El pasado sábado la Iglesia Católica celebró la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, centrada en el Padrenuestro, la oración de los hijos de Dios, especialmente de aquellos que sintieron la mirada de predilección y decidieron consagrar su vida a anunciarnos que Dios es Padre.
Esa fue la experiencia de Dolores Quesada, Lola, hermana del Instituto Catequista, quién, siguiendo el Carisma de Dolores Sopeña, fundadora de nuestra congregación, decidió acercar la palabra de Dios en muchos envases a los más alejados de la Iglesia.
Ahora en Madrid, donde continúa formándose, Lola ha querido compartir con los lectores de la renovada Revista Ecclesia, cómo llegó su vocación y cuáles son los retos que enfrenta en el presente y en un futuro no muy lejano la vida religiosa.
Cubana de nacimiento, reconoce que cuando conoció a las Catequistas Sopeña en Santiago de Cuba, “prácticamente no había oído hablar nunca de Dios”, pero cuando fue consciente de lo que le habían transmitido, supo que, ella a su vez, debía propagarlo.
Le gustó inicialmente cómo las Catequistas Sopeña, inspiradas por el amor de su madre fundadora, eran capaces de sacar de cada persona lo mejor de sí misma. Y a esa misión se quiso sumar, a pesar de las dudas y dificultades de los inicios.
“Aunque tenía muchas ganas –explica- sentía que no estaba preparada, pero la Congregación y Dios me dieron fuerzas y me acompañaron en todo el proceso”.
Ahora, aporta también su opinión a la merma de vocaciones. Para Dolores Quesada es un problema la falta de apertura de la Vida Consagrada hacia el mundo de hoy. “Hace falta valentía, querer responder sin miedo a ese futuro emergente que nos espera a todos”.
La entrevista completa Lola Quesada puedes leerla aquí: