El logotipo del Instituto Catequista Dolores Sopeña habla también de nuestro Carisma. Esa fue nuestra intención con la renovación de nuestra imagen institucional allá por el año 2016.
La identificación visual con los valores de las Catequistas Sopeña y de la Familia Sopeña en su conjunto fue un reto y una cuestión de vital importancia para nosotras.
La evidencia de una cruz griega simboliza la consagración religiosa, como congregación que somos.
Las Catequistas Sopeña vivimos un nuevo estilo de consagración basada en la presencia en medio del mundo y nos dedicamos a la promoción humana y a la evangelización de la familia trabajadora, especialmente en los sectores más alejados de la Iglesia.
Pero la cruz griega no es uniforme. Está formada por la confluencia de puntas de flecha, de diversos colores, que vienen a transmitir la unión de lo diverso y la misión fraternal que inspiró en cada momento de su vida a nuestra madre, Dolores Sopeña.
La fundadora tuvo siempre en su corazón el objetivo de “hacer de todos los hombres una familia en Cristo Jesús”, como el culmen de la fraternidad humana.
Sin fronteras geográficas, ni religiosas, ni ideológicas, trabajamos para hacer presente el amor de Dios en medio del mundo.
Nuestra espiritualidad también está contenida en el anagrama, que muestra por ello un centro luminoso, Cristo y la Eucaristía como motor y centro de nuestra vida.
Además de la cristocéntrica y eucarística, tenemos espiritualidad mariana e ignaciana, basada en el servicio humanitario a las clases más desfavorecidas.
Las Catequistas Sopeña somos mujeres con vocación misionera formadas para “vivir a la intemperie”, allí donde estén los hombres y mujeres a quiénes hay que salir al encuentro, allí donde hay que anunciar el Evangelio.
Esa vocación misionera también se trasluce en el logotipo, que marca con los brazos de la cruz griega caminos que se abren hacia los cuatro puntos cardinales, refrendando la idea de llegar y anticiparnos en los lugares donde más se nos necesita.
Nuestro lema “Misioneras en medio del mundo” habla de una presencia que no es solo testimonial, sino activa.
Hacemos una labor cualificada, cercana, escuchamos, respondemos a los problemas reales. Trabajamos animadas por un único deseo: colaborar para hacer realidad el proyecto de Dios en el mundo, a través de la situación particular de cada persona.
Si quieres conocernos más y sobre el proceso de Canonización de la Beata Dolores Sopeña, o te mueve el deseo de unirte a nosotras, te esperamos.