El último encuentro anual de Laicos y Catequistas Sopeña que nos llevó a Vélez Rubio (Almería) tuvo momentos realmente agradecidos y emotivos para todos los que formamos la Familia Sopeña.
La visita a la Casa Natal de nuestra madre fundadora, la Beata Dolores Sopeña, de la mano de sus hermanas Catequistas, nos hizo sentirnos más cerca de esta mujer ejemplar que, ya desde niña, supo que su misión en el mundo y con Dios era estar al lado de todos, especialmente de los hombres y las mujeres con más dificultades y más alejados de la sociedad y de la Iglesia.
Pudimos conocer in situ y de primera mano toda esta historia que, aun oída cientos de veces, no deja de impresionarnos y de acercarnos más aún a su Carisma.
Durante la eucaristía en la Parroquia de la Encarnación, en la que Dolores Sopeña recibió el sacramento del Bautismo el mismo día de su nacimiento, una alumna, en nombre de otras muchas mujeres de corazones agradecidos que pasaron por el centro de formación de Vélez Rubio, leyó una carta a las Catequistas Sopeña.
Según sus bellas palabras, aquellas mujeres inspiradas por Dolores, les dieron “la posibilidad de acceder al Bachillerato y posteriormente a estudios superiores, oportunidad única en un momento de la historia de España en la que la precaria economía familiar y la inexistencia de Centros educativos cercanos a sus lugares de origen no se lo permitían”.
Reproducimos aquí la carta completa:
“NUESTRO RECUERDO Y AGRADECIMIENTO A LAS CATEQUISTAS SOPEÑA
Fueron muchos los momentos y en muy diversas situaciones en los que Jesús, durante su vida pública, habló a sus discípulos del mandamiento del Amor y dice de él que es el más grande de los Mandamientos. En los Evangelios de Mateo 22 (37-40) “Estos diez mandamientos se encierran en dos: “Amar a Dios sobre todas las cosas” y “Al prójimo como ti mismo”. Juan 13 (34-35) “Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros como yo os he amado, en esto conocerán que sois mis discípulos”.
Qué bien entendió Dolores Rodríguez Sopeña el mensaje de Jesús. Ella hizo de su vida un acto de amor: a Dios sobre todas las cosas y a sus hermanos, los hombres y mujeres de la tierra, como a sí misma… a todos y a todas, sin excepciones, pero de una manera especial a los pobres, a los marginados, a los enfermos, a los presos, a las mujeres… y a todo aquel que se encontraba perdido en el mar del desamparo. E inculcó este mensaje en sus seguidoras, las Catequistas Sopeña que, siguiendo su ejemplo, han trabajado y trabajan en pro de la igualdad de todas las personas y por dignificar el trabajo y el obrero.
Vélez-Rubio, y otros muchos pueblos, algunos cercanos y otros más lejanos, se han beneficiado de su trabajo y de su generosidad. Primero en la lucha por el trabajador y, más tarde, ya en los años 50, abriendo las puertas de su casa para alojar el Instituto Laboral Femenino “José Marín” y el Colegio “Internado Virgen Niña y Dolores Rodríguez Sopeña”. Ellas atendieron y formaron entre 1959 y 1987 a muchos cientos de alumnas a las que dieron la posibilidad de acceder al Bachillerato y posteriormente a estudios superiores, oportunidad única en un momento de la Historia de España en la que la precaria economía familiar y la inexistencia de Centros educativos cercanos a sus lugares de origen no se lo permitían.
Por eso, hoy en nombre de mis compañeras y en el mío propio, quiero dar las gracias al Instituto Catequista y a su fundadora D. R. S., a las Catequistas por su abnegada dedicación a un colectivo de alumnas que vivimos unos años maravillosos de estudio, convivencia y amistad, que después pasamos a Escuelas Superiores y Universidades y que posteriormente hemos desarrollado un gran papel en la sociedad como profesionales en muchas áreas: educadoras, abogadas, médicas, ingenieras… Recordamos con todo el cariño que se merecen a las Catequistas que estuvieron con nosotras: Inés Baró, Áurea, Mª Jesús Fernández, Laura, Casiana, Rosalía, Elodia, Paquita, etc. A ellas y a las que después han pasado por Vélez-Rubio, poniendo su obra, su trabajo y su vida al servicio de las gentes de este pueblo, nuestro recuerdo, nuestro cariño y nuestra gratitud”.