Un estudio de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de España revela que, en un los últimos cinco años, han aumentado un 3,3 por ciento los laicos misioneros en nuestro país, concretamente jóvenes y en familia.
Una excelente noticia para celebrar hoy, Día Internacional de las Familias, según las Naciones Unidas, que siguen considerando la familia como la unidad básica de la sociedad.
Esa implicación de los laicos en la evangelización, en el llevar y dar a conocer a Dios, es esperanzadora también para la Familia Sopeña, consciente y abanderada desde el origen, de la importancia de la misión compartida.
Nuestra fundadora, Dolores Sopeña, ya supo ver la necesidad de realizar un camino compartido entre seglares y catequistas.
Nuestro carisma así lo atestigua y, como dice el director de la OMP y delegado episcopal de misiones en la archidiócesis de Madrid, José María Calderón, utilizando un símil deportivo, los laicos “no son el banquillo de reserva de la Iglesia”.
La misión evangelizadora de las Catequistas Sopeña, consistente en dar a conocer a Dios, especialmente en acercarlo a aquellos lugares y personas que no han tenido la oportunidad de conocerle y, por tanto, de amarle, es fácilmente compartible con los laicos y jóvenes que formamos la Familia Sopeña, en los ocho países en los que tenemos presencia.
La manera propia de realizar el trabajo evangelizador en tres pasos: acogida, promoción humana y anuncio explícito de Jesucristo, mediante la vivencia y la experiencia de la fraternidad, es compartido con el Movimiento de Laicos Sopeña, quiénes viven su cristianismo de forma más activa y solidaria.
La Fundación Dolores Sopeña, obra apostólica del Instituto Catequista, ofrece a familias y a jóvenes, la posibilidad de hacer misiones a través de su participación voluntaria en proyectos de educación y formación a personas en situaciones desfavorables, de animación sociocultural, de asistencia profesional, de campañas de solidaridad y campos de trabajo en los países de Latinoamérica donde contamos con comunidad, como «Misioneras en medio del Mundo».
Por el sacramento del Bautismo, el laico está llamado a comprometerse en la Iglesia de la que forma parte, y desde la familia puede ser una excelente opción.