Aunque conmemoramos el I Centenario de la muerte de la Beata Dolores Sopeña durante todo el año 2018, la semana pasada, con la celebración el viernes 23 del décimo quinto aniversario de la beatificación en Roma de nuestra fundadora, fue muy intensa en encuentros y vivencias de la Familia Sopeña, repartida por buena parte del mundo.
Comenzamos el domingo anterior con la retransmisión de la Misa en España de RNE desde la Capilla de la Casa Museo de Dolores Sopeña en Madrid.
El programa se inició con la lectura por parte de su conductor, el franciscano-capuchino Manuel Muñoz, de una breve biografía de Dolores Sopeña. Desde su nacimiento, en la localidad almeriense de Vélez Rubio, hasta su fallecimiento en 1918 en Madrid, precisamente junto a la capilla desde la que se celebró la eucaristía.
D. Alberto Fernández Sánchez, capellán de la Comunidad y delegado diocesano para las Causas de los Santos, se refirió en su homilía al trabajo de Dolores Sopeña durante su vida, que “logró ser pan de vida para las personas más pobres, las analfabetas y las excluidas”.
El jueves fue la Cripta la de la Catedral de La Almudena, en Madrid, la que acogió a toda la Familia Sopeña en una eucaristía presidida por el obispo auxiliar José Cobo, para celebrar tato el Centenario del fallecimiento de Dolores Sopeña como su beatificación, que tuvo lugar el 23 de marzo de 2003.
Monseñor José Cobo reiteró en varias ocasiones durante la misa las palabras de compromiso de Dolores Sopeña: “Aquí me tienes, Señor, dispuesta a todo por tu amor«. En su opinión, el sí de nuestra fundadora, “el que la llevó a recorrer caminos y barrancos, sigue en pie”. “Su voz vive y su voz se sostiene en la vida de la Iglesia y de la Familia Sopeña”, afirmó.
La misa, que se desarrolló con gran belleza y emotividad con la aportación del Coro de los Misioneros de la Sagrada Familia, dirigido por Ignacio Parres y acompañado al piano por Iván Villarrubia, reunió a personas de todos los países donde el Instituto Catequista y la Fundación Dolores Sopeña está actualmente presentes.
Un día después, durante la tarde del viernes, la Familia Sopeña volvimos a reunirnos en Madrid. Esta vez en el Aula Sopeña, en la misma Casa Generalicia de las Catequistas. El motivo: celebrar el décimo quinto aniversario de la beatificación de Dolores Sopeña con una mesa redonda de presentación de la nueva edición de su Autobiografía.
Se trata de una obra, ampliada y mejorada, a partir del texto publicado en 1976. Con gran valor documental y testimonial, revela en sus 270 páginas la vida, pensamientos y reflexiones de una mujer extraordinaria que descubrió su verdadera vocación en “ganar muchas almas para Dios”.
La Superiora General del Instituto Catequista y presidenta internacional de la Fundación, Miryam Ávila, abrió el acto agradeciendo el trabajo realizado y destacando que la nueva edición es “una perla que queremos compartir con amigos y colaboradores, los más cercanos”.
La editora del texto, la colombiana Ángela Y. Franco, confesó emocionada que con este trabajo pensó en devolver a la beata todo lo que había hecho por ella; sin embargo, cuando comenzó a editar el texto, “Dolores comenzó a hablarme como si yo fuera una de sus hijas, así que yo volvía a ganar”.
El profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Pontificia de Comillas, el sacerdote jesuita Alfredo Verdoy, se refirió a Dolores Sopeña como “parte de un ejército de mujeres de fe y con una inteligencia superior, que lideran grupos humanos y apostólicos como el de las Catequistas Sopeña”. “Una persona que vive al ritmo de su tiempo y es capaz de unir a las personas alrededor de una obra difícil y que la mantiene hasta hoy, esa es Dolores Sopeña”, matizó.
También intervino Paolo Merenda, presidente de la Associazione Amici di Dolores Sopeña en Roma y postulador de la Causa de su Canonización. En italiano y en español, reconoció que como postulador no es un burócrata ni un hombre de oficina que resuelve papeleos, sino más bien “una persona que busca entrar en el corazón de la persona que desea que vaya al honor de los altares”. “Yo he entrado y he buscado entender y comprender plenamente el corazón de Dolores”.
Por último, tomó la palabra la Vicaria General del Instituto Catequista, Jacqueline Rivas, quien ha llevado la coordinación, junto a la Catequista Eloísa Barcia, de esta nueva edición de la Autobiografía.
Jacqueline Rivas recordó a los más de ochenta asistentes, que “Dolores no es simplemente una visionaria, una emprendedora o una revolucionara social. Es, antes que nada, una mujer de Dios. Ese es el verdadero secreto y el motor de su acción”.
La Vicaria General animó a los presentes a sumergirse en el texto y apuntó que “lo más hermoso de la Autobiografía, no son los hechos o el discurrir de su historia, es ir descubriendo el camino que Dios recorre con ella”. También quiso destacar las últimas páginas del libro, en el que se descubre a una Dolores Sopeña espiritualmente madura, solo un par de años antes de su muerte”.
Precisamente, la Asamblea del Movimiento de Laicos Sopeña, que tuvo lugar el sábado, abordó en el tiempo dedicado a la formación, todo lo tratado en la presentación de la Autobiografía.
Concretamente sobre lo que se había aprendido acerca de la visión histórica; sobre la pedagogía utilizada por Dolores y cómo es aplicada a día de hoy y, por último, sobre las cosas que ayudan al fortalecimiento de la fe de los Laicos Sopeña.
En el orden del día de la Asamblea también se incluyó una propuesta: la de rescatar una tradición histórica por la que se imponía una medalla a los Laicos cuando entraban a formar parte del Movimiento, el único signo externo que usaban estos colaboradores en los tiempos en los que vivía nuestra Madre fundadora.
Además, el grupo de Laicos concluyó apoyar económicamente tres nuevos proyectos, en esta ocasión, todos ellos relacionados con las nuevas tecnologías en Zaragoza, Quito (Ecuador) y Córdoba, dónde la cobertura solo alcanzará el 50 por ciento.
Por último, el Movimiento de Laicos Sopeña eligió su nuevo Consejo Nacional de Servicio y del que formarán parte Javier Cano (Madrid), Pablo Jorge Palacios (Madrid), Lola Martínez (Sevilla) y Mónica Martínez (Madrid), de entre los laicos. Este órgano está formado, además, por las Catequistas Rosa María Hermosa (Zaragoza), Cristina Buenvarón (Madrid) y Sandra Salazar (Sevilla).