdaderamente el trabajo de los que formamos la Familia Sopeña al completo.

Ese trabajo se centra en cada persona, en cada hombre y mujer, principalmente de familias trabajadoras, que por diversas circunstancias no han tenido la oportunidad de formarse, en su más amplio sentido, y de conocer a Dios.

Entonces, en la época de la fundadora, y ahora, esos hombres y mujeres son miembros de familias con dificultades, que han tenido menos oportunidades y que, de alguna manera, se han sentido o se sienten excluidos de una sociedad que no se lo pone fácil.

Mitad de sexenio

Esa es la misión que sigue viva en tantos espacios de acción Sopeña en el mundo.

En la citada entrevista, Miryam Ávila se refiere también al “ser” de las Catequistas. “Somos, antes que nada, mujeres que nos hemos sentido miradas y amadas por Dios y que hemos respondido a la llamada de seguir a Jesús, de darlo a conocer, de hacerlo visible y palpable en un mundo en el que Dios parece el gran ausente”, reconoce con esperanza.

“Para quien no nos conozca, vivimos nuestra consagración total a Dios en medio del mundo, entre la gente más vulnerable, en traje seglar y sin ningún signo religioso externo”, explica Miryam a las potenciales Catequistas que, como reconoce reflexiva, “caen gota a gota”.

Ahora, Miryam Ávila con su Consejo General harán revisión de los objetivos fijados al inicio del sexenio bajo el lema “Renacer a una vida nueva en espíritu de esperanza” (cf. 2 Cor 5,17).

Por un lado, la necesidad de seguir en la acogida y dignificación de las personas más vulnerables y en situaciones o riesgo de exclusión; y por otro, la de dar a conocer a Dios y formar en la fe.

“Esta última línea, trascendental, se convierta en fuego en nuestro corazón, como fue el gran deseo de Dolores”, expresa Miryam Ávila.

 

MISA PARA INICIAR EL CAPÍTULO GENERAL

Nuestro Instituto Catequista Dolores Sopeña abre hoy en Azpeitia, localidad natal de san Ignacio de Loyola y su festividad, su vigésimo primero Capítulo General con una eucaristía  presidida por Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián y muy próximo a las Catequistas.

La Comunidad se reunirá en torno a la Capilla de nuestra Casa en Loyola, junto al sepulcro de Dolores Sopeña, donde reposan sus restos desde 1923, después de que fueran inhumados desde el camposanto de Nuestra Señora de La Almudena de Madrid, en 1918.

Inspiradas por su espíritu y su Carisma y por el patrón del Instituto Catequista, san Ignacio de Loyola, quince catequistas capitulares, por elección y por derecho, abrirán el proceso con la intención de “Renacer a una vida nueva en espíritu de esperanza” (cf.2Cor 5,17).

El Capítulo General marcará las directrices para el próximo sexenio y elegirá a la Superiora General y a su Consejo.

Ha estado precedido por un trabajo pre capitular, que reunió a las Catequistas en El Espinar (Segovia), y por los Ejercicios Espirituales, dirigidos en esta ocasión por el jesuita Gilberto Freire, rector del Colegio Pio Latino en Roma (Italia).

Las Catequistas Sopeña somos una congregación religiosa de derecho pontificio que, desde 1901, constituye el Instituto Catequista Dolores Sopeña. Tenemos una espiritualidad cristocéntrica, eucarística, mariana e ignaciana. Vivimos un nuevo estilo de consagración religiosa basada en la presencia en medio del mundo y nos dedicamos a la promoción humana y a la evangelización de la familia trabajadora, especialmente en los sectores más alejados de la Iglesia.

Somos “mujeres para los demás”. Nuestra misión es dar a conocer a Dios como Padre y trabajar para crear condiciones mejores que permitan que todos vivamos con la dignidad de hijos de Dios y como hermanos. Nuestra consagración plena y nuestro estilo de vida sencillo, nos permite movernos y llegar a cualquier parte del mundo.

 

REPARTIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

La fiesta de Pentecostés contiene la tradición de repartir los dones del Espíritu Santo. Hoy los cristianos continuamos celebrando su descenso sobre la comunidad de los Apóstoles para insuflarles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús.

El equipo de Pastoral del Centro Sopeña Madrid, integrado en la gran obra apostólica que representa la Fundación Dolores Sopeña, ha querido un año más destacar esta festividad de Pentecostés y hacerla presente entre alumnos, trabajadores y colaboradores del Centro.

Como sabéis, la propuesta educativa Sopeña incide en cinco áreas, con el objetivo de posibilidad la formación integral de la persona. Una de ellas es precisamente la Pastoral.

Y es su intención que, en cada uno de los centros en los que trabaje la familia Sopeña, se viva con conciencia cada tiempo litúrgico, que respondamos como hijos de Dios a cada requerimiento de nuestro Padre.

En esta ocasión, en Pentecostés, que tuvo lugar el pasado domingo, es el momento de sentir la presencia del Espíritu Santo; percibir, cada uno de nosotros, que nos habita; reconocer y ser conscientes de que nos transforma y está con nosotros a lo largo de nuestra vida.

Es el Espíritu Santo el que nos mantiene siempre cerca de Jesús; nos da fuerzas para hacerlo presente y anunciarlo, nos regala sus dones, que nos permiten convivir como hermanos, sintiendo siempre el Amor del Padre.

Espíritu Santo

Y cada miembro de la comunidad educativa ha recibido del equipo de Pastoral, inspirado por el Espíritu Santo, un don de entre los siete.

¡Descubramos ahora cuáles son y en qué consisten esos dones!

Sabiduría: el don que nos proporciona el gusto por lo espiritual.

Entendimiento: el don que nos permite comprender con la mente y con el corazón la Palabra de Dios.

Consejo: el don que nos capacita para oír la voz de Dios en las opciones de la vida diaria.

Fortaleza: el don que nos ayuda, superando todas las dificultades, a hacer lo que Dios quiere de nosotros.

Ciencia: don que nos capacita para ver las cosas en su relación a Dios, para tener una auténtica visión de ellas.

Piedad: el don que ablanda nuestro corazón y lo abre a la ternura para amar y respetar a Dios como Padre y a nuestros hermanos.

Temor de Dios: el don que nos prepara para vivir en actitud de respeto hacia Dios.

¡Preparemos nuestro corazón para acogerlos!  Siempre hay uno para ti.