
Las actividades de conmemoración del Centenario de la Muerte de la Beata Dolores Sopeña prosiguen en aquellas ciudades del mundo donde el Instituto Catequista tiene presencia. Las últimas tuvieron lugar durante el pasado mes de mayo en los Centros de Formación y Capacitación Sopeña Bogotá (Colombia) donde se celebraron dos mesas redondas, una en la sede de Chapinero y la otra en la del Sur.
Con más de 400 asistentes, entre docentes, estudiantes, directivas y Catequistas Sopeña, el acto se abrió con una pieza cultural que consistió en la interpretación de canciones alusivas a la Beata Dolores Sopeña por parte de alumnos del Centro de Formación y Capacitación Sopeña Bogotá.
En ambas mesas redondas se abordó la vida y la obra de la fundadora del Instituto Catequista en 1901. Durante las intervenciones se puso de manifiesto el legado de fe, entrega y servicio que siempre motivó a Dolores Sopeña, desde su primera infancia.
El acto de Chapinero contó como ponente con el doctor Jaime Alberto Cataño, profesor de la Universidad Javeriana y amigo de la Fundación Dolores Sopeña, quien desarrolló el contexto histórico en el que le tocó vivir a la Beata.
En la sede del sur, la mesa redonda estaba compuesta también por la catequista Sandra Salazar, delegada para América Latina, quien habló de Dolores Sopeña como “mujer de Dios”. A su juicio, fue ejemplo y testimonio de su vida, siendo mujer de fe, oración y servicio».
Por su parte, Ángela Franco, laica Sopeña y editora de la reedición de la autobiografía de Dolores Sopeña, habló de ella como “modelo de mujer”. Fue una abanderada de Dios y de su causa, especialmente entre aquellas personas marginadas, apartadas de la sociedad y que no conocían a Dios.
Ángela Franco insistió en que Dolores Sopeña fue siempre de unir, no de separar; de ahí su sueño de “hacer de todos los hombres una sola familia en Cristo Jesús”.
Aquí, fue el sacerdote jesuita, Javier Palacios, quien ofreció una visión general de la época, donde la mujer en España era excluida de lo público y apartada de los foros de discusión y de decisión.
Según explicó, el papel femenino quedaba relegado al núcleo familiar. Sin embargo, Dolores Sopeña, lejos de dejarse amilanar decidió posicionarse en la sociedad para ayudar y salir al encuentro de hombres y mujeres adultos en clara desventaja social.